El rabino de los 98.000 dólares

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El Kidush Hashem de Rav Muroff revela el poder de vivir con valores judíos.

No es raro encontrar en los avisos clasificados algunos bienes a precios sumamente bajos. Pero para Rav Noaj Muroff, de la ciudad de New Haven, Estados Unidos, el escritorio que compró por Internet a 200 dólares resultó ser una inversión con increíbles dividendos.

Cuando llegaron a casa con su nueva adquisición, Muroff y su esposa se dieron cuenta que el escritorio no cabía por la puerta de la oficina por “una fracción de centímetro”. Cuando lo desarmaron, descubrieron una bolsa que contenía todos los ahorros de la dueña anterior del escritorio, los cuales sumaban 98.000 dólares.

Muroff, quien es profesor en la Ieshivá de New Haven, le dijo a la estación de noticias WTNH que “inmediatamente nos miramos con mi esposa y dijimos ‘no podemos quedarnos con este dinero’”. Cuando llamaron a la dueña original para devolverle el dinero, ella se sorprendió tanto que quedó sin palabras; ella había escondido el dinero en el escritorio y no había podido encontrarlo nuevamente ya que éste se había deslizado hacia la parte trasera de la cajonera y había quedado atrapado allí.

Después de que Muroff y su esposa le devolvieron el dinero, recibieron la siguiente nota de la dueña anterior:

No puedo agradecerles lo suficiente por su honestidad e integridad. No creo que haya mucha gente en el mundo que habría hecho lo que ustedes hicieron. Me gusta pensar que aún queda gente buena en este mundo loco en el cual vivimos. Ustedes claramente son personas buenas”.

Con una sola decisión, que la mayoría de la gente probablemente no habría tomado, Rav Muroff y su esposa se transformaron en vivos ejemplos de uno de los más altos preceptos del judaísmo: Kidush Hashem, la santificación del nombre de Dios por medio de actos justos y encomiables.

Cuando el pueblo judío recibió la Torá en el monte Sinai, no sólo aceptamos los 613 preceptos que contenía; también aceptamos actuar como los representantes de Dios ante el resto del mundo, algo así como su equipo de relaciones públicas. Al guiarse en base a la Torá, nuestra conducta debe ser un ejemplo para el resto de la humanidad sobre cómo debemos vivir la vida.

Esta es la razón de por qué nos prestan tanta atención a los judíos cuando cometemos un error, y por qué los medios de comunicación trabajan tan duro para desprestigiarnos. Por ejemplo, cuando se descubrió en Estados Unidos la famosa estafa de Bernie Madoff, nueve de cada diez reportajes decían que él era judío. Es una información interesante, pero no es algo realmente pertinente al tema. Incluir dicha información servía principalmente para tirar piedras a los judíos. Todos los días se esparce alrededor del orbe el falso mensaje de que Israel es un “estado apartheid”, que abusa de sus propios ciudadanos y que comete crímenes de la humanidad. Al resto del mundo le gusta que tengamos un mal nombre, porque ello implica que baja la vara de comportamiento.

Pero cada acto de Kidush Hashem que hacemos tiene el tremendo poder de contrarrestar esos mensajes negativos y de impregnar el mundo que nos rodea con santidad. Cada vez que tomamos la decisión de actuar con decencia, bondad y respeto, cada vez que hacemos lo correcto, incluso cuando es difícil, les mostramos al mundo de qué son capaces realmente los seres humanos. Y en la era de las redes sociales, como vemos en la historia de Muroff, el mensaje puede dar la vuelta al mundo.

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