El Dilema de la Kipá

4 min de lectura

Mi profundo dilema como alguien que comienza a usar kipá: ¿debo llevar kipá a la entrevista de trabajo o no?

Quiero hacer una confesión: uso kipá. Y no sólo en la sinagoga. Todo el tiempo. Incluso en los eventos sociales. Y aún no me he acostumbrado. De hecho, durante los primeros 36 años de mi vida sólo usaba una en la sinagoga. E incluso eso era una rareza.

El fenómeno de la transición de "sin kipá" a "todos los días kipá" es grabado indeleblemente por las reacciones que obtienes de amigos, familiares y compañeros de trabajo. Estas reacciones van desde ¿"por qué estas usando eso? ¿De nuevo hay una de esas fiestas judías?" a "¡eres un fanático!" a "¡lo usa para esconder su pelada!" (¡Ojala hubiera pensado en eso cuando mi pelo empezó a caerse por primera vez hace 15 años!).

Pero mi reacción favorita y más sutil vino de un colega cuyos ojos revolotearon hacia atrás y hacia delante entre mi kipá y yo como 50 veces durante 5 minutos de conversación.

Un histórico y profundo dilema de quienes comienzan a usar kipá llega cuando enfrentas tu primer entrevista para un nuevo empleo, usando el "tradicional gorro hebraico" como estimó un compañero de trabajo. Esto implica reunirse con alguien fuera de tu actual compañía y por lo tanto, fuera del grupo que ha visto tu lenta transición de hombre secular a hombre religioso, y de quienes formularon todas las preguntas sobre tus nuevas prácticas y de hecho parecían interesados en las respuestas. Ahora estas aventurándote mas allá de la zona segura, hacia la frontera final.

En cuanto a mí, este "primer contacto" vino mientras me entrevistaba para un nuevo empleo. Lo que lo hizo aún más difícil fue ¡que era un trabajo que yo realmente quería! En otras palabras, profesionalmente hablando había mucho en juego. Así que tuve que hacer una elección. Uno no tiene que usar kipá para trabajar si esto va a perjudicar su posición. Por lo tanto, tenía una "salida" si yo lo quería. Pero, ¿debo tomar la "salida" disponible?

¿Kipá o no kipá? Esa era la cuestión.

Siempre que tengo estas profundas preguntas morales le consulto a mi esposa. Ella no es sólo más lista y linda que yo, es además mucho más sensata. Como es habitual, tuvo una perspicaz y brillante respuesta. "Bueno", dijo, "si tienes miedo de que a tu posible nuevo jefe no le gusten los judíos o las personas religiosas en general, es mejor averiguarlo en la etapa de la entrevista, y no cuando ya estés trabajando para ellos".

Y con eso, la decisión fue tomada, kipá.

Poniendo a Prueba el Terreno

Llegue a la entrevista unos minutos antes de tiempo y fui al baño de hombres para revisar mi atuendo. Me veía prácticamente igual que en todas mis otras entrevistas de trabajo. A excepción de la adición circular encima de mi cabeza. Mi kipá estaba limpia y era agradable (¡no me hubiera expuesto en público sin una kipá de buen gusto!), pero también era una declaración. Una GRAN declaración. Así que estando ahí en el baño, dude por un momento y pensé: "todavía te la puedes quitar".

Pero entonces me di cuenta que no llevar kipá sería una declaración aun mayor. Una declaración acerca de negar lo que soy. Un judío. Un judío religioso. Así que para mi, ir sin kipá sería una declaración de que no estoy comprometido totalmente con esas ideas en torno a las cuales baso mi vida. Así que entre a la entrevista con kipá de buen gusto y todo.

El hombre que me dio la bienvenida sonrió y me dio la mano. Sin ojos apuntando a mi kipá, sin mandíbula colgando hasta el suelo como en las caricaturas. Solo un agradable "hola".

Al principio de la entrevista él me pregunto, "¿qué es lo que te apasiona?"

"¿En los negocios o en la vida en general?" pregunte.

"En la vida en general", respondió.

Pensé por una fracción de segundo. ¿Debería ser realmente honesto? ¿Debo decirle lo que verdaderamente me anima y me motiva en la vida? ¿O simplemente debo solo darle la típica respuesta para empresas de que "un trabajo bien hecho y el sacrificio por la compañía es lo que me motiva"?

Opté por la anterior. Pensé, ¡qué va!, él ya ha visto la kipá. Podría también ser honesto. Simplemente hazlo.

"Mis pasiones son Dios, la familia, la comunidad, y el trabajo. En ese orden".

Intente suavizar el golpe. "¡Probablemente no es lo que un gerente quiere oír! Pero no me malinterprete. Yo trabajo duro y tomo en serio mi trabajo. Pero es una cuestión de prioridades".

Esperé por su respuesta; cualquier signo de shock o decepción notable. No vi ninguna. El simplemente sonrió y continúo la entrevista.

Realmente congeniamos y el resto de la entrevista fue genial. Pero no pude evitar preguntarme que pensó de mi respuesta a esa primera pregunta. Al final de la entrevista, el me pregunto si tenia alguna pregunta para el.

"Solo una", dije. "¿Qué es lo que le apasiona a usted en la vida?"

(Cuando más tarde les dije a mis amigos que le pregunte eso, quedaron en shock como si le hubiese preguntado si usaba boxers o calzoncillos).

"Bueno," dijo sonriendo. "Es gracioso. Al escucharlo a usted responder a esa pregunta, me sentí como si estuviera escuchándome a mi mismo".

Poco después conseguí el trabajo.

Tomando una Postura

Al final, ir a la entrevista con una kipá y contestar las preguntas de manera honesta pero no políticamente correcta, no fue un acto heroico. Mis suegros que sobrevivieron a los campos de concentración nazi, mi padre que voló más de 50 misiones de combate durante la Segunda Guerra Mundial – ellos son los verdaderos héroes.

Sin embargo, lo que hice produjo una audaz declaración. Tome una postura por algo en lo que creía. Quedó claro para mí que si soy solo un judío religioso en privado, entonces, ¿acaso soy verdadero? Si yo nunca tomo una postura en algo, entonces no estoy tomando una postura en nada. De hecho, tal vez porque fue evidente por mi kipá y mis palabras que yo si tenia una postura por algo, me destaqué por sobre los otros candidatos y conseguí el trabajo.

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