Por favor R.S.V.P.

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La plaga de no responder a las invitaciones es más seria de lo que piensas.

“Por favor. Por favorcito. R.S.V.P.”. ¿Alguno de ustedes se está retorciendo mientras piensa en la cantidad de invitaciones apiladas en su cajón? ¿Ha pasado tanto tiempo que algunas de las fechas han pasado y ahora debes una gran disculpa? Y eso que ni siquiera he mencionado las invitaciones electrónicas…

En realidad, no estaba señalando a nadie, sino solamente citando el título de un artículo del Wall Street Journal, pero como nos gusta decir en mi casa durante nuestras reuniones familiares (!), “Si te queda el zapato…” Parece que no responder a las invitaciones es un gran problema en el mundo, y empeora cada vez más.

Las situaciones que se discutían en el artículo no eran en realidad smajot (alegrías) familiares, sino que más orientadas a los negocios (celebraciones de festividades de clientes por ejemplo) y el problema más común parecía ser que muchos (sí, a veces más de 50) personas descuidaban el R.S.V.P. (confirmación de asistencia) pero sin embargo llegaban al evento. Esto requería entonces muchas habilidosas maniobras por parte del planificador del evento y el encargado del catering para dividir la comida y reacomodar los asientos.

Pero pasa constantemente, en todo tipo de ocasiones. De hecho, esta mañana, dos amigas separadas compartieron conmigo sus frustraciones. Una estaba ocupada horneando para un evento abierto que estaba planificando, llenando su congelador de delicias, pero sin embargo muy pocas de sus amigas habían respondido a su invitación y ella no tenía ni idea para cuantas personas preparar. Otra estaba enseñando una clase de cocina y tenía el mismo problema descrito en el artículo. En el último minuto, muchas más personas se registraban y ella tenía que rápidamente comprar y preparar más comida.

Algunas de mis amigas y yo hemos tenido experiencias un poco diferentes. La falta de R.S.V.P. es la misma, y en muchos casos se ha requerido llamadas telefónicas personales (con la ayuda de amables y serviciales amigas) una semana y media antes de la celebración. Además, parece haber un fenómeno común de las personas que sí responden al pedido de R.S.V.P. (lo cual es muy apreciado), y son entonces acomodadas cuidadosamente en “la mesa apropiada” y luego no llegan (lo cual no es apreciado).

En ocasiones, la madre de la novia o la madre del niño de Bar Mitzvá se han acercado a mí llorando por el desperdicio de dinero y falta de consideración mientras observan el salón y ven una mesa repleta con 12 y otra vacía con cuatro (de acuerdo, quizás están mal enfocadas ¡ese es un tema aparte!).

Yo trato de ofrecer palabras de consuelo y de juzgar favorablemente a los que no asistieron. “Estoy segura que surgió algo con lo que tenían que lidiar inmediatamente”. “Yo sé que ellos estarían aquí si pudieran”, y así. Pero es sólo un consuelo. Y no rellena la cuenta del banco o aumenta la alegría.

Y parece ocurrir con demasiada frecuencia como para que todas las excusas sean siempre verdaderas.

La Torá nos enseña que el pueblo judío es una nación de personas generosas. Nos encanta involucrarnos en actos de bondad. Es uno de nuestros distintivos. Preparamos cenas y consolamos a personas de duelo y visitamos a los enfermos. Es impresionante, admirable, reconfortante y estimulante.

Pero la consideración con el tema de R.S.V.P. y cumplir con nuestra palabra también son actos de bondad. Sí, a veces la niñera cancela (¡pero al menos intenta conseguir una!). Sí, a veces un niño no se siente bien (¿vas a mandar a ese mismo niño a la escuela al día siguiente?). Sí, a veces estamos más que cansados (espera, ¡eso es todo el tiempo!) pero debemos verdaderamente ponernos en los zapatos del anfitrión y seguir la famosa máxima de Hilel: “Aquello que es odioso para ti, no se lo hagas a los otros”.

A ninguno de nosotros nos gusta lidiar con estos comportamientos desconsiderados. Una nación de personas generosas es una nación que responde oportunamente y participa cuando prometen hacerlo. Tenemos que estar a la altura de nuestra reputación y nuestro potencial. Alguien pensó en invitarnos, alguien quería compartir su alegría y su entusiasmo. Ellos pensaron en nosotros; otorguémosles la misma consideración.

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