El secreto de la felicidad

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La clave de la felicidad es apreciar lo que tienes. Pero si es tan simple, ¿por qué tanta gente es infeliz?

Una vez vino a verme un joven que tenía una actitud inusualmente alegre, por lo que le pregunté cuál era su secreto.

Él me respondió: "Cuando tenia 11 años de edad, Dios me dio un regalo de felicidad. Yo estaba montando mi bicicleta cuando de repente una fuerte ráfaga de viento me empujo al piso, directo en la dirección de un camión que se aproximaba. El camión pasó por encima de mí y me cortó una pierna.

Mientras estaba ahí tirado sangrando, me di cuenta que quizás tendría que vivir el resto de mi vida sin una pierna. ¡Qué deprimente! Pero entonces me di cuenta que estar deprimido no me devolvería mi pierna. Por lo tanto en ese momento decidí que no desperdiciaría mi vida sintiéndome deprimido.

Cuando mis padres llegaron al hospital estaban conmovidos y afligidos. Así que les dije: 'Yo ya me he adaptado. Ahora ustedes también deben acostumbrarse a esto'.

Desde entonces, veo a mis amigos que se enojan por pequeñeces —su autobús llegó tarde, sacaron una mala nota en un examen, alguien los insultó—, pero yo simplemente disfruto de la vida".

A la temprana edad de 11 años, este joven entendió que es una pérdida de energía concentrarse en lo que nos falta y que la clave de la felicidad es apreciar lo que tenemos. Suena simple, ¿verdad? Entonces, ¿por qué tanta gente es infeliz?

La felicidad es un estado mental

La gente generalmente cree que la felicidad se basa en lo que logras y adquieres.

Mi vida mejoraría si tuviera un coche nuevo...”.
“Sólo necesito un mejor trabajo y luego me puedo relajar y ser feliz…”.
“Si tan sólo conociera a la mujer correcta...”.

Pero consigues el auto y ¿qué sucede a continuación? Durante una semana estás en las nubes, pero luego de eso vuelves a ser infeliz.

La felicidad proviene de dominar el arte de apreciar.

La felicidad no es un acontecimiento; es un estado mental. Puedes tener todo en el mundo y seguir siendo miserable. O puedes tener relativamente poco y sentir alegría sin límites.

Como dice el Talmud, “¿Quién es rico? El que aprecia lo que tiene” (Ética de nuestros padres 4:1).

Por eso las plegarias matutinas comienzan con una serie de bendiciones en las que le agradecemos a Dios por lo simple y obvio:

Te agradezco, Dios, por darme la vida. Gracias Dios porque puedo ver, porque puedo usar mis manos y mis pies, porque puedo pensar.

La felicidad proviene de dominar el arte de apreciar y de disfrutar constantemente lo que ya tienes.

Al borde del precipicio

Imagina que estás en el piso 70 del edificio Empire State, mirando el paisaje urbano. De repente, un hombre de gran tamaño te empuja bruscamente para abrirse paso, abre la ventana de un tirón y anuncia su intención de saltar.

Tú le gritas: “¡Detente! ¡No lo hagas!”.

Este hombre, de casi 2 metros de estatura, se da vuelta y te dice amenazadoramente: “¡Intenta detenerme y te llevo conmigo!”.

“Umm.... No hay problema. Que tengas un buen viaje. ¿Tienes algunas últimas palabras que decir?”.

“Deja que te cuente mis problemas”, dice él. “Mi esposa me dejó, mis hijos no hablan conmigo, perdí mi trabajo y mi mascota murió. Entonces, ¿por qué habría de seguir viviendo?”.

De repente tienes un destello de inspiración.

“Cierra los ojos por un minuto e imagina que eres ciego. No hay colores, no ves a los niños jugando, no hay campos de flores, ni puestas de sol. Ahora imagina que de repente sucede un milagro. ¡Abres los ojos y tu vista ha sido restaurada! ¿Todavía saltarías o preferirías quedarte una semana más para disfrutar de tu vista?”.

“Me quedaría por una semana”.

“Pero, ¿qué sucedió con todos tus problemas?”.

“Supongo que no son tan malos. ¡Ahora puedo ver!”.

“Bueno, tu globo ocular vale al menos cinco millones de dólares. ¡Eres un hombre rico!”.

Tu globo ocular vale al menos cinco millones de dólares. ¡Eres un hombre rico!

