Camino #20: El arte de la conversación

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Hoy en día la gente está más ocupada que nunca. Tener una conversación es cada vez menos frecuente... ¿Aló? ¿Alguien me está escuchando?

Jorge va caminando por un callejón oscuro, cuando de repente salta frente a él un hombre con una pistola.

"¡No dispares!", suplica Jorge. "Te entregaré todo mi dinero".

"No quiero tu dinero", dice el hombre con la pistola. "Toda mi vida he querido que alguien se siente a platicar conmigo. Ahora voy a hacer que me escuches durante una hora".

Esta historia refleja un aspecto muy penoso de la condición humana. Hoy en día, la gente está más ocupada que nunca, trabajando, viajando, comprando. Pero al final, el tiempo de conversación está disminuyendo. ¿Quién tiene tiempo para hablar?

Reflexionas. Quieres que la gente te entienda. Pero... ¿acaso hay alguien escuchándote?

El Camino #20 es Bemiut sijá, que significa literalmente 'minimiza la conversación'. En otras palabras, es utilizar la conversación de manera efectiva. La conversación es nuestra herramienta para estar en contacto con otros seres humanos. Si no nos comunicamos, estamos solos.

Construyendo relaciones

La Torá dice que Dios creó al hombre como un "ente hablante" (ver Targum Onkelos, Génesis 2:7). El habla es, consecuentemente, lo que diferencia a los seres humanos de las demás criaturas. La gente suele centrarse en sí misma y cerrarse. La conversación es una manera de salir de esta absorción.

Muchas amistades nunca traspasan el nivel superficial. Es posible hablar infinitamente sobre recetas, fútbol y moda. Pero eso no es suficiente. Necesitamos gente con la que podamos compartir nuestros pensamientos más profundos.

Inclusive miembros de una misma familia pueden vivir en un aislamiento comunicativo. Los muebles de la sala estaban originalmente diseñados para que las personas se vieran unas a otras. Hoy, las salas están diseñadas para que todos vean televisión. Ves un partido de fútbol y dices mientras masticas: “Esa fue una buena jugada”. ¿¡Qué conversación puede competir con la magia de la tecnología!?

Hoy en día, cada uno está en su pequeño rincón luchando consigo mismo. Necesitamos pasar tiempo con los demás, pero no para ver televisión, sino para estar juntos y comunicarnos. Sin esto te sofocas en tu propio mundo. Te aíslas en tu propia opinión. Te aíslas en tu propio hogar.

Destina un tiempo específico de tu día para hablar. Programa un periodo de tiempo para hablar con tu esposa, con tus hijos, con tus padres y con tus amigos. El habla transmite los pensamientos más profundos del alma. Las palabras que salen del corazón entran al corazón. Una cosa que otra persona dice puede tocar una cuerda interna en nosotros. Las conversaciones construyen conexiones fuertes y expanden nuestro mundo. Sin ellas, nos deterioramos emocionalmente y morimos.

Una gran conversación es una oportunidad para explorar mundos enteros. A diferencia de una película, este mundo es real, no imaginario. Y la relación resultante es infinitamente más valiosa.

Practica el arte de la conversación

La gente está acostumbrada a “hablar”, pero muy pocos se “comunican” realmente. Hablar es natural y automático. Pero la comunicación es un arte que debe ser aprendido y practicado.

Empieza cambiando tu actitud. ¿Alguna vez te has sentado por varias horas en un avión? Lees todas las revistas y ves la película proyectada. No hay nada más que hacer. Trata de hablarle a la persona que está a tu lado.

Tienes que preparar el ambiente. Empieza diciendo: “Hola”. Después pregunta algo simple, no hagas preguntas amenazantes. "¿De dónde eres? ¿Cuál es tu nombre?". Sólo estás intercambiando credenciales. Sin daño. Sin armas.

Sí, es difícil, porque no sabes adónde se dirigirá la conversación. Pero, ¿de qué te preocupas? ¿Acaso se levantará y anunciará a todos los pasajeros: “¡Hey, atención, estoy sentado al lado de una persona aburrida!”?

Es una lástima sentarse silenciosamente durante todo el vuelo y después “accidentalmente” iniciar una conversación fascinante justo antes del aterrizaje.

No tengas miedo a que te rechacen o a no tener nada inteligente que decir. No te vas a morir. Vas a aprender cómo hacerlo. Las buenas conversaciones deben ser cultivadas y producidas. ¿Te hace sentido?

No confundas “discusión” con “conversación”

Una “discusión” es una cuestión de bien y mal, un intercambio cerebral de hechos concretos y opiniones.

Una "conversación" es una exploración personal de otra persona. El punto de la conversación no es impresionar a otros o engrandecer tu popularidad, sino aprender de otros.

Este es nuestro error más común. Cuando hablas con la persona en el avión, no le digas al final del viaje cuántos trofeos has ganado y cuánto dinero has ganado en la bolsa de comercio. Tampoco preguntes acerca de quién ganó el partido de fútbol o del precio del dólar. Eso no es una conversación, eso es el mesón de informaciones.

