Los hombres y el recato

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El concepto judío de recato se aplica tanto a hombres como a mujeres.

En un artículo anterior escribí acerca del ilusorio poder que tiene la ropa de las mujeres y del poder genuino que podemos inculcar en nuestras hijas. Una de las preguntas de un lector captó realmente mi atención: “¿Qué pasa con los hombres?”. Esta es una pregunta válida que llega al corazón de los malentendidos acerca del concepto judío de tzniut, el cual es común (pero incompletamente) traducido por “recato”.

Dos fuertes malentendidos sobre tzniut son (1) que se trata sólo del ropero y (2) que es solamente para mujeres. Cada uno de ellos está completamente errado. Sí, cuanta piel expone la persona es un aspecto del recato, pero hay tanto más que agregar a esto. Cómo actuamos, cómo hablamos y cómo tratamos a otros es parte de la tzniut, lo cual no significa que debemos ser más “recatados” en estas áreas, sino actuar con decoro y dignidad.

Antes de explicar cada una de estas ideas erróneas, debemos notar el “elefante dentro del cuarto”: el aparente doble estándar. Uno puede leer diversos artículos sobre tzniut que discuten acerca de la ropa de las mujeres, especialmente de las adolescentes. Pero, ¿cuántos artículos relacionado con la audiencia masculina has leído? Ni te molestes en contar, yo lo hago por ti: ¡ni uno solo!

La realidad es que la moda y la sociedad comúnmente posicionan a la mujer, y no al hombre, como un objeto sexual. Las piernas de las mujeres están comúnmente a la vista en las oficinas de negocios, pero no las de los hombres. Los hombros de las mujeres, la espalda y otras partes del cuerpo están expuestas a la vista en casamientos y otras ocasiones formales, pero no las de los hombres. Así es que, si pasamos lo que parece ser una cantidad de tiempo desproporcionado hablando sobre ropa femenina, es porque ese es el aspecto más urgente en nuestra cultura. Pero tzniut es mucho, mucho más que eso.

El Talmud habla sobre la ropa masculina al igual que sobre la ropa femenina. Estos son sólo un par de ejemplos:

  • En Ioma (35b), Nos dicen que los colegas de Rabí Elazar ben Harsom no le permitían utilizar un traje finamente tejido porque era muy delgado y su forma se podía ver a través del material traslucido.
  • En el tratado de Shabat (114a), las ropas son descritas como "las prendas que le dan honor a la persona". El Talmud continúa diciendo que es considerado vergonzoso para un estudioso de la Torá utilizar ropa manchada o parchada, tanto como ropa fuera de estación.
  • También en el tratado de Shabat (113 a), se nos enseña que no es apropiado que una persona esté demasiado preocupada con la moda, excepto cuando se trata de utilizar lo mejor para Shabat.

Estos son sólo algunos de los estatutos relacionados con los atuendos masculinos. Pero a pesar de que la tzniut se ocupa de la ropa de los hombres y de las mujeres, no trata exclusivamente de eso. La parte externa es importante, pero es mucho más importante que las vestimentas reflejen realmente lo que hay en el interior.

La parte externa es importante, pero es mucho más importante que las vestimentas reflejen realmente lo que hay en el interior.

Uno puede estar cubierto desde la cabeza hasta los pies, pero aún así estar vestido sin recato. Por ejemplo, vamos a decir que una persona está utilizando una remera con un mensaje explícitamente sexual provocativo. Eso también es considerado inapropiado. Ahora tomemos el mensaje que está en el pecho de esa persona y pongámoslo en su boca. Su ropa puede ser “recatada” pero no sus palabras.

La tzniut tiene mucho que ver con la manera en la que actuamos. Para nuestros hijos, la presión de la publicidad y de la ropa puede no crear una crisis de vestimenta, pero igual enfrentamos una crisis de acción. En nuestra sociedad, la influencia de la actitud de “macho” dirigida hacia los chicos es vasta. Ese no es un valor auténtico judío; nunca hemos sido grandes en machismo.

Demos una mirada a nuestros modelos judíos. Nos esforzamos por emular la aclamada característica de Abraham, su hospitalidad. Jacob es reconocido como un “habitante de tiendas”, quien abrazaba el estudio. Moshé demostró su capacidad de liderazgo cuando persiguió a una oveja perdida. Todos estos modelos a seguir, lucharon cuando hubo necesidad. Abraham tuvo que rescatar a su sobrino secuestrado, Jacob luchó contra el ángel y se preparó para la posibilidad de tener una guerra con Esav. Moshé tuvo que salvar al esclavo hebreo quien era azotado por los egipcios. Nosotros no nos acobardamos ante la pelea. No dudamos en pelear si es necesario para proteger a un inocente, pero estos no son los aspectos que celebramos de nuestros héroes. El lado más compasivo de nuestros modelos es inevitablemente nuestro ideal.

Otro aspecto importante del hombre es cómo trata a las mujeres. Cuando hablamos con las mujeres acerca de sus vestimentas, siempre destacamos el hecho de que la ropa inadecuada transforma a la mujer en un objeto. Sin embargo, la responsabilidad no es sólo de las mujeres. Si les enseñamos a nuestras hijas a no dejar que otros las vean como objetos, debemos asimismo enseñarle a nuestros hijos a no tratarlas como objetos, a pesar de las vestimentas que usen.

¿Cuántas personas han hecho esto realmente? No muchas, podría apostar. De hecho, generalmente hacemos lo contrario, a pesar de que sea de forma inconsciente, cuando tácitamente se aprueban los comportamientos promiscuos de los chicos mientras simultáneamente se desaprueba el mismo comportamiento de las chicas.

El Midrash discute la creación de la mujer a partir del hombre. Nos enseñan que Javá fue tomada del costado de Adam, para que fueran iguales. La mujer es la compañera del hombre, no su subordinada y ciertamente no un objeto. Ellas son inherentemente diferentes —¡y vivan las diferencias!— pero también son inherentemente iguales. Actuar como un cavernícola frente a las chicas no transforma precisamente a un chico en un hombre real.

Dios le dijo al profeta Mija, “Él te ha enseñado a ti, hombre, lo que es el bien. ¿Qué pide Hashem de ti? Que actúes justamente, que ames la misericordia y que te conduzcas con tzniut frente a Dios” (Mija 6:8). Justo aquí, en este versículo, Dios nos dice lo que quiere de nosotros: justicia, misericordia y tzniut.

La Mishná en la Ética de los Padres nos dice, “En un lugar donde no hay hombres, lucha por ser uno” (Avot 2:5). Esto no significa andar por ahí quebrando huesos. Esa no es una característica que valoramos. Si queremos que nuestros hijos aprendan a ser hombres de verdad, debemos enseñarles a ser confiables y honestos. Debemos enseñarles a ser personas de bien dentro de la sociedad, ellos deben proteger al inocente cuando sea necesario y respetar a las mujeres.

Si le enseñamos a nuestros hijos —y a nuestras hijas— sobre tzniut, debemos incentivarlos a internalizar aquellas características para las cuales el recato en la vestimenta es sólo la fachada.

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