Tiroteo en la Escuela de Connecticut

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Preguntando “¿Por qué?” después de la tragedia.

Cuando escuché las ambulancias por primera vez, ni siquiera hice una pausa para pensar qué podría haber ocurrido.

Estaba cocinando para Shabat mientras mis hijos entraban y salían de la cocina. Cuando vivíamos en Israel estaba acostumbrada a chequear las noticias siempre que escuchaba más de una o dos ambulancias, pero aquí, en el quieto Connecticut, había dejado de hacerlo.

Después del sexto sonido de sirenas de ambulancia comencé a preguntarme qué estaba pasando. Tomé mi teléfono para chequear las noticias y sólo podía mover mi cabeza con incredulidad, horrorizada mientras leía sobre el tiroteo en una escuela primaria cercana que había dejado a 20 niños y seis maestros muertos. Estaba tan conmovida que ni siquiera me di cuenta que mi hijo de seis años estaba a mi lado mirando por sobre mi hombro.

"¿Qué pasó?", me preguntó.

Cerré la historia de las noticias en el explorador y traté de pensar en cómo explicar el tiroteo, si es que lo explicaba. "Nada, no pasó nada, está bien", dije, volviendo a la cocina mientras los helicópteros y las ambulancias se escuchaban a la distancia. Un par de minutos después advertí que en el salón todo estaba extrañamente tranquilo. Espié a través del pasillo y vi a mis dos hijos con sus narices pegadas a la ventana, escuchando las sirenas sonar a la luz de la mañana invernal.

Luego escuché a mi hijo decirle a su hermanito: "Pasó algo malo, pero no sé qué. Shhh, Ima no quiere contar". Y mientras estaban parados allí, más quietos que lo que los había visto en mucho tiempo, las preguntas comenzaron a pasar por mi mente.

¿Por qué lo hizo? Minutos después de la tragedia, todos querían saber cuál era el motivo del asesino. ¿Cuál podría ser una razón para asesinar a 20 niños? La policía todavía no lo ha descubierto, pero la gente está tratando de adivinar. Estaba furioso. Deprimido. ¿Drogado? ¿Loco? La gente quiere encontrar un motivo para, de alguna manera, entender lo que ocurrió. Pero el mal no necesita un motivo, destruye al azar. Llena el mundo de odio; es el opuesto de la luz.

Pero también he visto bondad insensata y azarosa. Como la anciana que yo acostumbraba ver en mis corridas matutinas por las colinas de Judea, levantando cada basurita de la calle temprano en la madrugada y poniéndola en una inmensa bolsa plástica que llevaba consigo. Todas las mañanas me preguntaba qué estaba haciendo. Un día finalmente le pregunté, y dijo: "Estoy limpiando el mundo, de a una basurita a la vez". Primero pensé que estaba un poco desquiciada, pero gradualmente comencé a admirar su extraña bondad. Estaba convirtiendo al mundo en un lugar mejor, incluso si nadie lo veía. Incluso si nadie le agradecía. Incluso si nadie entendía por qué lo estaba haciendo.

¿Por qué Dios dejó que esto ocurriera? Preguntamos esto después de la mayoría de las tragedias. ¿Por qué no hizo Dios que el auto del asesino se descompusiera? ¿O que sus armas se atoraran? Dios pudo haber salvado a esos niños, ¿por qué no lo hizo?

No conozco ninguna buena respuesta a esta pregunta, pero algo que dijo Avivit Shaer después de perder a su marido y a cinco hijos en un extraño incendio el año pasado permanece conmigo siempre que me pregunto esto. Dijo que tiene muchas preguntas para Dios, pero que ha comenzado a entender que Dios no da respuestas en este mundo. "No es que no haya respuestas, es que los humanos no estamos capacitados para asimilar la complejidad o completitud de las respuestas de Dios. Dios tiene consideraciones eternas".

Cuando escucho a alguien que ha perdido a toda su familia en una noche diciendo estas palabras, puedo detener mis propios "por qué". Puedo aceptar que hay respuestas a pesar de que yo no las conozca.

¿Por qué escuché acerca de esta historia? A veces escuchamos sobre un acontecimiento y pronto lo olvidamos. O lo desechamos por ser demasiado lejano para ser relevante. Pero cada noticia que leemos y cada evento que se nos cruza en el camino está allí para enseñarnos algo. Entonces, ¿cuál es el mensaje de esta tragedia? Quizás el mensaje es que deberíamos apreciar cada día que tenemos con nuestros hijos. Quizás es que deberíamos apreciar que el sufrimiento humano nunca está demasiado lejos, sino que impacta y debería impactar a cada persona que escucha sobre él. O quizás el mensaje es que deberíamos estar enviando a nuestros hijos a la escuela no sólo con un sándwich, sino también con una plegaria por su seguridad.

Pero para mí, el mensaje más crucial llegó cuando le expliqué a mi hijo lo que había pasado.

Las ambulancias aún sonaban con gran estruendo cuando volví al salón y encontré a los niños haciendo carreras de autitos en el piso. Me senté junto a ellos y los miré jugar antes de contarle vagamente a mi hijo de seis años lo que había ocurrido con palabras que esperanzadoramente no lo aterrorizarían. Le pregunté si quería decir una plegaria por los chicos que habían sido 'heridos' y por sus padres.

Asintió sin levantar la vista de sus autitos, y luego comenzó a cantar una canción que había aprendido en la escuela hacía poco. "Esav estaba viniendo con 400 hombres pero Yaakov estaba rezándole a Hashem". Me senté allí por un momento, confundida, hasta que mi hijo dijo: "Esta es mi canción para las mamis y los papis. Les estoy enviando la plegaria de Yaakov para que no estén asustados. Para que sepan cómo rezar por sus hijos. ¿Debería cantarla de nuevo?".

Yo asentí mientras pensaba en las palabras que mi hijo estaba diciendo. El mal es ruidoso e insensato, y viene con un ejército de 400 hombres. Viene con los ensordecedores tiros en el aula de un colegio. La bondad es silenciosa. Viene en una plegaria que nadie más puede escuchar. Está en los casi invisibles pasos de una anciana limpiando las calles al amanecer. Y la bondad se ubica detrás de las escenas en una vida como la de Avivit Shaer, quien pudo haber renunciado a todo y haber caido en un pozo de depresión después de perder a toda su familia en el incendio y que, en cambio, continuó enseñando e inspirando a sus estudiantes con su firme fe y perseverancia.

A pesar de que la bondad es más tranquila y humilde que el mal, es mucho más poderosa. Quizás este sea el mensaje que necesitamos escuchar frente a esta insensata tragedia: el poder de la bondad es mucho más grande que el del mal. No tenemos todas las respuestas a los 'por qué' que vienen a nuestras mentes después del segundo tiroteo más mortal en la historia de los Estados Unidos. Pero tenemos esperanza. Si cada acción de bondad que hacemos es mucho más poderosa que cualquier acto de maldad, entonces al menos podemos levantarnos cada mañana con determinación, como lo hace la anciana que limpia el mundo, poco a poco.

La canción de mi hijo pronto calló las sirenas a la distancia, y yo deseé que de alguna manera esa canción llegara a los padres que estaban a media hora de nosotros, fuera de la escuela. Mientras él cantaba, me paré frente a la ventana del salón presionando mi cara contra el vidrio, pensando en las palabras de Avivit Shaer: "Se trata de traer luz al mundo, incluso cuando parece estar oscuro". Basurita por basurita. Canción por canción. Palabra por palabra. Reconstruyamos.

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