¡Autista!

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El término derogatorio utilizado por un oficial de la Casa Blanca no tiene lugar en un mundo civilizado.

Mi nieto sufre de Asperger, un tipo de autismo que se caracteriza por dificultades significativas en las interacciones sociales y en la comunicación no verbal, así como por patrones de comportamiento e intereses restrictivos y repetitivos. Es una discapacidad considerable. La vida es muy dura para mi nieto y en cierto sentido es incluso más dura para sus padres, quienes tienen que criar a alguien que tiene una gran dificultad para encajar, hacer amigos y lidiar con los desafíos del día a día, los cuales parecen insuperables para él.

Como familia, nos han puesto a prueba. No ha sido fácil. Pero gracias a Dios, como puedes ver por la forma en que estoy compartiendo esta información sobre su enfermedad, nunca nos hemos avergonzado de ella. Sería sumamente cruel hacer que nuestro niño que tiene Asperger sienta que su enfermedad es motivo de vergüenza, que por una aflicción que está más allá de su control, merece ser humillado.

Y esa es la razón por la cual estoy tan molesto. Jeffrey Goldberg, el conocido periodista y amigo cercano del Presidente de Estados Unidos, reveló en un artículo reciente en la revista Atlantic titulado “La crisis en la relación entre Estados Unidos e Israel es oficial aquí”, el cual dio mucho para hablar a lo largo del mundo, que algunos oficiales del gobierno de Obama habían descrito al Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, como alguien: reacio, miope, ultraderechista, obtuso, violento, pomposo, con una jerga que no es apta para ser reproducida y con la palabra “autista”. ¿Cómo puede ser ésta una forma de hablar permisible y correcta en la Casa Blanca?

Le dejo a otros la tarea de reaccionar ante los insultantes comentarios que fueron emitidos sobre el líder de un gobierno supuestamente “aliado” de los Estados Unidos, vituperios que no recuerdo haber escuchado sobre líderes de ningún otro país, sin importar cuán hostil fuera con los Estados Unidos y sus intereses. La palabra diplomático pareciera ser olvidada cuando se trata de Israel. Pero no estoy escribiendo esto desde una perspectiva política. Mi preocupación es mucho más personal. Y me sorprende en demasía que pese a que ha habido una encolerizada reacción ante el despectivo trato a un Primer Ministro, no haya habido una reacción igual de intensa ante el inapropiado agravio que es utilizar una discapacidad médica como un insulto personal.

Utilizar la palabra “autista” como un insulto, es tan ofensivo como descalificar a alguien con parálisis cerebral o burlarse de alguien con Síndrome de Down.

En la larga lista de adjetivos humillantes que fueron utilizados en referencia a Netanyahu —adjetivos que sugerían cobardía, falta de carácter, estupidez, debilidad, egoísmo y otras fallas personales—, el golpe de gracia fue una acusación que merece ser prohibida tan fuertemente como las expresiones racistas o intolerantes. Utilizar la palabra “autista” como un insulto, es tan ofensivo como descalificar a alguien con parálisis cerebral o burlarse de alguien con Síndrome de Down.

Afortunadamente hemos aprendido como sociedad que ciertos abusos son simplemente demasiado provocativos. No hace mucho tiempo, un rico dueño de un equipo de baloncesto de la ciudad de Los Ángeles fue forzado a vender su lucrativa propiedad por haber utilizado un término ofensivo para referirse a la población afroamericana, ¡y no en un foro público sino en una conversación telefónica privada con su novia! Es claro que el racismo no será tolerado en ninguna de sus formas.

¿Qué debemos decir sobre el tipo de insensibilidad que hiere a quienes más necesitan de nuestra compasión y entendimiento? ¿Cuánto más entendimiento requiere darse cuenta que no debemos burlarnos de las enfermedades ni avergonzar a quienes las padecen?

Si la cultura en la Casa Blanca es tal que no es capaz de equiparar el menosprecio a los discapacitados con racismo, entonces, es una vergüenza muchísimo más grande que lo acontecido con el equipo de baloncesto estadounidense.

Muchos han llamado demandando que los nombres de los responsables de los insultos sean publicados y que los culpables sean obligados a rendir cuentas. Hasta ahora las peticiones han sido motivadas por razones políticas, buscando restaurar la dignidad diplomática del calumniado Primer Ministro, pero espero que la petición sea aún más fuerte que eso.

Como el abuelo de un niño cuya condición es compartida por innumerables víctimas, rezo por que los términos “autista” y similares sean vistos como términos tan peyorativos como los insultos racistas y antisemitas que tan enérgicamente luchamos para remover de nuestra sociedad, y que nunca más aparezcan en un diálogo civilizado.

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