El corte de pelo

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Cuando aparecieron las niñas, me di cuenta que efectivamente, mi hija era la que tenía más habilidades de peluquera

El jueves pasado mi hija de 3 años y medio fue después del Gan a la casa de su mejor amiga, algo que sucede casi todas las semanas. Hablé con la mamá de la amiga y quedé en ir a buscarla cerca de las 6 p.m. Al llegar, poco antes de la hora fijada, la mamá (una gringa muy top) me abrió la puerta con cara de espanto y me dijo en su perfecto inglés: "I'm so embarrass, they cut their hair". ("Estoy tan avergonzada, se cortaron el pelo").

Me quedé en shock por un minuto y luego pensé que no era tan terrible, que son travesuras de niños. Además, pensé en lo mal que se debía estar sintiendo mi amiga y le pregunté: "¿Quedaron muy mal?". Una pregunta casi retórica, porque dos niñas de casi 4 años no tienen la habilidad para cortarse bien el pelo, o la noción de lo que esto significa. Me contestó que definitivamente su hija estaba peor. Le pregunté qué debíamos hacer, ya que después de todo esta pequeña es su tercera hija y mi hija es la mayor, por lo que pensé que tendría más experiencia con respecto al tema. Discutimos, y al final llegamos a la conclusión que probablemente el sólo hecho de tener que cortarles el pelo para emparejarlo sería suficiente para que entendieran que eso estaba mal (acompañado obviamente una conversación sobre el tema).

Cuando aparecieron las niñas, me di cuenta que efectivamente, mi hija era la que tenía más habilidades de peluquera (cada una se había cortado su propio pelo y definitivamente lo de su amiga era más grave). Mi hija se cortó la parte de atrás del pelo y quedó parecida a la chimoltrufia del Chavo del 8. Su amiga, se cortó a cero todo el pelo que rodea la cara incluyendo la chasquilla. Es decir, básicamente se rapó y no tenía ningún arreglo.

Les dijimos que no estaba bien lo que habían hecho, pero en ese momento, las dos estaban muy orgullosas de su obra de arte y no parecía importarles mucho lo que nosotras pensáramos con respecto a su nuevo estilo.

Al llegar a la casa, me senté con mi hija y traté de explicarle las consecuencias de lo que había hecho. Como le encanta que la peine, y normalmente cada mañana elegía qué tipo de peinado quería, me agarré de eso y le dije que con ese pelo, ya no alcanzaba para trenzas ni colitas, y que definitivamente teníamos que ir a la peluquería a emparejarlo. Por más que yo le explicara que demoraba en crecer, ella parecía no entenderlo, no podía asumir que su juego tenía consecuencias que no le gustaban.

Ahí fue cuando me di cuenta de algo increíble. Yo estaba intentando que mi hija de 3 años y medio entienda y asuma algo que muchos de nosotros como adultos aún no podemos hacer: Entender que nuestros actos tienen consecuencias y que debemos asumirlas.

Renuncié a pedirle que comprendiera el tema de las consecuencias. Me di cuenta que era mucho pedir para su edad y me quedé pensando en cómo lidiamos los adultos con las consecuencias de nuestras acciones. ¿Cuántas veces tratamos de escapar de las consecuencias de nuestros actos? ¿Cuántas veces no nos disculpándonos con alguien porque le hicimos un daño sin querer?

El asunto no es simple, requiere mucha conciencia y reflexión, y muchas veces cuando tomamos las decisiones no estamos considerando todas las variables que están en juego. Pasa en todas las áreas de la vida, si hablamos mal de alguien no medimos el peso de nuestras palabras ni el daño que las mismas pueden causar. Si optamos por una determinada carrera no pensamos sobre el estilo de vida que implica. Cada decisión que tomamos en la vida tiene implicancias, no siempre buenas, no siempre malas. El hecho es que debemos tratar de considerar la mayor cantidad de variables cuando tomamos nuestras decisiones, y si de hecho nuestra opción tiene consecuencias que no son agradables, tenemos que estar dispuestos a aceptarlas y a asumirlas. De seguro no es fácil.

De alguna manera, creo que finalmente mi hija entendió que no le puedo pegar el pelo que se cortó y que vamos a tener que esperar varios meses para que crezca. Por el momento la melena le queda muy bonita. Yo, por mi parte, me di cuenta que tengo mucho que pensar y analizar cada vez que tomo una decisión.

 

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