Lo Que Se Salvó del Huracán

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¿Cuál es la cosa más preciada que poseemos?

Nuestras casas están abarrotadas con "cosas". Nos enorgullecemos de muchas posesiones. Por algunas pagamos precios muy considerables. Tendemos a pensar en ellas como extremadamente valiosas. Mientras más cuestan, más inclinados estamos a atesorarlas.

En un mundo que demasiado a menudo confunde precio con verdadero valor, podemos fácilmente perder nuestra perspectiva correcta.

El huracán Sandy nos dio a demasiados de nosotros la repentina sabiduría y la cruda certeza de cuál de nuestras pertenencias es en realidad más invaluable.

Imagina el terror que sintieron aquellos que estaban en su camino. Imagina lo que debe haber sido ver las aguas torrenciales llevarse tu casa. El primer pensamiento, sin duda, es salvar tu vida y las vidas de tus seres queridos. Seguido de eso viene el deseo de preservar aquellas cosas que no puedes vivir sin ellas.

¿Y cuáles eran esas? La mayoría de las personas intentaron aferrarse a memorias mucho más que a posesiones materiales.

Los residentes que huían rápidamente agarraron álbumes fotográficos irremplazables y álbumes de recortes. Recuerdos de momentos memorables fueron vistos como más intrínsicamente valiosos que las joyas. Y para aquellos que apenas pudieron salir vivos, estas fueron las cosas que siguieron buscando en el periodo subsiguiente entre los destrozados remanentes y escombros de sus ahora inhabitables moradas.

Los recuerdos toman momentos preciados y les conceden eternidad.

Personas lloraron por sus "cosas" destruidas pero estaban inconsolables por la pérdida de sus reliquias familiares. Intuitivamente ellos entendieron una verdad que nuestra sociedad materialista tan a menudo escoge olvidar. No son las cosas las que realmente nos hacen felices. J.M. Barrie lo expresó de forma hermosa cuando escribió, "Dios nos dio la memoria para que tengamos rosas en diciembre". Los recuerdos toman momentos preciados y les conceden eternidad. Los recuerdos están arraigados en personas que amamos y que nos amaron a nosotros. Los recuerdos nos permiten revivir los momentos más gloriosos de nuestras vidas. Los recuerdos no son posesiones sino recordatorios de ocasiones alegres que continúan apoderándose de nosotros.

Las fotografías, álbumes, diarios y objetos que fueron poseídos y manipulados por aquellos que nunca queremos olvidar son la llave para nuestra felicidad. Construimos nuestros mañanas con los ladrillos del recuerdo de nuestro pasado.

¿Por qué pasamos tanto tiempo luchando por acumular más y más objetos físicos que en el “gran esquema de las cosas” no son tan importantes como las relaciones amorosas que nos cuestan nada más que tiempo y esfuerzo?

Nunca olvidaré el hermoso comentario de uno de mis maestros quien definió nuestra misión en la vida como "crear recuerdos hermosos". Ya sea para nuestras familias, nuestros amigos o para las personas con las que interactuamos en nuestras vidas, es solamente a través de los recuerdos hermosos que dejamos atrás algo de valor permanente. "Un recuerdo feliz", nos dijo él, "es el lugar de escondite para los tesoros inolvidables".

Hoy nuestra tarea es reconstruir. Y por todo lo que hemos perdido, recordemos que si bien adquirir nuevas posesiones puede ser costoso, crear nuevos recuerdos llenos de amor, bondad y preocupación por otros es gracias a Dios gratis – e invalorable.

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