¿Cuándo fue la última vez que se te puso la piel de gallina?

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Deja que la vida te impresione.

La casa del gran compositor Ludwing van Beethoven ha sido preservada y funciona como un museo en Bonn, Alemania. Una valiosa pieza histórica del museo es el piano sobre el cual Beethoven compuso la mayoría de sus obras famosas. Se estima que ese piano vale más de 50 millones de dólares y, obviamente, está acordonado y fuera del alcance de los miles de visitantes que pasan cada día por el lugar.

Una vez fueron de visita al lugar un grupo de estudiantes de la universidad Vassar. Matthew Kelly cuenta la historia de una de las estudiantes que llegó a la habitación en la que se encuentra el piano y no pudo resistir la tentación de pedirle al guardia del museo si podía tocar un momento en ese instrumento. El guardia se dejó influir por su generosa propina y dejó pasar a la joven un momento al otro lado de las sogas. Ella se sentó en el famoso piano e interpretó algunas notas de la sonata Luz de Luna. Cuando terminó, sus compañeras la aplaudieron.

Mientras ella regresaba al otro lado de la soga, le preguntó al guardia:

—Supongo que a lo largo del tiempo, todos los grandes pianistas que vinieron de visita al museo han tocado en este piano.

—No —le respondió el guardia—. De hecho, hace exactamente dos años yo estaba parado en este mismo lugar cuando vino a visitar el museo Ignacy Paderewsky. En la visita lo acompañaban el director del museo y la prensa internacional, que había llegado con la expectativa de que tocara algo en este piano. Pero cuando él entró a esta habitación, se quedó allí, en donde están sus amigas, observando el piano en silenciosa contemplación durante casi quince minutos. El director del museo lo invitó a tocar el piano pero Paderewski se negó, con los ojos llenos de lágrimas, explicando que ni siquiera era meritorio de acercarse y posar su mano sobre ese piano.

Cuando los mamíferos no humanos se sienten amenazados o atacados, se les pone la piel de gallina, esto es la constricción de la piel alrededor de los folículos capilares. Solamente a los seres humanos se nos pone la piel de gallina por otro sentimiento diferente: la impresión. Nos impresionamos al encontrarnos en presencia de la grandeza, al estar expuestos a aquello que es trascendente o extraordinario. Paderewski estaba en una habitación con el piano de Beethoven y se quedó paralizado debido a la impresión que sintió. La joven estudiante vio el piano y pensó que sería agradable tocar en él.

Vivir impresionados

Los investigadores creen que vivimos en una época de falta de impresiones. Los desarrollos tecnológicos han logrado que cosas que una vez parecían ser imposibles no sólo sean reales sino normales, esperables e incluso mundanas y poco impresionantes. Nos encontramos por FaceTime con personas que están en la otra punta del globo sin pensar en lo que estamos haciendo, tenemos motores de búsqueda con acceso a millones de páginas de información en nanosegundos, instintivamente usamos satélites de posicionamiento global para encontrar el camino más rápido y evitar el tráfico. El resultado de la velocidad con la cual tienen lugar las innovaciones, el cambio y el desarrollo, provoca que tengamos que esforzarnos para llegar a impresionarnos con algo.

Hemos pasado de llamar a todo “sorprendente” a reaccionar ante todo diciendo (o pensando): “ah”. La consecuencia de estar privados de la capacidad de impresionarnos es una creciente arrogancia, la disminución de la empatía y un mayor desafío para encontrar significado, además de un deterioro en la salud.

Un artículo del Wall Street Journal describe de qué manera las investigaciones actuales muestran que la capacidad de impresionarse hace que las personas sean más empáticas, generosas, amables y humildes. El mismo sentimiento de sorpresa y las experiencias que inspira nos vuelven más saludables, mejora nuestras relaciones y les da más significado a nuestras vidas. El autor escribe: “Impresionarse es una repuesta emocional a algo vasto, y desafía y expande nuestra manera de ver el mundo. Puede ser provocado por un encuentro con la naturaleza, una experiencia religiosa, un concierto, una demostración política o un evento deportivo. No es muy probable que lo encontremos en el caminador del gimnasio”.

El artículo describe que algunas personas se impresionan ante el nacimiento de un niño, otros al ver una lluvia de meteoritos, otros al visitar el bosque de pinos en California e incluso hay quienes, interesantemente, se impresionan al trabajar con personas que viven en la calle, al ser testigos de su resiliencia y su bondad. El Dr. Dacher Keltner de la Universidad de Berkeley demostró que sentir asombro e impresión puede ayudar a luchar contra la depresión e incluso puede ayudar a reducir la inflamación del cuerpo. El Dr. Paul Piff de la Universidad Irvine explicó que “Al asombrarse de algo se reduce nuestra identidad individual y nos sintonizamos con cosas más grandes que nuestro propio ser”.

