Uno de Esos Días

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Dios tiene buen sentido del humor. Yo fui el blanco de uno de sus chistes.

Fue algo como salido de comercial de TV. Me quedé dormida, lo que causó que llegara tarde a una reunión muy importante. En la ducha me entró champú en los ojos, y entonces, cuando busqué la pasta de dientes, apreté por equivocación la crema para granos (¡triste pero cierto!)

Después mi impresora se atascó, y mientras yo suplicaba desesperadamente con mi informe alojado obstinadamente en las profundidades de la complejidad tecnológica, el tostador eléctrico a prueba de tontos alegremente incineraba mi desayuno. Luego, no pude encontrar mis zapatos de leopardo que hacían juego con mi cartera.

Para colmo, mi auto no arrancó y cuando crucé atrasadísima mi transitada calle, esquivando a pequeñas mujeres en grandes 4x4, la tira de mi cartera se rompió, desparramando fragmentos de mi vida por toda la calle a la hora de más tráfico.

Me hundí en la acera y decidí que si había un buen momento para comenzar a fumar era ese. Pero no pude comprar ningún cigarrillo ya que mi bolso estaba siendo aplastado por una gran cantidad de neumáticos que recorrían una trayectoria sorprendentemente precisa.

Días como este son mandados para recordarnos que somos simplemente humanos; no tenemos tanto control como nos gusta pensar.

Me imagino que por eso la gratitud es parte fundamental de la estructura de la vida diaria judía. La primera cosa que decimos en la mañana es una expresión de gratitud por despertarnos a un nuevo día. Agradecemos a Dios por la comida que comemos y por la ropa que vestimos.

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Me encanta que tengamos una bendición especial cuando vemos un arco iris, cuando escuchamos un trueno, cuando vemos el océano.

Pensé sobre cuan increíble es poder agradecer a Dios por estos milagros diarios y me pregunté por qué muchas personas no están agradecidas con su porción en la vida. Mientras estaba sentada allí, meditando, inhalando los gases de los tubos de escape, pensé en una de las bendiciones de la mañana: “Bendito eres Tú, Dios que le das visión al ciego”. No estamos hablando sólo de la vista, sino de ver internamente.

Y luego entendí lo obvio: la gratitud es algo que tiene que ver sólo con la actitud. La persona más feliz en el mundo no es la que tiene más, sino la que hace más con lo que tiene. Los sabios en la “Ética de los Padres” lo exponen de la siguiente manera: “¿Quién es rico? Aquel que aprecia lo que tiene” (estoy segura que también se referían a “la” que aprecia lo que tiene).

Me di cuenta de que tenía mucha suerte de tener una tostadora que quema, zapatos para elegir, y mi propio auto (un poco temperamental) que me lleva a todos lados. Dios nos manda días como este para que no demos las cosas por sentado. Y además, porque Él tiene sentido del humor.

Citando un viejo refrán: “El truco es agradecer en los días buenos, y reírse en los malos”.

Entrar en una “actitud de gratitud” puede parecer un poco intimidante — eso de enfocarse en la energía positiva y encontrar lo bueno de la gente puede parecer una ¡pesada carga! Pero no necesitas medicinas de la nueva era ni terapias alternativas. Es tan fácil como decir “gracias”.

Cuando empiezas a enfocar tu energía en apreciar lo bueno de la vida, tendrás poco tiempo para quejarte de lo malo.

Dile gracias a la Sra. que empaqueta tus bolsas en el mercado. Dile gracias al tipo que te dirige en el tráfico. Dile gracias a la persona que te hace un té en la oficina. Dile gracias a las personas que te van a buscar al colegio. Dile gracias a tu esposa por preparar la cena. Dile gracias a tus hijos por traer alegría a tu vida. Y dile gracias a Dios por darte otro día para apreciar todos estos pequeños milagros.

Entonces cuando estaba sentada al lado del camino mientras escribía un mensaje de texto disculpándome por faltar a la reunión, me di cuenta de que el sol estaba brillando. Tengo salud, familia cercana y buenos amigos. Tengo un cálido y amado hogar. Un pequeño pajarito cantaba alegremente en el árbol sobre mí, y mientras levantaba mi vista para admirarlo, me arrojó un pequeño regalito (triste pero cierto). Sip, murmuré mientras me limpiaba la cara, es sólo uno de esos días. Y estoy agradecida por ello.

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