El punto de la conversación es conectarte con alguien y explorar sus experiencias, pensamientos, sentimientos y apreciaciones internas. ¿Qué opina de la vida, del amor, del sentido de la creación? Por ejemplo, mientras que una “discusión” se podría enfocar en la pregunta: "¿El presidente está lidiando efectivamente con la economía?", en una “conversación” preguntarías: “¿Cómo te está afectando la situación económica personalmente?”.

Intenta traer el tema a una realidad más emocional. Pregúntale a la otra persona cómo está lidiando con las cosas que le molestan. Tal como cuando hablas con tu esposa/o después de un largo día, la conversación debe ser: “¿Cómo te sientes? ¿Qué te molestó en el día? ¿Qué te dio alegría?”.

Si experimentas dificultad para hacer que el otro hable, construye confianza hablando sobre tus propias experiencias y sentimientos. No seas el “señor sabelotodo”. Cuando presentes una idea, di: “Llegar a un equilibrio entre la familia y la carrera ha sido difícil para mí. Veo la situación de esta forma. Me gustaría realmente conocer tu experiencia y cómo te sientes al respecto”. Al informarle al otro acerca de tu reacción ante una situación, el otro también sentirá deseos de informarte acerca de su reacción.

El fascinante mundo de un ser humano

¿Cómo mantienes una conversación interesante? Manteniéndote fascinado. Si tienes una curiosidad apasionada sobre la vida y el ser humano, serás un excelente conversador. La gente te hablará libremente porque tu interés los atraerá como un imán.

Si encuentras que tener “fascinación” no es fácil para ti, haz un análisis interno. Intenta averiguar por qué. Generalmente el problema es la indiferencia, es decir, “¿por qué debería importarme esta persona?”.

Para enfocarte, toma conciencia de que todo ser humano es un misterio increíble, creado a imagen y semejanza de Dios. Puede que cometamos errores, pero cada persona es única y sagrada, llena de ideas, experiencias y una sabiduría especial.

No te confundas. La mayoría de la gente no revela inmediatamente lo que es especialmente interesante y significativo en ellos.

Para descubrir a la maravillosa persona que hay detrás de la fachada, intenta entrevistarlos como un periodista que persigue una historia importante. “¡Wow! ¿Eres de Panamá? ¿¡Cómo te arreglas con el calor!?”.

Todos quieren llegar a conocerse a sí mismos, pero la introspección es demasiado dolorosa. Entonces, cuando haces preguntas, estás en realidad ayudando a la otra persona a que se conozca a sí misma. Imagina que alguien te preguntara: “¿Qué opinas de la vida? ¿Es bella? ¿Es aburrida? ¿Es una lucha?”. La conversación provoca que veas dentro de ti, que te examines y que trabajes en tu descubrimiento personal. Las mismas preguntas que te gustaría que te hiciesen, ¡pregúntaselas a otra persona!

Especialmente cuando estés planeando un paso importante en tu vida como matrimonio, carrera profesional, espiritualidad utiliza la conversación como una herramienta. Entrevista a los demás: ¿Cómo fue tu experiencia? ¿Fue interesante? ¿Cuáles son los problemas? ¿Qué es lo placentero? ¿Cómo te sobrepones a tus temores? ¿Qué ganaste? ¿Cuáles son las alternativas disponibles?

Cuando estás fascinado, la gente comienza a hablar sin parar. Explora la vida. ¿Te das cuenta que ésta es una herramienta para la vida? ¡Es ridículo no utilizarla!

¿Cuál es tu nombre?

La manera principal de conectarte con la singularidad de alguien es aprender acerca de su nombre. Un nombre es un aspecto intrínseco de la identidad humana. Al utilizar su nombre, estableces una conexión y comunicas interés sobre quién es la otra persona. No puedes tener una buena conversación con alguien que te es indiferente.

Un ser humano es real sólo cuando sabes su nombre. Frecuentemente nos olvidamos del nombre de alguien y después le hablamos sin identidad. Nos sentimos incómodos. El ambiente no está bien y arruina toda la conversación.

¿Tiendes a olvidar nombres? La clave es prestar atención al comienzo, y repetir el nombre para ti mismo unas cuentas veces. Una técnica para la memoria es hacer una asociación mental. Por ejemplo, si el nombre de la persona es David Naranjo, imagínate al Rey David vistiendo un traje color naranja. (Entre más extraña la imagen, más fácil será recordarla).

Aprende a escuchar bien

Un buen amigo es alguien que sabe escuchar.

La Torá dice: “No endurezcas tu corazón o cierres tu mano” (Deuteronomio 15:7). “Cerrar tu mano” se refiere a ser avaro monetariamente, mientras que “endurecer tu corazón” se refiere a ser avaro emocionalmente. No subestimes el valor que esto tiene. Escuchar pacientemente a alguien que te cuenta sus problemas vale más que darle dinero.

