Iom Kipur y el Décimo Mandamiento

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El secreto para una vida feliz.

¿Quieres saber el secreto para una vida feliz?

Extrañamente es Iom Kipur, el día que parece estar dedicado casi por completo a la privación del placer, el que nos ofrece una respuesta. Pero para comprenderla realmente, debemos entender el profundo propósito de este último de los 10 días de arrepentimiento.

No es coincidencia que el número de días que la tradición judía establece para la introspección y la mejora personal se corresponda con los 10 mandamientos. Los 10 días desde Rosh HaShaná hasta Iom Kipur nos presentan la oportunidad de destinar un día para cada una de las categorías aludidas en el Decálogo.

Comenzamos nuestro viaje espiritual con los dos días de Rosh HaShaná, enfatizando nuestro compromiso con los primeros dos mandamientos. Recalcamos nuestra dedicación a la existencia de Dios y a Su Unicidad – "Yo soy el Señor tu Dios" y "no tendrás otros dioses delante de Mí" – mientras tocamos el shofar y reconocemos Su Divina soberanía y juicio.

Con cada día que pasa seguimos la progresión de los 10 mandamientos y accedemos a niveles mayores de dificultad. Así como el entrenamiento físico opera a través de superar tareas cada vez más extenuantes y difíciles, así también nuestro código moral avanza con desafíos mayores y más demandantes.

El décimo y último mandamiento – "No codiciarás" – exige que nosotros controlemos no solamente nuestras acciones y palabras sino incluso nuestros pensamientos. Es el más desalentador de todos, y uno de los mandamientos más relevantes para los tiempos contemporáneos. Solamente si llegamos a entender su mensaje podemos esperar conseguir realización personal y felicidad.

"No es tanto lo que no tenemos, sino lo que otros tienen lo que hace la infelicidad".

¿Qué es, después de todo, lo que hace que tantas personas se sientan fracasadas? En un nivel superficial la simple suposición es que estamos deprimidos porque tenemos carencias. La verdad es que no es así. Nuestra obsesión de adquirir riqueza tiene mucho menos que ver con nuestras carencias personales que con nuestro rechazo a tener menos que otros. Tenemos que enfrentar el hecho de que, como Frank Ross dijo, "No es tanto lo que no tenemos, sino lo que otros tienen lo que hace la infelicidad".

Un fascinante estudio psicológico hecho por investigadores de la Universidad de Warwick y de la Universidad de Cardiff prueba el punto. Le hicieron la siguiente pregunta a una muestra representativa de personas: ¿Preferirías ganar 100,000 dólares cuando todos a tu alrededor ganan $50,000 o preferirías ganar $200,000 cuando todos a tu alrededor ganan $400,000? Obviamente, la pregunta asume que el costo de vida se mantiene igual. ¿Qué opción escogieron casi todas las personas? Una persona racional escogería la segunda opción, en donde gana más dinero pero menos que las personas a su alrededor, así, tiene el doble para gastar. Sin embargo, la mayoría de las personas escogieron la primera opción. ¡La consideración más importante era simplemente ser más ricos que los demás!

Es por eso que hay una industria de miles de millones de dólares cuyo propósito es la propagación sistemática de la envidia: “la publicidad”. Su meta, como admite el gurú de la publicidad B. Earl Puckett, es esta: "Es nuestro trabajo hacer a los hombres y a las mujeres infelices con lo que tienen".

Cada tantos meses, las modas cambian. Lo que está "in" un mes está "out" el siguiente. Una semana eres un marginado social si no utilizas cierto tipo de zapatillas. La semana siguiente eres un raro si no te has cambiado a otra marca. ¿Por qué debes tener constantemente otra cosa? Porque los negocios grandes necesitan consumidores. Hay que enseñarles a los consumidores qué es lo que necesitan en vez de satisfacer sus necesidades reales.

¿Cuantas veces al día se nos dice que no estemos contentos con lo que tenemos porque otros tienen más? Thomas Clapp Patton, en su libro Envy Politics, nos revela la sorprendente cifra de que los norteamericanos están expuestos a unos 3.000 avisos diariamente. Los periódicos de las ciudades grandes consisten en un 70 a un 90 por ciento de avisos en vez de noticias. El mensaje subliminal es siempre el mismo: Ya sea que lo necesites o no, no te quedes sin lo que otras personas tienen.

Siempre hay alguien que tiene un poquito más que tú.

Si el deseo por algo está basado en necesidad, entonces, la obtención de ese algo trae satisfacción. Pero si la meta es codiciar las posesiones de otros, entonces estamos condenados a la decepción y a una mayor insatisfacción. Siempre hay alguien que tiene un poquito más que nosotros – bastante al menos para despertar dentro de nosotros suficiente envidia como para prevenir que estemos contentos con lo que tenemos.

Un estudio publicado en junio de 2010 en Psychological Science confirmó lo que deberíamos haber reconocido intuitivamente. “Las cosas que estamos acostumbrados a pensar que nos harán felices, como tener un auto nuevo y comprar la ropa de última moda, en realidad, no nos hacen felices. Comprar cosas lujosas, en cambio, tiende a ser un ciclo interminable de búsqueda de superioridad, en la que los vecinos ahora tienen un auto nuevo y – ¡bingo! – ahora tú quieres uno también”.

¿Entonces qué nos da realmente verdadera felicidad? La “fe en un poder mayor” se ubica en los primeros lugares de la lista. El optimismo basado en la creencia en Dios vale más que un millón de dólares en el banco. Un sentimiento de valor propio basado en un compromiso a una vida con valores provee mucha más satisfacción que cantidades ilimitadas de cosas y más cosas para llenar nuestros armarios.

¿Cuál es la conclusión? Las recompensas espirituales obtenidas a partir de una perspectiva espiritual superan por mucho a los beneficios que desfilan ante nosotros en los anuncios publicitarios que nos bombardean diariamente con sus falsas y seductoras promesas.

Es por eso que necesitamos tan desesperadamente el día de Iom Kipur para ayudarnos a reorganizar nuestras prioridades. Es un día en el que demostramos que podemos dominar nuestras necesidades físicas. Escogemos los rezos por sobre la comida. Escogemos comunión con Dios por sobre ganar más dinero. No utilizamos joyas, para no despertar envidia. No nos concentramos en las cosas que codiciamos y que no nos pertenecen, sino en las bendiciones que Dios ya nos ha concedido y que pueden darnos inmensa alegría si tan sólo las apreciamos.

Y es por eso que Iom Kipur, con todas sus privaciones, nos enseña el real significado de la felicidad y la satisfacción.

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