A Primera Vista

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¿Qué sentirías si después de estar ciego toda la vida, de repente, puedes ver?

La historia médica nos provee de muchos casos como estos. El trabajo clásico de Marius Van Senden Sight and Space, publicado en 1932, nos relata acerca de los procedimientos quirúrgicos para remover cataratas mediante el cual personas que no podían ver, recuperaron la visión.

Los resultados fueron sorprendentes. Muchos de los que eran ciegos, aunque después de la operación podían ver normalmente, no podían asimilar de una sola vez la información nueva del color, profundidad, altura y distancia. Eran "analfabetos" visuales, teniendo que aprender el significado de lo que veían. Era como aprender un nuevo lenguaje, y conectar los colores con sus respectivos nombres era la parte más sencilla. Los mensajes visuales que damos por sentado, para ellos fueron como un código que tenía que ser descifrado. Por ejemplo, tuvieron que aprender que las "marcas oscuras" de los objetos eran sombras; el indicador natural de la profundidad que para nosotros es algo obvio.

También se encontraron con algunos malentendidos extraños. Una mujer estaba sorprendida al descubrir que los "hombres no se veían como los árboles".

La experiencia de ver caras era especialmente reveladora. Al estar frente a frente con otra persona, algunos no se daban cuenta de que estaban mirando una cara. Hasta que veían los labios moverse y una voz que salía de allí, simplemente no sabían lo que era. Descubrieron que la cara de cada uno de sus visitantes era "completamente diferente". El sentido del tacto, no importa cuán agudo y confiable puede ser para identificar a otros, no llega a ser tan preciso como la vista en la individualización de otros. El ver que dos personas no son parecidas fue una revelación.

Y esto hace surgir una pregunta, ¿por qué son tan diferentes?

Las Razones de la Diversidad Visual

El Talmud (Sanedrín 38a) da una razón práctica: para prevenir disputas. "¿Y por qué razón las caras de las personas no son similares las unas de las otras? Para que el hombre no vea una casa bonita, una mujer bonita y diga "es mía"". Los sabios comparan a la visión con una valla de protección natural alrededor de la monogamia y la propiedad personal.

La singularidad de la fisonomía humana, la infinita variedad de lo visible, es también una señal de la grandeza de Dios. Nunca "se queda corto de ideas", y las ideas son para nuestro beneficio: caras diferentes para que no haya discordia respecto de las personas que queremos o la propiedad que poseemos. Colores y sabores diferentes, para que no nos aburramos de los paisajes y las comidas. Todo en el mundo físico pudo haber sido incoloro e insípido como el agua, y el cielo pudo haber sido gris. Pero no es el tipo de mundo que Dios tenía pensado para nosotros.

El Talmud habla de otra dimensión igualmente importante de la diversidad humana: "De la misma forma que las caras de las personas son diferentes, también sus mentes son diferentes" (Brajot 58a). El Rab Eliézer Dessler explica que esto se refiere no sólo a opiniones o actitudes, sino a la singularidad de sus personalidades como un todo, y así también respecto de sus metas en la vida. Ningún ser humano fue creado de más: "cada persona tiene su hora" - dicen los sabios. La singularidad de una cara habla de la singularidad de su dueño.

El Talmud relata que "cuando ben Zoma vio a una multitud de judíos (600.000) en una celebración en el Monte del Templo en Jerusalem declaró: "Bendito eres Tú, Dios, Quien conoce los secretos" (Berajot 58a).

¿Qué quiso decir ben Zoma? En Ética del Sinai, Irving Bunim explica: "Para nuestros sabios, una multitud no es una masa de gente, sino un grupo de muchos individuos, cada uno con su propio mundo, sus propias percepciones, pensamientos y "secretos".

"Cuando ves 10.000 personas, estás viendo a 10.000 secretos escondidos en 10.000 mentes.... Esta es la esencia, el centro de la libertad humana -- que la mente de la gente no pueda ser conocida y por lo tanto, no puedan ser tiranamente regidas o controladas. La Inteligencia Suprema que creó este mundo vio necesario crear a las personas de esta forma; distintos unos de otros en apariencia y en pensamiento. Sólo Él conoce los secretos, las percepciones privadas y reflexiones que llenan las mentes humanas".

El Desafío de Ver

En los análisis médicos, probablemente el resultado más asombroso fue que no todos los previamente ciegos estaban felices con su nueva adquisición. No todos saltaron con las manos levantadas gritando felizmente "¡Estoy curado!" y tiraron sus bastones para siempre. Por el contrario, muchos encontraron su primera experiencia como algo traumático.

En la obra "Un Antropólogo en Marte", el Neurólogo Dr. Oliver Sachs reporta acerca de uno de los pacientes: "El encontró algunas de la cosas que amaba, horribles (¡incluyendo a su esposa y a si mismo!) y estaba frecuentemente enojado por las imperfecciones y deficiencias del mundo físico".

Van Senden describe cómo uno de sus pacientes particularmente angustiado amenazaba diciendo: "Si no cambia, ¡voy a quitarme los ojos!". De hecho, casi todos los que vieron por primera vez sufrieron una "crisis de motivación" y no todos salieron de ella.

Para la mayoría de la gente la ceguera es una condición amenazadora, y esperaríamos que cualquiera que fuese salvado de ella recibiera alegremente su cura de aquella oscuridad.

Sin embargo, increíblemente no fue así. Algunos, inclusive persistieron en permanecer con los ojos cerrados, comportándose como si siguieran ciegos, en una oscuridad impuesta por ellos mismos. Parece ser que el constante esfuerzo de tener que interpretar las confusas y extrañas apariciones que ahora llenaban su visión, era más de lo que podíamos imaginar.

Pero hubo también finales felices. Uno de aquellos que inicialmente se resistió durante dos semanas a mantener sus ojos abiertos, finalmente empezó a analizar sus alrededores, y rápidamente gritaba con una gran exclamación "¡Dios mío! ¡Qué bonito!".

Hasta cierto punto, muchos de nosotros vivimos en una oscuridad impuesta por nosotros mismos, rehusándonos a abrir nuestros ojos y ver el mundo creado por Dios, lleno de exitosas invenciones y amor. Estamos "frecuentemente enojados por las imperfecciones y deficiencias" que percibimos.

Inclusive la luz más benigna puede ser temible para un ojo acostumbrado a la oscuridad. Se necesita valentía para abrir los ojos. Tenemos miedo a ser sobrecargados por la realidad confusa. Y por miedo a no poder lidiar con la realidad, mantenemos los ojos cerrados, inclusive a las cosas buenas.

El Rey David en sus Salmos nos dice: "¡Prueben y vean que Dios es bueno!". De la misma manera en que podemos entender que debemos abrir nuestra boca y disfrutar del sabor de la comida, así también el disfrutar el mundo en general requiere que abramos nuestros ojos y nuestras perspectivas. Puede ser que nos encontremos con la realidad de que no sólo habitamos en un mundo de maldad y oscuridad, sino también de luz y bondad.

Fuentes: El ensayo de Annie Dillard, "Seeing," in Phillip Lopate's anthology, The Art of the Personal Essay, Pp. 700-703; Rab Eliézer E. Dessler, Mijtav Mi Eliahu; Irving Bunim, Ética del Sinai, Vol. 2, Pp. 4-5; Oliver Sachs, An Anthropologist on Mars, Pp. 3-42, 108-153.

Biografía del Autor: Israel Rutman vive en Israel, donde enseña estudios judaicos, edita E-geress.org y escribe para varias publicaciones.

 

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