En una conversación, nunca interrumpas. No anticipes ansiosamente el final del enunciado para dar tu opinión. Si alguien dice una idea con la cuál estás en desacuerdo, muérdete la lengua y sigue escuchando. Una respuesta abrupta probablemente va a poner a la otra persona en una posición defensiva, ya sea enojándose o interrumpiendo la conversación completamente. Sólo cálmate y presta atención. No comiences a mirar hacia los lados. No pienses en otras cosas. Presta atención.

Pregunta los puntos que no entiendes. Trata de entender realmente. Construye una atmósfera de confianza que te posibilitará expresar tu opinión más tarde.

No pelees con la gente. No critiques. No crees una confrontación. Comparte sentimientos. Eso es conversación.

Emite constantemente señales de que estás escuchando para demostrar interés. Utiliza el contacto visual o un gesto de reconocimiento. Utiliza palabras simples de retroalimentación como por ejemplo: “Sí, interesante”, o “Eso debe haber sido increíble”. Una persona que sabe conversar puede decir unas cuantas palabras… y construir una relación sumamente fuerte.

Haz que tus palabras cuenten

A veces nos aburrimos de vivir. Entonces hacemos una llamada y charlamos para pasar el rato.

No utilices la conversación como un escape de la realidad. Es una pérdida de energía y de palabras. Cuando acabe la conversación, te sentirás vacío.

Haz que cada palabra cuente. Considera tus palabras como joyas preciosas, que deben ser utilizadas con moderación. Habla con precisión, con claridad y propósito. Piensa antes de hablar. Asegúrate de decir lo que querías decir, y de hacerlo de la mejor manera posible. Limita tus palabras. Conecta tus palabras con tu mente en lugar de dejar que tu lengua hable sola.

El habla innecesaria entorpece tu mente. Un uso eficiente de las palabras hace que estés en control de tu mente.

Hay un dicho antiguo que dice: “La gente pequeña habla sobre otra gente. La gente mediana habla sobre lugares y cosas. La gente grande habla sobre ideas”. Las palabras que escoges determinan el tipo de persona que serás.

No hables si no tienes un propósito. En cualquier conversación, pregúntate: “¿Tiene algún propósito esta conversación? ¿Estoy aprendiendo algo sobre la vida? ¿Estoy creciendo? ¿Estamos estableciendo un contacto?”. Si no puedes identificar un propósito, probablemente es porque no lo hay.

Existe una antigua tradición judía llamada taanit dibur, un 'ayuno de palabras'. Cuando la gente se encuentra a sí misma hablando demasiado, se abstienen de toda conversación fuera del estudio de Torá. De la misma manera, en la sinagoga no debe haber diálogos externos, sólo tú y Dios.

Trata de experimentar no hablar durante una hora. Es un sano ejercicio de control personal, te ayudará a enfocarte en tu “yo” interno. No te preocupes, la gente pensará que tienes laringitis.

Evita hablar mal

La Torá dice que Dios utilizó la palabra para crear el mundo. ("Y Dios dijo: Que haya luz").

De la misma manera, para nosotros el lenguaje es una herramienta de creación; a través del lenguaje podemos construir el mundo. Una palabra de aliento le dará confianza a los demás. Hacer que alguien se sienta importante es decirle: “Tu existencia es necesaria”. Esto da vida y reafirma el deseo de vivir.

Por otro lado, el habla también puede ser utilizada para destruir. Palabras como: “No vales nada, eso es terrible”, acaban con la autoestima de una persona. El famoso dicho “Palos y piedras pueden quebrar mis huesos, pero las palabras nunca me dañarán” es una mentira.

¿Alguna vez te has encontrado en la mitad de un chisme o de un chiste de mal gusto? Es insidioso. De repente te encuentras atrapado en una discusión que ha dado un giro para mal.

Nunca digas nada negativo o derogatorio sobre otra persona, inclusive si es verdad. El chisme causa conflicto y destruye relaciones, familias e incluso comunidades enteras. Como dijo el Rey Salomón. “La vida y la muerte están en manos de la lengua” (Proverbios 18:21).

Aprende a cambiar de tema. Monitorea la conversación, y cuando te des cuenta que se está desviando del tema, hazla regresar de manera sutil.

Si esto no funciona, salte de la conversación. Ten frases simpáticas listas para utilizar en cualquier minuto. Obviamente nunca debes avergonzar al otro… ¡pero tampoco puedes quedarte ahí y verte involucrado en eso!

¿Por qué el arte de la conversación es un camino a la sabiduría?

  • Fascínate con los seres humanos y serás un excelente conversador.

  • Los seres humanos tienen sabiduría. Ayúdalos a compartirla.

  • El habla negativa te convertirá en una persona negativa.

  • Utiliza las palabras sabiamente. El habla es uno de los regalos más grandes que tenemos.

  • Mantén una conversación, no una confrontación.

  • La conversación es una herramienta de creación; nos saca del aislamiento, construye conexiones y expande nuestro mundo.

  • Satisfacer tus necesidades depende de cuán bien comuniques tus necesidades a los demás.

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