El video de Ray Rice

4 min de lectura

Todos nuestros actos están siendo grabados. Una oportuna lección de Rosh HaShaná.

Ray Rice acaba de perder su carrera, sus millonarios auspiciadores y su reputación, todo por un video que se hizo viral.

Rice es —mejor dicho, era— una superestrella del Fútbol Americano. Siendo uno de los mejores corredores de la NFL de los últimos años, fue una pieza clave para que su equipo Baltimore Ravens ganara el título en la temporada 2012. Como recompensa, Rice firmó una extensión de contrato por cinco años avaluado en 40 millones de dólares, los cuales incluían 24 millones en dinero garantizado. Nike, el mayor productor de productos deportivos del mundo, le pagó además una suma estratosférica para ser su portavoz nacional.

Pero todo eso ha llegado ahora a su fin. Rice ha sido suspendido de forma indefinida de su equipo y de la NFL como resultado de un video que fue filmado en un elevador, en el cual Ray aparece pegándole un brutal golpe en la cara a quien fuera entonces su novia, y que ahora es su esposa, luego de el cual la mujer se golpea la cabeza en la barandilla y cae inconsciente.

Antes de que el video se hiciera público, Rice había recibido una pena que lo suspendía de dos partidos, pero pronto se hizo evidente tanto para los dueños como para los fanáticos del equipo que se requería una pena mucho más severa que esa. Una vez que fue posible ver el acto mismo de violencia en el video, prácticamente todos estuvieron de acuerdo que tendía que haber graves consecuencias.

Es una pena que Ray Rice no se haya dado cuenta que estaba siendo filmado. Pero las cámaras de hoy en día están por doquier. Es una nueva era, en la que gran parte de lo que hacemos está siendo grabado por alguien en algún lugar. De hecho, el solo hecho de saber esto muchas veces es suficiente para hacer que nos comportemos correctamente y para asegurar que no violemos la ley sólo por el miedo de ser grabados. Un estudio reciente muestra una reducción del 28% en los choques de las intersecciones en las cuales hay cámaras. Si sabes que te están filmando no vas a saltarte la luz roja sólo porque estás apurado.

Nuestras vidas están siendo filmadas.

La tecnología moderna ha agregado un poderoso incentivo para que seamos más cuidadosos con las cosas que hacemos en público, incluso cuando pensamos que estamos en privado. Pero desde una perspectiva religiosa, es sorprendente que no nos hayamos dado cuenta de esto mucho antes que las cámaras escondidas nos hicieran visibles en las intersecciones de autos, en los elevadores y en nuestras aparentemente anónimas visitas a un sinfín de lugares; nuestras vidas siempre han sido filmadas.

En el texto talmúdico Ética de nuestros padres, fuimos advertidos: “Contempla tres cosas y no caerás en las manos de la trasgresión: Debes saber lo que hay sobre ti: un ojo que ve, un oído que escucha, y todas tus acciones son escritas en un libro” [2:1].

Creer en Dios es darse cuenta que un poder superior toma nota de nuestras actividades diarias. Nuestras vidas realmente importan. Todo lo que hacemos tiene un significado cósmico. Nuestras acciones son anotadas y evaluadas. Forman la clave de nuestro juicio final.

Nuestro video eterno

Actualmente mucha gente habla sobre experiencias cercanas a la muerte. Es un campo fascinante que se ha vuelto cada vez más relevante debido a los avances médicos que en muchas instancias son capaces de resucitar a quienes por falta de pulso y actividad cerebral fueron considerados muertos.

Lo que ocurre después de la muerte obviamente siempre ha sido sólo conjeturas. Sin embargo la Cábala, la tradición mística judía, nos da cierta información basada en creencias milenarias. Nos fue enseñado que inmediatamente después de la muerte uno ve una hermosa y cálida luz al final de un largo túnel por el cual aparentemente estamos viajando. Mientras lo hacemos, nos sorprendemos al ver un repaso visual de nuestras vidas que pasa frente a nuestros ojos, como si estuviéramos viendo una película. Eventos que parecieran abarcar varios años pasan en pocos segundos, y sin embargo aparentemente los recordamos y entendemos. Y es entonces que tenemos las emociones más profundas, tanto de alegría como de tristeza.

Cuando recordamos momentos de logros espirituales —de bondad a otros, de estudio y de santidad— nos sentimos llenos de una alegría que es incomparable con cualquier cosa terrenal. Sin embargo, cuando vemos acciones pecaminosas, de comportamiento poco ético o de transgresiones ya sea entre nosotros y Dios como entre nosotros y nuestro prójimo, nos llenamos de un sentimiento de vergüenza. Nuestras almas sienten una gran vergüenza mientras se encaminan a enfrentar a nuestro Creador con la evidencia visual de nuestras grandes caídas. Ese es probablemente el castigo más doloroso que nos espera en lo que llamamos infierno: nuestro ser siendo forzado a enfrentar un innegable video de nuestros pecados.

Saber que la cámara divina graba cada uno de nuestros movimientos debería motivarnos a hacer lo correcto.

La gran cantidad de literatura que hay sobre lo que se conoce como experiencias cercanas a la muerte —gente que ha vuelto a la vida luego de haber sido declarada muerta— está llena de descripciones muy similares a lo que ha sido enseñado por siglos por la Cábala. La película divina de nuestras vidas que es filmada desde el cielo es una película que todos estamos destinados a ver tan pronto como dejemos nuestros cuerpos mortales.

Obviamente dicho conocimiento debiese tener profundas repercusiones en la forma en que vivimos nuestras vidas actualmente. Saber que la cámara divina graba cada uno de nuestros movimientos debería motivarnos a hacer lo correcto.

Por lo tanto, cuán apropiado es que recordemos antes de las Altas Fiestas, que es el momento en el cual somos juzgados por Dios, que tanto nuestras buenas como malas acciones son vistas por el Todopoderoso y por nosotros mismos al final de nuestras vidas, y que las consecuencias de nuestro registro visual son al menos tan serias como lo que le pasó a Ray Rice por no darse cuenta que había una cámara en el ascensor que lo estaba filmando.

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