Conducta inapropiada

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La sociedad ya no está dispuesta a tolerar el acoso sexual.

En los últimos meses fuimos testigos de una cascada de revelaciones de graves comportamientos por parte de hombres destacados que de la noche a la mañana pasaron de ser 'objetos de admiración' a 'blancos de burla'. Hay una lista en constante crecimiento de hombres cuyas personalidades públicas resultaron ser absolutamente inconsistentes con sus actos y comportamientos privados.

Lamentablemente, que los hombres abusen de su poder para explotar a las mujeres no es algo nuevo. Sin embargo, lo que es nuevo es el gran cambio en la decisión de la sociedad a negarse a mirar hacia otro lado y perdonar tales indiscreciones.

Tomemos por el ejemplo la última gran caída en desgracia: Matt Lauer, uno de los presentadores del Today Show de la NBC. La semana pasada fue acusado de comportamiento indebido, y en unos pocos días, el presentador que ganaba 25 millones de dólares al año fue despedido sin mayores ceremonias. Se acabaron los días en que una compañía u organización destacada podía demorar las decisiones mientras se indagaban los hechos, se investigaban las alegaciones o esperaban para ver si se presentaba una acusación criminal. El cambio radical dio como resultado consecuencias casi inmediatas apenas tiene lugar la revelación.

Este cambio profundo de la forma en que nos relacionamos con estos temas es refrescante, ¿Pero cómo fue que sucedió?

La respuesta somos nosotros. El sistema legal no ha cambiado. Lo que cambió es aquello que nosotros como sociedad estamos dispuestos a tolerar, aceptar o excusar. Un tema común prácticamente en todos los escándalos recientes es que “todo el mundo” conocía estos comportamientos. Todos lo sabían y si los hubiésemos enfrentado, todos nos habrían dicho que esa conducta era censurable. Sin embargo, la combinación de estas dos cosas de todas maneras daba como resultado la indiferencia y no la acción. ¿Por qué? Porque la sociedad estaba cómoda mirando hacia el otro lado. La actitud de “los hombres siempre serán hombres” y “así se comportan las personas poderosas” permitió e incluso dio fuerza a las personas corruptas para perpetrar estas atroces injusticias.

Pero apenas decidimos colectivamente que ese comportamiento no sólo es inadecuado sino que es deplorable, trazamos una línea y aquellos que se encuentran del otro lado están siendo descubiertos y responsabilizados.

Hay mucho para decir sobre este episodio, pero un punto crítico ha sido pasado por alto, y esto es cuánto nosotros como comunidad, a través de nuestros estándares, expectativas y niveles de tolerancia podemos dar forma al comportamiento. Las leyes, tanto humanas como dictadas por la Divinidad, son necesarias para guiarnos entre el bien y el mal, pero de la sociedad depende crear la cultura y la atmósfera que refuerce esos estándares y que haga responsable por sus actos a cualquiera que los viole, sin importar su estatus no su fama.

Niégate a ser indiferente

En la parashá de la semana pasada, un hombre poderoso se aprovechó de una mujer vulnerable. Shejem era el hijo de Jamor, el gobernador de Canaán. Él era privilegiado, formidable y deseó a Dina, la hija de Iaakov, así que la violó en contra de su voluntad. Rav Shimshon Rafael Hirsch comenta que este episodio es un caso clásico de un hombre poderoso dominando a una mujer débil.

Shejem estaba acostumbrado a obtener todo lo que deseaba sin resistencia ni consecuencia. ¿Cómo iba a responder la comunidad de Dina, sus hermanos, a su aprovechamiento? ¿Se esconderían atemorizados? ¿Mirarían hacia el otro lado?

Shimon y Levi, los hermanos de Dina, entendieron que si ellos permanecían pasivos y complacientes, establecerían un precedente de tolerancia para ese comportamiento. Ellos se negaron a ser indiferentes y planificaron la manera de vengarse por la violación de su hermana y hacer pagar al perpetrador y a sus cómplices.

Ser un adulto es tener el coraje y la tenacidad de enfrentar las injusticias e interceder en beneficio de los vulnerables.

Nuestros Sabios encuentran una fuente respecto a que un niño se vuelve bar mitzvá a los 13 años a partir del hecho de que Shimon y Levi tenían 13 años en ese momento, y cuando ocurrió este incidente fueron llamados ish, hombres. El Rebe de Lubavitch comentó (Likutei Sijot 5:421): “El hecho de que una fuente para el bar mitzvá derive de Shimon y Levi imparte otra lección importante: apenas uno llega a los 13 años de edad, se espera que tenga mesirut nefesh, que esté dispuesto a sacrificarse a sí mismo para defender y proteger la integridad y la santidad de Klal Israel, del pueblo judío, así como la de cada judío”.

Un niño inmaduro puede sentarse al borde del camino. Pero ser un adulto es tener el coraje y la tenacidad de enfrentar las injusticias, interceder en beneficio de los vulnerables y protestar por la violación de los límites morales.

La Torá registra en plural la obligación de mostrar bondad y sensibilidad hacia la viuda y el huérfano. ¿Por qué? Toda la sociedad es responsable, ya sea de forma activa o pasiva, cuando tolera la opresión. Este mandamiento está escrito en plural porque la comunidad es medida por el ambiente que fija y el comportamiento que tolera. Incluso aquellos individuos que no son culpables de forma activa de oprimir a los menos afortunados, son culpables debido a su indiferencia y apatía hacia su sufrimiento.

Matt Lauer recibió rápidamente el golpe de la justicia social. La corte de la opinión pública fue exigente e implacable respecto a un comportamiento que hasta hace poco era tolerado e incluso tácitamente aceptado entre los hombres poderosos. Debemos tener cuidado y preservar el juicio justo, no apurarnos a juzgar o herir a inocentes en el proceso de llevar a los culpables a hacerse cargo de sus responsabilidades. Pero, como herederos espirituales de Shimon y Levi, debemos continuar afirmando nuestro poder como sociedad para diferenciar lo correcto de lo incorrecto y lo bueno de lo malo.

Con dolor hemos aprendido que el hecho de que la gente se comporte adecuadamente depende de aquello que toleramos como bueno o malo. Esto coloca una enorme responsabilidad sobre nuestros hombros, porque debemos considerar cuidadosamente la cultura y la atmósfera que creamos. Elijamos con cuidado y con sabiduría. Un mundo de personas vulnerables cuentan con nosotros. 

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