¿Cómo controlar la ira?

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Consejos prácticos para sacar de tu vida esta destructiva fuerza.

“Personas normales comportándose como bestias salvajes”. Así fue como describió la enfermera la pelea que había atestiguado entre el anestesista y el cirujano, ambos exitosos y conocidos doctores del hospital. Algo salió mal cuando el anestesista llegó tarde para el procedimiento, y el cirujano hizo un comentario no tan profesional sobre ser puntual. Entonces el anestesista hizo un comentario infinitamente menos profesional sobre la esposa del cirujano y, de un momento a otro, ambos se habían sacado los guantes y estaban peleando en el piso, al lado del pobre hombre que esperaba en la camilla para que le removieran la vesícula.

A ambos médicos se les pidió que “renunciaran voluntariamente a sus trabajos en el hospital” unas pocas horas después de que el personal de seguridad interrumpiera la pelea.

La ira puede generar que la gente haga cosas de las que se arrepentirá el resto de la vida. Puede cegar a alguien ante el daño que causan sus acciones y arruinar las relaciones más preciadas. Madres e hijas, padres e hijos… todavía no he conocido a alguien que no se arrepienta por haber herido a alguien durante un ataque de ira. Peor que adolescentes esgrimiendo cuchillos, ¡he visto octogenarios golpearse unos a otros con sus bastones en el bingo! Pero la ira no es un tema para la risa, como nos enseñan nuestros sabios: “Al que se enoja, todos los fuegos de destrucción lo controlan” (Talmud, Nedarim 22a).

Entonces, ya sea después de insultar a un colega durante una entrevista o a un ser querido en una cena familiar, a menudo recibo pacientes que buscan ayuda para controlar su enojo. La mejor técnica en todos los casos es enseñarles a mantener el foco y estar conscientes de las posibles consecuencias de sus acciones antes de que respondan con enojo. Esos métodos son fundamentales tanto para la terapia de comportamiento cognitivo como para la sabiduría judía.

En su famosa carta sobre el tema, el Rambán —líder de la judería española en el siglo XIII— advierte sobre los peligros de la ira y ofrece algunas sugerencias prácticas para evitar la inevitable auto implosión que causa ésta. A pesar de que estos concejos pueden parecer obvios, nunca es malo recordarlos:

1. “Desarrolla el hábito de hablar siempre con calma a todo el mundo”. Elevar la voz empeora la situación y facilita más agresión. Por otro lado, hablar con tranquilidad puede ayudar a calmar una situación potencialmente peligrosa.

2. “Piensa tus palabras antes de que salgan de tu boca”. Todos saben que hay que ‘pensar antes de actuar’, pero a pesar de eso, muchas veces las peleas comienzan simplemente por un comentario despectivo que hubiese sido mejor no decir. Siempre aliento a mis pacientes a contar mentalmente hasta diez antes de ofrecer una respuesta verbal, para asegurar que estén de acuerdo con sus palabras. Esos diez segundos pueden hacer una inmensa diferencia. Inténtalo.

3. “Imagina constantemente en tu corazón que estás parado frente a Dios”. Imagina si tu maestra de jardín estuviese parada frente a ti. ¿Le robarías un lápiz a tu compañero de clase? Ahora imagina si tu maestra fuese omnipresente, omnipotente y realmente quisiera que te comportes siempre lo mejor que puedas, a pesar de que te graduaste hace décadas de la escuela primaria. ¿Realmente necesitas enojarte por un partido de futbol?

Quien es capaz de controlar su ira es realmente grandioso, como enseñan nuestros sabios: “¿Quién es un héroe? Aquel que controla sus deseos destructivos” (Ética de los padres 4:1). Quien demuestre autocontrol encontrará que ésta es la clave para el éxito tanto en el trabajo como en el hogar.

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