Miedo a la Maternidad

6 min de lectura

Estoy casi paralizada por el miedo de tener un bebé.

Pregunta:

Querida Rebetzin Feige:

Hace ocho meses que estoy casada y no he tenido aún la fortuna de quedar embarazada. Mi marido y yo tenemos fe absoluta (al menos estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo) en que Dios puede darnos, y nos dará, un niño cuando Él decida que es el momento oportuno. Pero mi problema va más allá de la fe: no estoy segura de querer tener hijos.

Crecí con la idea de tener una gran familia (aunque crecí con sólo una hermana). Pensé que mi incomodidad respecto a tener hijos era sólo por miedo a lo desconocido. Pero ya no estoy tan segura de que sea sólo por eso.

A medida que pasan los meses y que hay una mayor probabilidad de quedar embarazada (ya que ahora estamos controlando el progreso durante el mes con mucha más atención), siento que mi incomodidad respecto a ser madre crece exponencialmente. Me siento ahogada e hipócrita. Aquí estoy, pidiéndole a Dios que nos ayude a tener un niño, y mientras tanto, ni siquiera estoy segura de quererlo realmente ni de ser capaz de cuidarlo.

Siempre que hablamos de tener hijos, los ojos de mi marido brillan y los míos se vuelven opacos. Él sueña con tener en sus brazos a un pequeño y yo me imagino apurada para levantar a un bebé llorando en el medio de la noche. Estoy casi paralizada por el miedo de tener una responsabilidad tan grande sobre mis hombros; ya estoy trabajando como loca y no imagino poder tener una carga aún mayor.

No sé cómo afrontar el tema, y dado que he leído muchos de sus artículos previos, se me ocurrió recurrir a usted para recibir algunas respuestas. Espero que pueda ayudarme. Estaré esperando ansiosamente su respuesta.

Una mujer con miedo a lo desconocido.

Respuesta:

Mi Querida Lectora:

El primer tema en el que quisiera concentrarme es en lo que puede ser visto como una preocupación excesiva por quedar embarazada, siendo que sólo has estado casada por ocho meses. La mayoría de las autoridades médicas y religiosas con las que he tratado les aconsejan a las mujeres no buscar intervención de ningún tipo antes de que hayan pasado dos años de matrimonio. Este enfoque es consistente con el sentido común, ya que el ajustarse al estado marital toma tiempo en todos los aspectos: físico, emocional y sicológico. El deseo de la gente joven de acelerar el proceso es, a menudo, producto de presión social o de padres cuyas preguntas tácitas son expresadas en todas sus interacciones.

Usa el tiempo antes de tener un hijo para relajarte, para profundizar la relación entre ustedes y para integrar las exigencias y las alegrías de la vida matrimonial.

Sin embargo, es importante que una pareja joven use el tiempo antes de tener hijos para relajarse, para profundizar la relación entre ellos y para integrar las exigencias y las alegrías de la vida matrimonial. Además, mi querida lectora, trabajar tiempo completo (trabajando como loca) y crear un hogar para tu marido (comidas, llevar la casa adelante, etc.) puede ser en sí mismo muy estresante y extenuante. Sin embargo, creo que tu aprehensión respecto a agregar un bebé a esta abrumadora situación es algo común. Muchas mujeres se sienten, al igual que tú, ansiosas y perseguidas por el "miedo a lo desconocido". Sus mentes imaginan el peor escenario posible, en el que se ven a sí mismas desechas e incapaces de ser eficaces.

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Transiciones Atemorizantes

En gran parte, esto se debe al hecho de que las transiciones pueden ser aterradoras. Pasar de una situación a otra y abandonar el paisaje que nos es familiar puede ser atemorizante si uno permite que esos preocupantes pensamientos tomen impulso. Lamentablemente, este pensamiento negativo puede distorsionar nuestra perspectiva e inhibir nuestra apreciación de lo positivo - del increíble y hermoso regalo que son los niños y de lo que pueden agregar a nuestras vidas. Es bueno para ti el que estés eligiendo articular tus sentimientos y buscar ayuda para superar tu miedo a lo desconocido.

Muchas mujeres han tenido miedos similares; considera las siguientes ideas y quizás encuentres alguna que te ayude.

Raquel compartió esto en retrospectiva: se dio cuenta que el miedo a lo desconocido que tenía antes de tener un bebé se debía al hecho de que para su mente el feto era un "objeto" que amenazaba su ya débil equilibrio. Sin embargo, después del parto la "cosa" se convirtió en un bebé y, más importante aún, se convirtió en su bebé. Sus instintos maternales entraron en funcionamiento y se convirtió en un precioso "manojo de alegría", tanto para su marido como para ella. De hecho, agregó que al mirar las primeras fotos de su bebé no puede entender cómo se engañó a sí misma pensando que "era la criatura más linda que Dios había creado". Pero así de cegadora es la fuerza del lazo entre una madre y su descendencia.