Si realmente aprecias tu vista, entonces los demás sufrimientos son insignificantes. Pero si lo das todo por sentado, entonces nada en la vida te dará felicidad.

Conceptos erróneos en el camino a la felicidad

Concepto erróneo #1: "Una vez que conozca las herramientas para ser feliz, entonces va a funcionar como por arte de magia".

No esperes obtener resultados automáticamente. Es posible comprender intelectualmente cómo alcanzar la felicidad pero no ponerlo en práctica. De hecho, muchas personas prefieren estar cómodas e infelices en lugar de soportar la molestia de cambiar sus hábitos.

Tal como el aprendizaje de cualquier habilidad nueva requiere de esfuerzo, de la misma manera debes estar dispuesto a esforzarte en gran medida para alcanzar una verdadera felicidad.

Concepto erróneo #2: "Si me siento contento y satisfecho con lo que tengo entonces perderé mi motivación para lograr más".

La felicidad no vacía tu energía, sino todo lo contrario, ¡te da más energía!

Pregúntale a una persona feliz: “Tengo un barco. ¿Quieres ir de pesca?”.

“¡Grandioso! ¡Vamos!”.

Ahora dile a alguien que está deprimido: “¡Ven, vamos a pescar!”.

“Estoy cansado. Quizás mañana. Y de todos modos tal vez llueva...”.

La gente feliz es enérgica y ambiciosa. ¡Nunca hay tiempo suficiente para hacer todo lo que quieren hacer!

Concepto erróneo #3: “La felicidad es opcional. Si quiero estar deprimido, tengo derecho a estarlo”.

Imagina que un hermoso domingo por la tarde estás en el parque con tus amigos. De repente, alguien comienza a quejarse: “¿Quién olvidó los tenedores? Aquí hace demasiado calor para jugar voleibol. ¡Me quiero volver a casa!”.

Cuando nuestro estado de ánimo afecta negativamente a los demás, sabemos que tenemos la obligación de estar alegres y no arruinar la diversión. Por eso es que tratamos de poner una cara alegre cuando vamos a una fiesta.

¿Pero qué hay de cuando estamos en casa con nuestra pareja e hijos? ¿O cuando llegamos a la oficina el lunes por la mañana?

Al igual que un pozo abierto en el medio de la carretera, una cara amargada también es una amenaza pública. Ser feliz es parte de ser considerado con las personas que nos rodean.

Ejercicios de felicidad

Estos ejercicios aumentarán tu gratitud y te ayudarán a construir una base sólida para una vida llena de felicidad.

a) La cuenta diaria de placeres

Para aumentar tu valoración de la vida, anota en un papel algunas cosas por las que estés extremadamente agradecido y revísala cada mañana durante un mes. Por ejemplo: Tus ojos, tus manos, tus hijos, tu gato.

Fija un tiempo cada día para reflexionar sobre estos placeres y siente agradecimiento por ellos.

Para trabajar realmente sobre esto, siéntate con tu pareja o con algún amigo todas las tardes y conversen sobre un placer que haya tenido cada uno ese día. ¡En el peor de los casos tendrás una pareja o amigo más feliz! Puedes incorporar esto en tu rutina familiar para que tus hijos también aprendan a apreciar sus placeres diarios.

b) El festín de bendiciones de una hora

El siguiente ejercicio es más desafiante.

Dedica una hora para anotar todas las cosas por la cuales te sientes agradecido.

La mayoría de las personas avanza rápidamente durante los primeros 15 minutos. Durante los siguientes 15 minutos el lápiz se mueve más lento. Los 15 minutos que les siguen se vuelven incluso más duros, pero con un gran esfuerzo puedes seguir anotando si incluyes tus cejas y calcetines...

Los últimos 15 minutos se vuelven insoportables.

Una vez que termines la lista, añade una nueva cosa cada día.

El poder de este ejercicio es claro: Debes estar conciente de todas las bendiciones que hay en tu vida para que aprecies qué bendiciones nuevas se cruzan en tu camino.

c) Prioriza tus bendiciones

Para volverte un verdadero experto del agradecimiento debes poner prioridades a tu lista. ¿Qué es más valioso, tus manos o tus pies? ¿Tus ojos o tus oídos? ¿Tu sentido del gusto o tu sentido del tacto?

Comparar los placeres te forzará a identificar los aspectos más sutiles de cada uno de ellos.

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