El peligro que hay en tu cabeza

6 min de lectura

¿Por qué la negatividad es peligrosa para tu salud?

Todos conocemos a Ana Quejumbrosa y a su amiga Josefina Alegre. Ellas van a almorzar juntas. A Josefina le encanta el acogedor ambiente; Ana se queja del mal servicio. A Josefina le encanta que su ensalada está fresca y deliciosa; Ana se queja de que su sopa no está suficientemente caliente. A Josefina le encanta la conveniente ubicación del restaurante; Ana se queja de que es demasiado caro.

Las quejas de Ana son justificadas. La sopa no estaba suficientemente caliente y el restaurante efectivamente es demasiado caro. Lo que todas las Anas Quejumbrosas y los Jorges Criticones no se dan cuenta es que la negatividad cobra un precio que ninguna persona sana puede darse el lujo de pagar.

Usualmente pensamos en la negatividad —la tendencia a criticar, culpar, odiar, temer o estar deprimido— como una predisposición psicológica. “Algunas personas son optimistas por naturaleza, pero yo no”.

Suena tan neutral como decir, “Algunas personas son rubias y otras son morenas”.

¿Pero qué pasaría si vieras la negatividad como una enfermedad espiritual? Tal como nunca dirías complacientemente que “algunas personas no tienen cáncer, pero yo sí”, resignándote a la enfermedad en lugar de buscar tratamiento, tampoco deberías tratar un estado mental negativo a la ligera, sino que deberías considerarlo como algo peligroso tanto para tu salud espiritual como física.

Un mal entendimiento de la causa de las enfermedades contagiosas mantuvo al cólera cobrando vidas durante un milenio hasta que los científicos encontraron los microorganismos y descubrieron cómo operaban. El entendimiento judío de lo que es realmente la negatividad y cómo opera es crucial para lidiar con esta plaga.

El sabio del siglo XX Rav Shlomo Wolbe explicó que hay dos mundos paralelos, y que en cada momento estamos sólo en uno de ellos. Un mundo, llamado el ‘Mundo de la conexión’ (Olam HaYedidut en Hebreo), se caracteriza por amor, alegría, tranquilidad, optimismo, armonía, generosidad, confianza y fe. El otro mundo, llamado el ‘Mundo del distanciamiento’ (Olam HaZarut) se caracteriza por hostilidad, enojo, culpa, resentimiento, critica, ansiedad, tristeza y temor.

Solamente una vez que ella sale de su estado de negatividad puede sentirse feliz, cariñosa y optimista.

Debido a que estos mundos son paralelos, en cualquier momento determinado una persona puede estar solamente en uno de ellos. Mientras Ana Quejumbrosa esté ocupada encontrando fallas en el lento servicio del restaurante, ella no podrá estar feliz de que su mejor amiga se acaba de comprometer. Ella no podrá sentirse cariñosa hacia su pequeña sobrina, y no podrá sentirse optimista de que conseguirá el empleo al que acaba de postular. Sólo una vez que ella salga del Mundo del distanciamiento con su negatividad (ver "El GPS espiritual" para aprender cómo), podrá sentirse feliz, cariñosa y optimista. Pero mientras esté involucrada en el acto de criticar, estará confinada al Mundo del distanciamiento como una prisionera en su celda.

Esto se debe a que la negatividad no es un sentimiento o una emoción que está en nosotros. La negatividad es un mundo o una dimensión espiritual, y somos nosotros quienes estamos en ella. Tal como no hay palmeras en la Antártica, asimismo no hay amor o alegría en el Mundo del distanciamiento. Críticas, culpa, resentimiento, hostilidad y enojo —sin importar cuán justificados sean—, son los boletos de avión que nos llevan al Mundo del distanciamiento. Algunos de nosotros visitamos esta dimensión sólo periódicamente. Pero otros hemos tomado una residencia permanente allí.

Ramificaciones científicas

El judaísmo es una religión holística. Un principio del judaísmo es que lo que es verdad, es verdad en todos los niveles. Por ende si es verdad espiritualmente, es verdad también en los niveles psicológico, emocional y físico. De hecho, la enseñanza sobre el Mundo de la conexión y el Mundo del distanciamiento tiene paralelos interesantes en los últimos descubrimientos científicos.

Los científicos han entendido desde hace mucho tiempo que el cuerpo tiene dos sistemas nerviosos distintos: el sistema nervioso simpático —el cual opera durante los estados de pelea o huida, los cuales contienen un elevado nivel de adrenalina y cortisol (las hormonas del estrés)—, y el sistema nervioso parasimpático, el cual opera cuando una persona está en un estado relajado y de satisfacción.

