¿A quién realmente deberíamos impresionar?

5 min de lectura

Conoce tu dialogo interno

¿Qué tal yo?

Un día cualquiera, entré a la sinagoga donde rezo por las mañanas y busqué un lugar para prepararme. Mientras comenzaba el rezo, noté a dos personas, que yo sólo conocía de vista, hablando entre ellas. La conversación era acerca de la importancia de mantener un estado de ánimo positivo y enfrentar los desafíos con confianza y esperanza. Como es un tema que considero fascinante, empecé a prestar más atención a la conversación. De pronto, ellos se dieron cuenta que yo estaba escuchándolos, por lo que interrumpieron su charla. Yo, con mucho respeto, les dije: Por favor sigan, sus palabras son fascinantes y me llenan de ánimo. Afortunadamente se sintieron cómodos con mi presencia y me invitaron a la conversación, la cual realmente fue muy reconfortante. Después del rezo, se me acercó uno de esos dos hombres —quien, la verdad, se me hizo muy simpático— y me preguntó a qué me dedicaba. Le dije: “Ayudo a personas a realizar su potencial a través de la inteligencia emocional”. Me preguntó: “¿Ah, como un psicólogo?”. “Quizás —dije yo— pero digamos más bien como un formador o entrenador emocional”.

No me pregunten por qué, pero cuando escuchó mi respuesta, el hombre comenzó a arreglarse como si le fueran a tomar una foto. Se irguió y acomodó su postura, enderezó el cuello de la camisa, abrió sus ojos con alegría y con una gran sonrisa me preguntó: “¿Nu?... ¿qué tal yo? ¿Me ves como un tipo exitoso? ¿estoy por buen camino?”. Me hizo mucha gracia y le dije: “¡Absolutamente!”.

Impresiónate a ti mismo

Esta anécdota me hizo pensar mucho, pues se ha repetido en varias ocasiones. Aparentemente, todos queremos dar una buena impresión a los demás. Indudablemente las buenas relaciones son necesarias y pueden ser muy provechosas, sin embargo, una persona no debe suponer con tanta facilidad que los demás pueden y saben emitir juicios adecuados acerca de nuestro éxito, rectitud, amabilidad etc. Una cosa es relacionarse con los demás y otra muy distinta es juzgar tus capacidades, talentos y sueños basándote en opiniones ajenas y muchas veces deliberadas.

En el judaísmo hay muchas enseñanzas: Recibe a todas las personas con buen semblante (1). Recibe a todas las personas con alegría (2). La presencia de Dios no puede reposar donde hay tristeza sino donde hay alegría (3), lo cual nos muestra que el judaísmo le da mucha importancia a la imagen que damos a nuestro entorno. No obstante, lo que propongo en este artículo es llevar esa misma amabilidad y cordialidad a un plano interno. Propongo trabajar para crear una atmosfera positiva en nuestro mundo interior y enriquecer la relación más íntima que uno tiene, la relación con nuestro propio ser.

Propósito y pasión

Quiero compartir con ustedes la esencia de la metodología que usamos para ayudar a las personas a definir su propósito y lograr una vida apasionante (la llamamos P&P Propósito y Pasión).

Uno de los principios básicos del judaísmo es que el hombre es el centro de la creación (4). Cada hombre fue dotado de un perfil único y genuino mediante el cual debe cumplir un propósito especifico, individual e insustituible. El hombre es el responsable de usar todas las fuerzas presentes como herramientas para lograr su propósito, tanto individual como general. Para eso debe conocer dichas fuerzas y darles un uso adecuado. De modo que el hombre, en primer lugar, debe aspirar a sentir y experimentar en su interior abundancia de emociones positivas (5). Siendo él el centro de la creación, tiene la obligación de cuidar de sí mismo, tanto de su mundo exterior, como del interior. Un hombre debe brindarse a sí mismo atención, tiempo y cariño, tal como lo hace con su familia y demás semejantes. Un hombre debe generar en su interior un deseo ardiente por vivir y hacer el bien, debe experimentar la serenidad y calma que produce una vida en equilibrio. Un hombre debe ser capaz de amar y ocuparse de otros. Para ello, debe primeramente tratarse a sí mismo con respeto, consideración, cordialidad, optimismo y amor.