Sara relató que su derrumbe personal ocurrió antes de su decisión de casarse. Su mente analítica le llevó a la cabeza todos los aspectos negativos de la relación. David trabajaba muchas horas, rara vez estaba en casa, viajaba demasiado, tenía responsabilidades con su madre mayor, lo obsesionaba el orden, etc. La lista parecía infinita y los temores la carcomieron al punto de que se convenció de terminar con el compromiso. Sin embargo, la siguiente vez que se encontró con David pudo abandonar sus miedos por un momento y dejar que su mente intuitiva tomase el control. Pudo ver más allá de sus miedos, viendo un hombre amable, gentil y decidido a hacerla feliz. Su perspectiva cambió hacia una más balanceada. No tenía dudas de que habrían desafíos y ajustes, pero con esta actitud mental, sintió que juntos podrían tener éxito.

Sharon habló de sus sentimientos de inseguridad, los cuales se apoderaban de ella cuando pensaba en tener la responsabilidad de un bebé. Lo que empeoraba la situación era que sus pares parecían cuidar a sus bebés con naturalidad, facilidad y felicidad. ¿Por qué es tan fácil para ellas y tan complicado para mí?, se preguntaba. En una ocasión, una de esas mujeres le confesó a Sharon que no podía imaginarse cómo Sharon lograba tener un trabajo de jornada completa, un matrimonio y llevar adelante la casa, todo con éxito. Sharon estaba sorprendidísima. Nunca se había dado crédito, ni había pensado demasiado en eso que hacía a diario y con facilidad. En ese momento se dio cuenta de que todos tienen áreas en la vida en que fluyen con gran facilidad, mientras que otros lo encuentran más desafiante y necesitan un esfuerzo adicional. Se le hizo claro que, a pesar de que las apariencias indicasen lo contrario, nadie es excelente en todas las áreas de la vida. La buena noticia fue, a modo de nota final, que ella no sólo sobrevivió a su ansiedad sino que también fue una madre exitosa y amorosa.

No Estás Sola

El factor más crítico de todo esto, mi querida lectora, es que necesitas sentirte apoyada y no en soledad. Para lograrlo, te sugiero que compartas tus sentimientos con tu marido. Si Dios quiere, él te asegurará que están en esto juntos; se comprometerá a ayudarte con el bebé (su bebé) y a hacer lo que sea necesario para aliviar tu carga. Si hay familiares que viven cerca y que te pueden ayudar, probablemente contribuirán y ayudarán. Si puedes permitirte contratar a alguien para que te ayude con la casa, también deberías hacerlo.

Es importante también que consigas una persona objetiva con la que puedas compartir tus sentimientos. Esta persona debería estar disponible para ti en el futuro, después de tener al bebé y durante el período de acostumbramiento en caso de que la necesites. Saber que tienes el apoyo de tu marido y de esta persona disipará gran parte de tu ansiedad.

Por ahora, lo más crítico es que busques tener calma y salud emocional. En parte, esto puede ser logrado con una ‘lista de gratitud’, escribiendo en ella las muchas formas en que Dios te ha mostrado Su amor y las bendiciones que te ha dado (como salud, un marido amoroso, oportunidades de trabajo, etc.). Esto debería ayudarte a ver y reconocer que Dios ha estado siempre a tu lado, y reconocer de esa forma que probablemente continuará estándolo.

Mi querida lectora, ocurre algo interesante con respecto a lo "desconocido". Si bien puede ser atemorizador, a la vez es muy excitante. Si cualquiera de nosotros que ha estado en tu lugar hubiese tenido en un inicio acceso a una bola de cristal que predijese el futuro, sin dudas nos hubiésemos alejado de lo que nos estaba esperando en el futuro. Es posible que hubiésemos elegido evitar el dolor, pero al mismo tiempo hubiésemos renunciado a la increíble aventura que es la vida, a pesar de que tenga muchas pruebas y tribulaciones. Como dijo alguien alguna vez: "La vida no tiene que ser fácil para ser significativa". Pensar demasiado, lo cual es un producto de la mente analítica, no nos es de gran utilidad, ya que fomenta la idea equivocada de que podemos controlar nuestro destino. Por el contrario, la mente intuitiva –la cual es más confiable- nos alienta a renunciar a la ilusión de controlar, y a poner en cambio nuestra fe y nuestras vidas en las manos del Amo del Universo.

Los desafíos nos obligan a buscar profundo en nuestro interior y a vencer batallas que nunca hubiésemos creído posible.

Y no sólo esto, sino que de la fe en Dios deriva la fe en nosotros mismos – la fe en los grandiosos recursos que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Todos poseemos recursos inexplotados que nos dio Dios, los cuales podemos utilizar si elegimos hacerlo. Esto significa que hay una fortaleza en tu interior que aún tiene que ser recolectada. Los desafíos nos obligan a buscar profundo en nuestro interior y a vencer batallas que nunca hubiésemos creído posible.

Hay un famoso cuento que trata de un ateo que cayó de una barranca. A mitad de camino, logró agarrarse de una rama e interrumpir su caída. Se encontró suspendido entre el cielo y las filosas rocas de abajo. Desesperado, miró hacia arriba y dijo: "¿Hay alguien allí?". Una voz Divina se escuchó diciendo: "Suelta la rama". El ateo respondió gritando: "¿Hay alguien más allí?"

En conclusión, querida lectora, en tu estado mental actual, es posible que la opción de relajarte te suene como dirigirte hacia una catástrofe; pero quédate tranquila, ya que poner tu fe tanto en Dios como en las habilidades innatas que Él puso en ti de seguro será lo más liberador. Te deseo lo mejor de lo mejor.

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