Discriminación contra la gente gorda

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Nuestra sociedad favorece injustamente a los delgados.

El profesor Geoffry Miller, un sicólogo que enseña en la Universidad Estatal de Nuevo México y en la Universidad de Nueva York, publicó un controversial tweet que encolerizó a muchos estudiantes. Escribió:

Queridos aspirantes obesos al doctorado: Si no tuvieron la fuerza de voluntad para dejar de comer carbohidratos, tampoco la tendrán para hacer una tesis.

Posteriormente Miller se disculpó y declaró que su tweet no representaba su criterio de selección ni el de ninguna universidad. Su tweet fue borrado, pero el tema de la discriminación en contra de los obesos sí existe. ¿Es cierto que las personas que no pueden controlar sus dietas tienen menos fuerza de voluntad en otras áreas de sus vidas?

Recuerdo que una noche en mi penúltimo año de universidad estaba en un bar con una amiga cercana que tenía un poquito de sobrepeso. Estábamos hablando sobre los exámenes parciales y sobre una fiesta que se aproximaba cuando, de la nada, Sara dijo: “¿Sabes qué? Te odio. Eres tan delgada… es tan injusto. Es por eso que fuiste aceptada en todas las fraternidades que quisiste. Es por eso que ni siquiera importa cómo te irá en los exámenes. Es por eso que ansías que llegue esa fiesta mientras que yo preferiría esconderme en mi habitación”.

Yo quedé atónita. Sara creía que mi vida era fácil sólo porque yo era delgada. Yo tenía mis propios problemas y, honestamente, me parecían mucho más difíciles que un poquito de sobrepeso. De hecho, yo creía que Sara tenía mejor suerte que yo. Era mucho más lista, por lo que yo tenía que estudiar mucho más para obtener las mismas calificaciones. Ella tenía una personalidad mucho mejor; era divertida, extrovertida y amable. Y por sobre todo, tenía una familia perfecta y una infancia que me parecía idílica. Entonces, ¿de qué estaba celosa? ¿De una cintura más angosta?

“Creo que bebiste demasiado”, le dije, porque no se me ocurrió nada mejor que responder. Lamentablemente, decir eso resultó ser una mala idea.

“Ves, eso es exactamente a lo que me refiero. Ambas tomamos dos tragos, pero para mí es demasiado y para ti está bien, ¿no? Porque la gente gorda no tiene permitido beber ni comer sin que la gente piense que no tiene autodisciplina”.

Culturalmente, asumimos que las personas más flacas son más felices y más disciplinadas que las que tienen más kilos.

¿Qué le pasaba? Yo ni siquiera pensaba que ella era gorda; no tenía idea de por qué se había enojado tanto. Mucho después, lo entendí perfectamente. Culturalmente, asumimos que las personas más flacas son más felices, más disciplinadas y más exitosas que las que tienen más kilos. Pero esas conjeturas son falsas y superficiales.

Muchas personas son delgadas gracias a su predisposición genética y, a la inversa, la mayoría de las personas que luchan con el sobrepeso tienen un metabolismo naturalmente más lento. E incluso en los casos en que una persona obesa sufre porque carece de fuerza de voluntad para hacer dieta, eso no significa que no puede ser disciplinada en otras áreas de su vida. Y obviamente esto también es cierto para las personas flacas que se esfuerzan mucho para no subir de peso; puede que tengan la fuerza de voluntad para ir todos los días al gimnasio, pero eso no significa que su fuerza de voluntad se extienda a todas las áreas de sus vidas.

La fuerza de voluntad es un regalo que todos recibimos pero, al igual que todo músculo, debemos utilizarla para que se mantenga fuerte y operativa. Estudios recientes muestran que si utilizamos autodisciplina en un área o incluso durante un momento del día, eso puede hacer que nos sea más difícil ser disciplinados en otras áreas (1). El músculo de la fuerza de voluntad se cansa.

Sin embargo, Rav Dessler ztz”l enseña que siempre podemos mover hacia adelante nuestro punto de libre albedrío en áreas específicas de nuestra vida. Por ejemplo, una vez que una persona ha usado su fuerza de voluntad para superar un mal hábito alimenticio durante un tiempo, eventualmente ya no necesitará usar su músculo de disciplina para evitar ese hábito. El hábito quedará detrás de ella y podrá usar su fuerza de voluntad para avanzar en un área diferente de su vida. Saber esto es reconfortante: si bien el músculo de la fuerza de voluntad se fatiga, sólo necesitamos usarlo para mejorar un hábito hasta que esa acción se vuelve natural en nosotros; a partir de ese momento ya no necesitaremos usar nuestro libre albedrío para superar ese hábito específico.

Esto confirma también la falacia de que los estudiantes obesos no tendrían la misma fuerza de voluntad que sus pares más flacos. Incluso si son obesos debido a una mala dieta, la motivación y disciplina en el trabajo es completamente independiente de la talla de ropa. Desafortunadamente, los prejuicios en contra de la gente obesa continúan existiendo a pesar de que la gente sepa intelectualmente que un índice de masa corporal alto no implica pereza. Y esto suele ocurrir también en uno de los peores lugares para la discriminación: el consultorio del doctor.

Un reciente estudio mostró que un tercio de los estudiantes de medicina de tercer año en la escuela de medicina Wake Forest tienen prejuicios subconscientes sobre los pacientes obesos. David Miller, autor del estudio, dice que las conjeturas sobre la gente obesa pueden socavar seriamente los tratamientos que el doctor les ofrezca: “Si los doctores asumen que los pacientes obesos son perezosos o que no tienen suficiente fuerza de voluntad, pasarán menos tiempo aconsejando a pacientes sobre cambios que podrían hacer en su estilo de vida”.

Esas suposiciones falsas sobre el sobrepeso se meten en casi todas las áreas de la vida, incluyendo tiendas, escuelas y el ámbito laboral. Por desgracia, el tweet del Profesor Geoffry Miller expresa una opinión que mucha gente comparte sin siquiera decirlo.

Ser delgado no garantiza el éxito, pero para una cultura que cree que no deberíamos juzgar a un libro de acuerdo a su portada, muchos de nosotros hacemos —sin intención— exactamente eso. Quizás podríamos usar nuestro músculo de la fuerza de voluntad para superar esta discriminación. Porque los campos de batalla reales están en nuestro interior; ahí luchamos para hacer que nuestros puntos de libre albedrío avancen. Un paso a la vez, sin juzgarnos entre nosotros.


(1) Self Regulation and Depletion of Limited Resources: Does Self Control Resemble a Muscle? Mark Muraven y Roy F. Baumeister, Universidad de Case Western, Boletín número 2000 de la Asociación Psicológica Americana.

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