Voy a mencionar algunos ejemplos de cómo uno puede entrenarse a potenciar la relación que tiene consigo mismo:

1) Uno debe sonreírse a sí mismo (frente al espejo o mientras hace alguna actividad a solas).

2) Uno debe darse ánimo con palabras positivas, tal como se lo daría a un amigo.

3) Uno debe ser amable consigo mismo, tanto en asuntos materiales como espirituales, en la misma medida que lo es con los demás.

4) Uno debe desahogar sus problemas verbalmente y ser comprensivo y compasivo consigo mismo.

5) Uno debe perdonarse por los errores y aprender de ellos, tal como perdonaría a un amigo.

La idea de estos fáciles y prácticos consejos es que uno se acostumbre a cuidar de su estado de animo y de sus emociones, pues, a fin de cuentas, todas las fuerzas disponibles, como el tiempo y el dinero, y todas las áreas de la vida, como el amor, la salud y la espiritualidad dependen de la actitud y espíritu positivo del hombre, quien a fin de cuentas es el centro de todo.

Dirigir o ser dirigido

El libro Pele Yoetz (6) enseña lo siguiente:

Uno debe ayudar a su corazón a sentirse alegre, mediante pensamientos puros y una mentalidad de constante abundancia y pureza. Uno que está vivo debe asumir la responsabilidad de su estado de ánimo y de su alegría. Debe usar su imaginación para sentir la alegría que lo embargaría si recibiera riquezas abundantes, y con más razón cuando se da cuenta que su vida es un abundante tesoro de riquezas.

Cuando sabes que el Rey de Reyes está pendiente de ti, te quiere, le importas y está dirigiéndote con su propia atención, debes llenar tu corazón de alegría. La persona debe tener dominio de su estado de ánimo. Saber cómo pasar de la alegría a la solemnidad (cuando sea necesario). Control y dominio para crear su estado de ánimo, de acuerdo con la dirección de sus pensamientos y acciones.

Cómo tratas a la persona más importante de tu vida: tú

Todo indica que si uno pone más atención al entusiasmo que demuestra en su exterior, uno puede aprender a tomar control y a dominar su propio estado de ánimo. Lo cual, tarde o temprano, acabará por enriquecer el corazón con la alegría de vivir y un profundo amor por la vida.

Perdona la pregunta, pero ¿alguna vez has pensado en la cara con la que te recibes a ti mismo? ¿Cómo te saludas frente al espejo en la mañana o mientras estás en el elevador? ¿Qué expresa tu postura mientras comes o trabajas en el computador?  

Mi humilde propuesta es que uno se levante sonriendo, saltando, abriendo brazos, celebrando, cantando y exprese un total éxtasis por estar vivo. ¿Y si no lo siente? Pues, precisamente empieza moviendo tu cuerpo y tus músculos faciales para generar la emoción interna. ¿Y si alguien piensa que estás loco? Pues, hazlo en privado o vete a un lugar abierto… o atrévete a ser llamado un loco, pues, a fin de cuentas, habría que estar loco para desperdiciar la vida en emociones negativas y no aprovechar cada instante para agradecer, amar, crecer y saber.

Este artículo está dedicado para la recuperación de Abraham ben Shifrá Sally y para la memoria de Rajel bat Perla z”l y R. David ben Messod z”l

Este artículo apareció originalmente en el Blog de Alex Corcias


Notas:

(1) Avot 1:15.

(2) Avot 3:12.

(3) Rashi en Avot 6:6.

(4) Tratado de Sanhedrin 37a.

(5) La Senda de los Justos. Capítulo 1.

(6) R. Eliezer Papo (1785-1828).

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