Los “Días Temibles”

Comenzó oficialmente el mes de elul y con él la cuenta regresiva hacia los Iamim Noraim, los “Días Temibles”. En Rosh HaShaná coronaremos a Dios como Rey del universo y nos recordaremos a nosotros mismos Su impresionante omnipotencia y omnisciencia. En Iom Kipur seremos evaluados y juzgados para determinar si estamos cumpliendo con nuestro rol en Su reinado renovado y con el propósito para el cual hemos sido creados. Como está descripto en Unetané Tokef, de hecho estos días son norá veaiom, simple y literalmente impresionantes.

Pero sólo nos impresionaremos de la grandeza de estos días si seguimos teniendo la capacidad de sorprendernos, impresionarnos, reverenciar y venerar. Si todo es poco impresionante, no inspirador y ordinario, estos días serán ritualistas y ceremoniales, vacíos de significado y transformación.

El Rav Itzjak Hutner zt”l explica que Amalek es el archienemigo del pueblo judío debido a que su filosofía es la antítesis de la nuestra. Al relatar el ataque de Amalek al pueblo judío, el versículo dice: “Asher karjá baderej – que te encontró por el camino”. Amalek cree en el mikré, el azar, la casualidad. No consideran que nada sea significativo, importante o que valga la pena impresionarse por eso. Como resultado, la actitud de Amalek es denigrar, derribar, destruir, ser cínico y sarcástico. Amalek se burla, ven aquello o a aquél que a otros les impresiona y tratan de demolerlo, degradarlo, denigrarlo.

Al pueblo judío se le encargó vivir con la actitud y el enfoque opuesto. Nuestra misión es vivir una vida de asombro, vernos a nosotros mismos como una pequeña parte de algo mucho mayor. Nuestra tarea es ver y crear significado y propósito, elevar, construir, admirar, reverenciar y venerar aquello que es valioso e importante en el mundo.

El Rav Hutner describe que la batalla entre la actitud de Amalek y la actitud de la Torá es la batalla entre lo que él llama koaj hajilul y el koaj hahilul. El koaj hajilul es la fuerza del escepticismo, la influencia de esa pequeña voz interior que, como Amalek, trata de llevarnos a ser cínicos, a burlarnos y desmerecer en vez de reaccionar con respeto e impresionarnos. El koaj hahilul es la capacidad de alabar, honrar, identificar y admirar la belleza y la grandeza que a veces se encuentra por debajo de la superficie.

Prepararse para los Iamim Noraim incluye trabajar para vencer al Amalek que se encuentra en nuestro interior. Es necesario que debilitemos y eliminemos el koaj hajilul, nuestra tendencia o inclinación hacia el cinismo y el escepticismo, y que reforcemos y construyamos nuestra capacidad de koaj hahilul: de ver aquello que es impresionante, destacable y loable en las personas, los lugares y las cosas que nos rodean.

Impresionarse no sólo tiene lugar cuando estamos en presencia o expuestos a algo por lo cual vale la pena impresionarse. La impresión resulta de la apertura, la disposición y el interés por ver la grandeza y dejarnos emocionar por ella. Mi hermano Iehudá señala que cuando nuestro patriarca Iaakov se encontró por primera vez con el Monte Moriá no se impresionó y se fue a dormir. Sólo después de tener su sueño se despertó sintiendo: “Ma norá hamakom hazé” - ¡qué impresionante es este lugar! Incluso una persona elevada como Iaakov pudo encontrarse con el lugar más sagrado del mundo y, en un primer momento, no encontrarle ningún significado. Sólo con una nueva perspectiva y un cambio de actitud pudo ver más allá de las piedras ordinarias e identificar el lugar tal como verdaderamente era: norá, impresionante.

El artículo del Wall Street Journal sugiere que, para preservar y expandir nuestra capacidad de impresionarnos, debemos esforzarnos por tener tres experiencias sorprendentes en una semana. Este elul, observa algo, estudia algo, contempla algo, admira a alguien, experimenta algo que te haga sentir: “¡Uau! ¡Esto es impresionante! ¡Esto es increíble!”.

Dicen que Albert Einstein dijo: “Sólo hay dos formas de vivir tu vida. Una es vivir como si nada fuera un milagro, la otra es vivir como si todo fuera un milagro”. Al prepararnos para los Iamim Noraim, escojamos ver todo como un milagro y en consecuencia nos llenemos de sorpresa e impresión.

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