Cinco maneras de arruinar una disculpa

3 min de lectura

Cómo pedir perdón de la forma correcta.

Lamento si te lastimé. ¿Me perdonas por todo lo que pueda haber hecho este año?

La semana previa a Iom Kipur puede estar repleta de pedidos de perdón apurados, automáticos, ambiguos y más o menos sinceros. El trabajo interno y esencial que se supone debemos efectuar antes de Iom Kipur requiere que examinemos nuestros actos del último año y que al encontrar instancias específicas en las cuales dañamos a alguien, pidamos perdón con una disculpa que sea tanto sincera como significativa.

En su libro Why Won’t You Apologize? Healing Big Betrayals and Everyday Hurts, la Dra. Harriet Lerner explica cuáles son las cinco maneras en que generalmente arruinamos un pedido de perdón y cómo evitarlas.

1. Pedir perdón de forma vaga y ambigua. Decir que lo sentimos sin especificar qué fue lo que hicimos, disminuye la sinceridad de nuestro pedido de perdón. Es por esto que en nuestra plegaria en Iom Kipur somos tan específicos y confesamos una y otra vez detalladamente los errores que cometimos en el último año en cada categoría. Nuestro pedido de disculpas a otra persona también debe ser individual y referirse a un acto o a algo que dijimos que pudo ser doloroso.

2. Utilizar la disculpa para revertir la culpa. Pedirle perdón a otro y luego sacar a la luz todos sus defectos y errores es peor que no pedir perdón. Evita decir: “Lo siento, pero tú también me ignoraste, me lastimaste, me hiciste llegar tarde…”. El momento en el cual le pedimos perdón a otro no es el momento adecuado para sacar a relucir su registro de culpabilidad de todo el año. Incluso si sólo tenemos el 20% de la culpa y pensamos que el otro debe admitir su 80%, es mejor focalizarnos sólo en nuestros propios actos. La Dra. Harriet Lerner escribe: “Un pedido de perdón sincero implica aceptar la responsabilidad por nuestros errores sin ninguna alusión a excusas o evasiones, incluso si la otra persona no puede hacer lo mismo”.

3. Evitar una conversación difícil con un pedido de perdón apurado. Cuando alguien trata de decirnos cómo le provocamos dolor, a menudo tratamos de poner fin a la conversación con un breve e instintivo pedido de perdón. Pero lo que los demás quieren de nosotros en esta situación es que escuchemos su dolor. La Dra. Harriet Lerner escribe: “Más que nada, la parte que resultó lastimada quiere que escuchemos con atención sus sentimientos, que validemos su realidad, que sintamos sincero arrepentimiento, que nos hagamos cargo de parte del dolor que hemos provocado y que efectuemos las reparaciones necesarias. Quiere que realmente “lo entendamos” y nos aseguremos de no volver a repetirlo”.

4. Mantenerse a la defensiva mientras pedimos perdón. A menudo no escuchamos realmente al otro cuando nos disculpamos por haberlo herido, porque estamos ocupados buscando una manera de excusar lo que hemos hecho. “Estar a la defensiva es algo automático y universal, pero también es el archienemigo de escuchar y de la disculpa”, escribe la Dra. Harriet Lerner. “Cuando escuchamos estando a la defensiva, automáticamente prestamos atención a aquello con lo cual no estamos de acuerdo. Un verdadero pedido de perdón exige que escuchemos de otra forma, que nos esforcemos por escuchar la esencia de lo que la persona trata de decirnos; escuchar aquello con lo que podemos estar de acuerdo y pedir perdón por eso antes que todo”.

5. Tratar de que nos entiendan en vez de tratar de entender. Todos deseamos que el otro reconozca y respete la esencia de lo que somos. Queremos que nos pidan perdón antes de perdonar. Pero para dar el primer paso se necesita verdadero coraje. “Nuestro deseo de ser comprendidos es mucho más fuerte que nuestro deseo de entender a la otra persona”, explica la Dra. Harriet Lerner. “La valentía de pedir perdón y la sabiduría para hacerlo bien constituyen el eje de la amistad, del liderazgo, del matrimonio, de la paternidad y de ser una persona madura, íntegra y que se valora a sí misma”.

Como dijo Rav Najman de Breslov: “Si crees que es posible arruinarlo, cree también que es posible arreglarlo”. Si tenemos la fuerza de lastimar, también tenemos la fuerza de curar. Pedir perdón con sinceridad a los demás y a Dios es el primer paso para curar todo lo que se ha quebrado en nuestro ser y en el mundo que nos rodea. 

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