Hablando con Dios

Los más vistos

2 min de lectura

Incluyendo a Dios en nuestra rutina diaria.

Hace algunas semanas una de mis amigas me comentó que había hablado por teléfono con una de sus amigas de Israel. Ella le decía a su amiga que es increíble como en Israel se puede vivir con espiritualidad y cercanía a Dios, sin embargo, fuera de Israel, la rutina parece tomar control de todo e interrumpir nuestra conexión con Dios.

 Mi amiga, me comentó sobre su conversación con un poco de frustración. No podía creer que habiendo sido vecina por muchos años de esta mujer israelí, hoy sus vidas fueran tan diferentes. Me contó que discutió este tema con su amiga y que ella le respondió que en realidad no es vivir dentro o fuera de Israel, sino que todo tiene que ver con querer involucrar a Dios en nuestras vidas.

 Le dio como ejemplo, que lo que debemos hacer es meter a Dios en nuestra rutina, hablarle mientras cocinamos, mientras manejamos en el tráfico y durante el transcurso de nuestras actividades diarias.

 Me pareció interesante la idea, que si bien no es nueva, era la primera vez que se me presentaba en una forma tan simple y cotidiana. Decidí hacer la prueba y tratar por la siguiente semana de comunicarme con Dios más seguido y en circunstancias no habituales. Me refiero a que iba a tratar de conectarme con Dios no sólo en mis momentos de tefilá (rezo) o en los momentos de reflexión, sino que conectarme con él durante la rutina.

Lo hice. Le hablé mientras cocinaba, le pedí cosas al ordenar los juguetes de los niños y le agradecí mientras esperaba en el tráfico. Me concentré en tratar de sentir Su presencia en todo lugar y en toda actividad.

Hay que reconocer que estar en Israel y específicamente en Jerusalem, nos da una sensación de conexión total. En ese lugar sentimos que Dios se revela y que los milagros pasan a cada minuto. Ciudad de México por su parte, tiene muy poco de eso. En un intento desesperado por respirar aire limpio y salir de los tráficos, espiritualidad es lo que menos se siente. A pesar de eso, la experiencia tuvo un resultado asombroso.

Durante esa semana de prueba, me sentí diferente. No sabría decir si espiritual es la palabra. Pero era como si el concepto de que “todo depende de Dios” y de que “no se mueve ni una hoja de un árbol si Dios no lo quiere” tomara vida. Al involucrar a Dios en mis actividades, cada vez se hacía más evidente que el éxito de las mismas dependía de Él. No era un pensamiento abstracto, sino algo real, vivencial, algo que era posible experimentar.

Además de esa dependencia total, al intentar meter a Dios en tu vida, te invade un sentimiento de seguridad y compañía. No te sientes sola, muy por el contrario, experimentas esa rica sensación de estar siempre con alguien que te quiere.

Ahora el gran desafío es tratar de prolongar ese tipo de relación con Dios. Todos conocemos la fuerza de la rutina y la facilidad que tiene para hacernos olvidar nuestros planes. Entonces, no es sino con un esfuerzo consciente, que podemos lograr sintonizarnos con Dios. Es difícil, pero posible.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.