Charlie Hebdo: ¿Todo está perdonado?

4 min de lectura

Perdonar a quienes buscan matarte es una forma de suicidio.

Los despiadados terroristas de París que asesinaron a 12 integrantes del equipo de la revista satírica Charlie Hebdo no fueron capaces de detener definitivamente su publicación.

Por el contrario. Millones de personas marcharon en respuesta a la horripilante violencia y en apoyo a la libertad de expresión. La revista que ofendió a los musulmanes con su representación de Mahoma, rápidamente sacó una nueva edición luego del atentado. Y para el desconsuelo de quienes intentaron acallar su voz, esta edición llego a un mayor número de lectores que cualquiera de las ediciones anteriores; incluso superó a cualquier edición en la historia de la prensa francesa.

Charlie Hebdo solía tener un promedio de 60.000 copias impresas. La “edición de los sobrevivientes” iba a tener en un comienzo 1 millón de copias impresas; luego la cantidad fue incrementada a 3 millones, luego a 5 millones y finalmente se imprimieron 7 millones de copias. El récord anterior para cualquier publicación impresa en Francia lo tenía una edición especial de France-Soir sobre la muerte de Charles de Gaulle, con 2.2 millones de copias impresas. Subsecuentemente ha sido traducida a cinco idiomas: inglés, italiano, español, árabe y turco, y ahora hay planes de venderla en 25 países y traducirla a 25 idiomas.

Obviamente el mundo estaba profundamente interesado en ver cómo Charlie Hebdo respondería luego de esa experiencia cercana a la muerte. La primera portada fue esperada con ansiedad. Y no decepcionó; al menos en un nivel.

La revista tenía una vez más en su portada una caricatura de Mahoma. Era una clara declaración de que a pesar de las amenazas islámicas, no agacharían la cabeza; a pesar de las vidas perdidas, no se dejarían intimidar.

Pero la leyenda que acompañaba a la caricatura dejó a muchos lectores perplejos. Su significado permitía dos interpretaciones. Lamentablemente, cuando le pidieron a los editores de la revista que clarificaran el mensaje, explicaron enfáticamente su propósito; y yo me quedé con el sentimiento de que esa era probablemente la parte más ofensiva de la portada.

Lo que vemos en la página frontal es una imagen de un acongojado Mahoma sosteniendo un cartel que dice “Yo soy Charlie” bajo la leyenda de Tout Est Pardonne, o ‘Todo está perdonado’.

La portada era un llamado a perdonar a los terroristas Cherif y Said Kouachí, quienes asesinaron a 12 de sus colegas.

Mi reacción inicial fue pensar que el autor quería retratar a Mahoma llorando por el mal que se había cometido en su nombre. Cuán horrible —pensé yo— es que haya gente que justifique asesinatos por un dibujo; que la gente sienta la necesidad de actuar con violencia supuestamente por la honra de un hombre. Asumí que Mahoma estaba diciendo “todo está perdonado” a los caricaturistas que dibujaron su imagen, mientras lloraba por quienes no podían entender el grave pecado que constituye el asesinato.

Sin embargo, en una entrevista con la BBC, la caricaturista Zineb El Rhazoui dijo que la portada era “un llamado a perdonar a los terroristas Cherif y Said Kouachí, quienes asesinaron a 12 de sus colegas e hirieron a otros tantos en un atentado contra las oficinas de la revista en París”.

Rhazoui le dijo al periódico The Guardian que “sentimos que debemos perdonar lo que ocurrió. Creo que quienes fueron asesinados, si pudiesen sentarse hoy a tomar un café con los terroristas y hablar con ellos para preguntarles por qué hicieron esto, lo harían… en el equipo de Charlie Hebdo creemos que debemos perdonar”.

Y con respecto a la reacción internacional luego de los ataques, ella agregó que “la movilización que hubo en Francia luego de este horripilante crimen debe abrir las puertas al perdón. Todos deben pensar en perdonar”.

Entonces, lo que tenemos aquí después de otro barbárico ataque terrorista es la increíble distorsión del ideal del perdón, un ideal que supuestamente ha de servir para quienes sienten arrepentimiento, pero que fue usado como una respuesta supuestamente apropiada ante terroristas que siguen dedicados a cometer actos atroces.

Creer que compartir una taza de café con quienes buscan asesinarte es una opción real, es algo que va mucho más allá de ser increíblemente ingenuo. Extender tu mano a quien está dedicado a destruirte inevitablemente traerá como consecuencia una amputación, y creer lo contrario es algo que va más allá de la estupidez.

Perdonar a quienes buscan activamente tu muerte no es más que otra forma de suicidio.

Perdonar a aquellos que no expían personalmente sus pecados envía el siguiente mensaje: no es necesario arrepentirse. ¿Puede haber algo más inmoral que motivar el mal al no condenar a quienes lo cometen?

Un mal que no es desafiado es un mal condonado.

Un mal que no es desafiado es un mal condonado. Perdonar y olvidar, como dijo Arthur Schopenhauer, “significa tirar valiosas experiencias por la ventana”. Y sin el beneficio de las lecciones de la experiencia, estamos prácticamente condenados a volver a repetir los mismos errores.

Los terroristas que estrellaron los aviones en las Torres Gemelas nunca nos pidieron perdón. No expresaron ni siquiera el más mínimo remordimiento cuando iban rumbo a sus muertes junto a sus víctimas. Quienes los enviaron, quienes los financiaron y quienes celebraron su misión no se han arrepentido ni por un segundo de lo que hicieron. Y hasta donde yo sé, nadie ha pedido que se les de una amnistía oficial. De la misma manera, los terroristas que asesinaron a los periodistas de Charlie Hebdo se enorgullecieron de su bien planeado ataque y atacaron a continuación el supermercado casher en el que mataron a otras cuatro inocentes víctimas cuyo único crimen fue el haber sido judíos que se preparaban para Shabat. ¿Acaso ahora debemos hablar en nombre de los fallecidos y declarar que “todo está perdonado”?

Perdonar terroristas no es más que darles una licencia para asesinar a más víctimas inocentes. Perdonar a quienes no se han arrepentido significa volverse cómplice de todos sus crímenes futuros.

El perdón es una virtud sólo cuando se da como regalo a quienes se arrepienten y juran nunca repetir sus transgresiones. Por eso es que encuentro las palabras de la portada de Charlie Hebdo, “Tout Est Pardonne”, una ofensa.

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