El Diario de Slovie: El Huracán Sandy

7 min de lectura

Un vistazo personal a un mundo dado vuelta.

No pueden imaginarse el miedo.

Si no estuvieron aquí, es imposible de comprender. Pero intentaré darles un atisbo de mis noches y días cuando conocimos al huracán Sandy de frente, y de cómo ahora tratamos de encontrarle sentido a un mundo dado vuelta.

Domingo en la Mañana

Estoy en camino a dar una conferencia en Connecticut y la radio del auto llena el aire con una siniestra conversación sobre Frankenstorm (Tormenta Frankenstein). "Todas las noticias, todo el tiempo" siguen advirtiéndome que la tormenta del siglo está convergiendo desde muchas direcciones y que golpeará a algunas de las áreas más pobladas de los Estados Unidos. ¿Qué significa esto? Me pregunto aprensivamente.

Observo las crecientes filas en las estaciones de gasolina y mi estómago se llena de nudos. Quiero llegar a casa, ver a mis hijos y resolver qué hacer. Mi esposo está fuera del país y siendo muy honesta, no me entusiasma mucho la idea de enfrentarme a Frankenstorm sin él. La familia de mi amiga vive a unas cuantas cuadras y ella gentilmente nos ofrece mudarnos a su casa. Mi esposo y yo decidimos que esta es la mejor opción. Habíamos pasado el huracán Irene y gracias a Dios nuestra comunidad sobrevivió con mínimo daño, pero aún así, me siento aliviada de pasar este otro con amigos.

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Domingo en la Noche

Empacamos algunas pertenencias y dejamos nuestra casa. Cierro y beso la mezuzá preguntándome qué traerán los próximos días. No puedo evitar susurrar un rezo silencioso para que regresemos a casa en paz.

Somos bienvenidos en la casa de mi amiga con cálidas sonrisas y bebidas calientes. No siempre es fácil entregar gentilmente, pero ellos lo hacen. Y a veces también puede ser difícil recibir. Nuestra familia anfitriona nos hace sentir instantáneamente en casa. No hay incomodidad o molestia mientras dejamos nuestro equipaje para una noche y tomamos las habitaciones de su casa. Incluso los niños, todos adolescentes, abren sus corazones y nos hacen sentir como si tener a dos familias viviendo bajo un techo fuera la cosa más maravillosa del mundo.

No lo sabía entonces, pero estaba a punto de recibir mi mayor lección sobre la mitzvá de hajnasat orjim (recibir personas en tu casa). Mi familia y yo hemos aprendido mucho, y cuando esto acabe, nos llevaremos enseñanzas de vida invaluables.

Lunes en la Mañana

No estamos seguros exactamente cuándo se supone que comenzará Sandy. Ha sido difícil dormir. Las cosas parecen tan normales afuera. Escuchamos las noticias y esperamos. Cada reporte nos acerca más al temido momento del caos. Nefastas entrevistas con expertos sobre lo que podría ocurrir agregan tensión a los fuertes latidos de mi corazón.

Lunes en la Tarde

El viento comienza a soplar. Veo árboles balancearse violentamente en todas direcciones. Sabemos que el golpe directo vendrá pronto. Vivimos en Long Island. La tormenta promete enviar olas horribles y una masa de agua a la tierra. Solamente Dios sabe qué pasará. Nos dicen que la destrucción puede ser de proporciones bíblicas. Tengo miedo. Aunque no vivimos en el agua, las cosas no se ven nada de bien.

Escuchamos que los autos se van flotando. El agua se está infiltrando en una casa con un recién nacido.

Saco mi libro de Salmos y comienzo a rezar. Los niños encuentran sus libros de rezo y todos estamos apelando a Dios. Estamos asombrados de leer el Salmo del día: "¡Sálvame Dios porque el agua ha llegado hasta mi alma!", llora el Rey David. Me siento increíblemente conectada. La voz del Rey David se convierte en mi voz. Busco una cuerda salvavidas y me aferro a sus eternas palabras.

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Lunes en la Noche

El momento de la verdad ha llegado. Escucho el sonido del feroz viento. Nos reunimos en una habitación. Mensajes de texto de amigas comienzan a llegar.

"Hace una hora S estaba bien. Me acaba de enviar un mensaje. Hay un metro de agua en su puerta principal. El agua está comenzando a meterse a su garaje. Ella no puede salir. Va a subir al segundo piso con su familia. Ella está histérica".

"Mi auto está repentinamente cubierto de agua. Está completamente arruinado. Escucho agua subiendo por mi sótano. Está llegando a mi vestíbulo. Voy a apagar mi teléfono para conservar la batería. Vamos a ir para arriba. Las quiero a todas".

Escuchamos que los autos se van flotando. El agua se está infiltrando en una casa con un recién nacido.

Recibo una llamada de un pariente. "Mi hija acaba de llamar. Su auto está lleno de agua hasta el techo. El agua está saliendo a borbotones por el suelo de su casa desde ningún lado. Están llevando a los niños para arriba. ¿Qué pasará?".

Agarro mi libro de rezos aún más fuerte. Las emocionales palabras del Rey David me atraen. "Levanto mis ojos hacia las montañas, ¿de donde vendrá mi ayuda? Mi ayuda vendrá de Dios quien creó el cielo y la tierra… ¡De las profundidades te llamo a Ti, Dios!".

Escuchamos que el agua ha llegado a la cuadra anterior a la nuestra. Se está acercando.

Nunca he sentido tanto miedo en mi vida. Es miedo a lo desconocido. ¿Cuándo se detendrá? ¿Cuán alto se levantarán las aguas? ¿Entrará el agua a nuestra casa?

Quiero proteger a mis hijos. Quiero construir una vida de dulces recuerdos.

