3 formas de alcanzar serenidad

4 min de lectura

A pesar de las tormentas de la vida, la calma interna está a tu alcance.

Todos experimentamos problemas y desafíos en diferentes momentos de nuestras vidas, algunos grandes y algunos pequeños. Muchos de nuestros sueños y planes inevitablemente se desmoronarán, a pesar del esfuerzo invertido. Sin embargo, ‘tranquilidad’ no significa vivir una vida libre de desafíos, sino la habilidad de lidiar con los contratiempos de una manera adecuada.

Muchos de nosotros nos quedamos perplejos ante los posibles caminos que hay en la vida, temerosos de las vertiginosas posibilidades y numerosas incertidumbres. Puede que vivamos en el peor escenario o que nos sintamos atascados en el “qué pasaría si…”. Es posible que invirtamos una gran cantidad de energía analizando y luchando en contra de la dirección que tomó nuestra vida. Sin embargo, la mayoría de nosotros nos damos cuenta que no podemos cambiar toda situación o circunstancia para mantener una vida libre de dolor y desafíos.

Pero la verdad es que sí existe una forma de vivir las ocurrencias del día a día con mayor calma interna. No cambiando nuestra realidad, sino cambiando nuestra perspectiva sobre esa realidad. Seguir este proceso de tres pasos nos ayudará a alcanzar la tan ansiada serenidad.

1. Interiorizar el conocimiento y la fe de que Dios sabe qué es lo mejor para nosotros

Al interiorizar la creencia de que Dios nos ama incondicionalmente y que nos está cuidando de la forma más preciada, podemos fomentar activamente nuestra calma interna.

Cuando enfrentamos una crisis, debemos intentar recordar que Dios se preocupa y hace lo mejor para nosotros. Él siempre está allí para proteger y preservar a Su pueblo.

Igual como los padres cuidan los intereses de sus hijos, así también lo hace Dios. Sin embargo, igual como los niños pequeños pueden sentirse perplejos y en ocasiones no entender la forma en que sus padres hacen las cosas, nosotros muchas veces no entendemos por qué Dios dirige nuestra vida de cierta forma ni sabemos qué tiene planeado para nosotros a futuro. No obstante, debemos recordar constantemente que hay un plan maestro y que todo lo que pasa es para nuestro bien.

2. Aceptar lo que no podemos entender o cambiar

Un punto clave para alcanzar un estado de serenidad está en nuestra habilidad de aceptar lo que es y lo que fue. Los detonantes externos están fuera de nuestro control. Este mundo está lleno de imperfecciones, energía negativa y locura. Nosotros no podemos controlar lo que sucede a nuestro alrededor, sino solamente lo que ocurre dentro de nosotros.

Por ejemplo, puede que me encuentre frente a una pantalla de computadora congelada, frustrada con la computadora o conmigo misma por haber olvidado guardar mi trabajo. No puedo cambiar esas circunstancias. Sin embargo, puedo cambiar la forma en la que pienso y por lo tanto la forma en la que me siento.

A pesar de ser algo difícil de hacer, cambiar nuestros pensamientos sí está dentro de nuestro control. Externamente nada cambia, pero reorganizar nuestros pensamientos y redirigirlos hacia un lugar más sano de aceptación y paz es algo que eventualmente cambiará nuestra perspectiva. Al mismo tiempo, esto podría afectar dramáticamente la forma en que nos sentimos y respondemos ante las situaciones. Las emociones generalmente arrastran a nuestros pensamientos, pero con determinación y práctica estos pueden ser canalizados.

De nosotros depende cómo será el día de hoy. Podemos escoger qué tipo de día tendremos mediante conversaciones internas y cambios de foco. Dificultades como perder un trabajo o no cerrar un acuerdo de negocios son desafíos que están fuera de nuestro control; no tienen nada que ver con nosotros personalmente.

Como ejemplo práctico, cuando te sientas agobiado con tus responsabilidades como pareja o padre, engáñate a ti mismo. Di en voz alta: “Puedo hacerlo” o “No hay ninguna razón para estar exhausto, ¡yo puedo hacer esto!”. Verbalizar estas palabras no sólo confirma la frase en nuestra mente, sino que también construye nuestra confianza y nos lleva en una dirección positiva.

3. Intentar cambiar lo que sí podemos sobre nosotros mismos o las circunstancias

Creer que todo lo que Dios dispone para nosotros es para bien y cultivar una actitud de aceptación lleva a una visión más saludable de la vida. Habiendo trabajado en eso, podemos a continuación acercarnos al tercer paso desde una posición de mayor poder. Esto es, podemos intentar cambiarnos a nosotros y/o a las circunstancias sin experimentar desesperación si llegamos a fallar.

Ahora podemos actuar en base a nuestros valores. Nada se iguala a la fuerza de voluntad, la cual es un verdadero testimonio de la fuerza del cuerpo y del alma. Nuestra voluntad es como un músculo; necesita ser ejercitado para fortalecer su poder.

Cambiar las características de personalidad que están arraigadas dentro de nosotros es un gran desafío. Muchos de nosotros requerimos muchísimo más control para no reaccionar que para sobrereaccionar, por lo que perder el control es una señal de debilidad. Sin importar qué característica de personalidad estemos trabajando, tenemos que motivarnos y ser moderados con nosotros mismos para poder mantenernos en el camino correcto.

La compostura interna está a nuestro alcance. Aunque las luchas y contratiempos pueden desviarnos temporalmente, estar conscientes de que en realidad son parte del plan que Dios ha dispuesto para nosotros minimiza la angustia que sentimos por dentro y nos permite alcanzar un equilibrio interno.

Cuando me siento desequilibrada, me motivo a mí misma con un dicho que inventé: “Dios tiene un plan, ¡simplemente todavía no sé cuál es!”. El desarrollo emocional y espiritual ocurre en etapas. Practicar estos pasos nos permitirá atravesar más fácilmente las tormentas y navegar más suavemente por las aguas agitadas de la vida.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.