Quiero tomar la mano de cada uno de mis hijos y pararme con ellos bajo el suave techo de la jupá junto con mis seres queridos.

Quiero reírme con las historias a la hora de ir a dormir y recitar el Shemá con mis nietos acurrucados en mi regazo.

Quiero lograr más y traer mayor significado a mis días.

Anticipamos. Tememos. Rezamos. Es una de las noches más largas que puedo recordar.

Quiero vivir.

La noche oscura es interminable. Anticipamos. Tememos. Rezamos. Es una de las noches más largas que puedo recordar.

Amanecer del Martes

Creo que veo un tenue brillo en el cielo distante. Me pregunto, ¿Existe aún una creación llamada "sol" en este mundo?

Las nubes grises rebasan al sol. Me pregunto si el mundo será normal hoy. ¿Qué es normal de todos modos?

Abrimos la puerta lentamente. Me imagino a Noaj aventurándose fuera del arca y probando el suelo después del diluvio. ¿Podemos salir nuevamente? ¿Qué nos está esperando? ¿Hay un mundo en el que pararse?

La calle está cubierta de escombros. Árboles enormes están caídos, raíces irregulares afuera de la tierra, los caminos están bloqueados. No hay electricidad o calefacción.

Después de la devastación

Las vidas de las personas están destrozadas. Algunos están parados afuera de sus casas, aturdidos.

Los sótanos están llenos de agua sucia, muchos hasta el techo. Dentro de las casas hay artefactos eléctricos flotando, muebles destruidos, fotos de seres queridos irremplazables que han dejado esta tierra – se han perdido para siempre. Una familia que conozco ha estado durante horas metida en agua congelada hasta la cintura, intentando ciegamente rescatar libros sagrados que están sumergidos en su estudio en el piso de abajo. El mesón de su cocina está ahora cubierto con los preciados sefarim, páginas abiertas, intentando secarse. Parece como si los libros estuvieran respirando con dificultad. Somos para siempre el Pueblo del Libro.

Camino alrededor y escucho a personas comparando sus "historias de guerra".

"Fuimos evacuados por un bote de rescate desde nuestras ventanas en medio de la tormenta. Pensamos que íbamos a morir…"

"Lo perdimos todo. Unidades de aire acondicionado, lavadoras, secadoras, camas, muebles, álbumes de matrimonio, toda nuestra ropa. Perdimos nuestro garaje y autos. No tenemos donde ir".

"El agua se metió a nuestra casa como el Titanic. El sonido del agua entrando – nunca lo olvidaré".

Mientras conduzco por el vecindario, no puedo creer lo que ven mis ojos. Los garajes están abiertos, llenos de lodo. Todo el contenido de las casas está desparramado en los patios. Colchones, tocadores, juguetes de niños, mesas de cocina, bolsas de basura llenas de ropa – todo está destruido.

Algunas casas parecen intactas pero sé que por dentro, las paredes han sido quebrantadas. ¿Cómo reconstruiremos?

Y entonces veo un grupo de hombres caminando en una dirección. Me doy cuenta que han venido a rezar juntos en la casa de alguien. Más y más siguen viniendo continuamente.

Soy testigo aquí de fe cruda y genuina, y de la humanidad en su máxima expresión.

A pesar de la destrucción, la pérdida, el miedo, la falta de calefacción y electricidad, nuestra nación sigue adelante. Soy testigo aquí de fe cruda y genuina, y de la humanidad en su máxima expresión. Los pocos que sí tienen calefacción y electricidad han invitado a otros a mudarse con ellos. Hay numerosas familias viviendo juntas en una casa. Los anfitriones están compartiendo su comida, habitaciones, y su privacidad – todas cosas difíciles de conseguir en este momento. La increíble bondad que se está desarrollando aquí debe conmover a los cielos allá arriba para que Dios tenga compasión por nosotros.

Las escuelas se mantienen en contacto a través de constantes emails. Nos dicen que por favor alentemos a nuestros hijos a ofrecer ayuda para limpiar las casas de jóvenes y ancianos del agua y los escombros.

Familias han perdido todas sus ropas y muebles. Se han quedado solamente con la ropa que llevaban puesta. Un grupo de chicas adolescentes deciden recaudar y separar ropa para aquellos que no tienen nada. Hoy, mi hijo se unió a compañeros en su Ieshivá, estudiando Torá por unas cuantas horas sin calefacción o electricidad. Cientos de niños más pequeños pronto comenzarán la escuela en varias casas que han quedado intactas. La escuela de mi hija se ha inundado terriblemente. El daño es grave y aún no sabemos cuándo abrirán las puertas.

En estos momentos hay una escasez de gasolina. No podemos conducir muy lejos; algunos ya se han quedado sin gasolina mientras estaban en el camino. Lo que se escucha sobre el reestablecimiento de la electricidad es desalentador. Nos dicen que los transformadores están bajo el agua. Muchos se están congelando. Las noches son especialmente frías. Hay un rumor de que algunos supermercados casher locales finalmente abrirán sus puertas mañana. Todo el mundo está en un estado de incredulidad.

Cuando Dios trajo las aguas del diluvio a la tierra en la época de Noaj, la inundación fue llamada en hebreo un "mabul" porque "belbal et hakol" – confundió todo. Transportó lo alto a lo bajo y causó que todas las cosas se fueran flotando. Esto ha ocurrido frente a nuestros propios ojos.

La Torá luego relata que Dios hizo que un espíritu pasara sobre la tierra y las aguas bajaron. Nuestros sabios enseñan que este fue un espíritu de consolación y de alivio que pasó ante Él.

Yo rezo que nosotros también, hayamos llegado a la época en la que podremos recibir el consuelo y el alivio de Dios.

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