La pelea (antagonismo) y la huida (miedo), pertenecen obviamente al Mundo del distanciamiento. La relajación (tranquilidad) y la satisfacción (felicidad) pertenecen al Mundo de la conexión. El hecho que dos sistemas nerviosos diferentes estén conectados directamente al cuerpo humano es una correlación interesante a la enseñanza de los dos mundos.

Estudios recientes muestran la correlación entre relaciones armoniosas y buena salud.

Y aún más impresionante que esto son los estudios recientes sobre la correlación que habría entre relaciones armoniosas y buena salud. Varios estudios han demostrado durante el paso de los años que las personas casadas viven más tiempo. Tienen menos probabilidad de tener neumonía, necesitar una cirugía, desarrollar cáncer o de tener ataques cardíacos. El periódico New York Times (14 abril, 2010) citó a un grupo de investigadores suecos que encontraron que estar casado está asociado con un menor riesgo de demencia.

Sin embargo, estudios más recientes indican que no es el estado marital por sí mismo, sino que es el nivel de amor y armonía que hay en el matrimonio lo que cuenta para los mayores beneficios de salud.

Un estudio reciente sugiere que un matrimonio estresante puede ser tan malo para el corazón como el hábito de fumar. Y a pesar de que años de investigación han demostrado que las personas solteras tienen peor salud que quienes se casan, un importante estudio que fue publicado el año pasado concluyó que las personas solteras que nunca se han casado tienen mejor salud que aquellas que se casaron y luego se divorciaron. [¿El matrimonio es bueno para tu salud?, New York Times].

Los Profesores Ronald Glaser y Jan Kiecolt-Glaser, investigadores en el Colegio de Medicina de la Universidad Estatal de Ohio, realizaron un estudio sumamente fascinante sobre la correlación que hay entre relaciones armoniosas y la buena salud. Los Glaser reclutaron a 76 mujeres, la mitad de las cuales estaban casadas; la otra mitad estaban separadas o se habían divorciado. Luego, los Glaser llevaron a cabo pruebas para identificar cuáles mujeres casadas estaban en relaciones llenas de fricción, y cuáles de las mujeres que estaban separadas o divorciadas de sus esposos estaban más amargadas o resentidas.

Luego, usando exámenes de sangre, los Glaser midieron las respuestas del sistema inmunológico de las mujeres. Los resultados mostraron que las mujeres en relaciones infelices y las mujeres que seguían emocionalmente obsesionadas con sus ex esposos tenían sin duda respuestas inmunológicas más débiles que las mujeres que estaban en relaciones más felices (o estaban felices fuera de ellas). [Ibid.]

Luego los Glaser se dispusieron a descubrir qué ocurría con el cuerpo minuto a minuto, hora tras hora, cuando las parejas entablaban conflictos matrimoniales. Trabajando con 90 aparentemente felices parejas recién casadas, ellos conectaron a cada pareja a tubos para que se pudiesen sacar muestras de sangre a intervalos regulares. Esposo y esposa fueron sentados cara a cara, mientras los investigadores, escondidos por una cortina, observaban a las parejas en monitores de video. A intervalos regulares ingresaban enfermeras para sacar las muestras de sangre. Cuando eran motivados, los participantes discutían sus temas más inestables de conflicto matrimonial. Las parejas que exhibieron la conducta más negativa y hostil durante la discusión conflictiva mostraron las mayores bajas en la función de su sistema inmunológico.

Vivir en el Mundo del distanciamiento —el Estado de Negatividad—, es como vivir encima de un sitio de eliminación de desechos nucleares. Entonces, ¿por qué hay gente inteligente que se queda allí? ¿Por qué no se van simplemente?

Aferrarse a los objetos de valor

Después del comienzo de la revolución iraní, los judíos persas fueron libres para escapar del letalmente peligroso país, pero solamente si renunciaban a su propiedad y a sus objetos de valor. Similarmente, las personas no pueden dejar el Mundo del distanciamiento mientras se aferren a sus objetos de valor, sus antiguos resentimientos, sus atesorados rencores, su preciada afirmación de ser la inocente victima de la ofensa de alguien más. Ellos afirman que son los justos dueños de aquellas legítimas quejas, pero en realidad son las quejas las que son dueñas de ellos.

El Mundo del distanciamiento les cobra a sus habitantes una renta exorbitantemente alta.

Durante dos décadas la familia Weiss vivió en el Mundo del distanciamiento. Todo comenzó con una discusión sobre una herencia, lo cual llevó a una contienda entre cinco hermanos, lo cual a su vez llevó a un distanciamiento entre la siguiente generación de primos*. Las facciones en guerra no se invitaban unos a otros a los Bar Mitzvas y bodas de la familia, y cada mención del “otro lado” producía un flujo de veneno que no disminuía con el pasar de los años.

El Mundo del distanciamiento les cobra a sus habitantes una renta exorbitantemente alta. Tres de los hermanos murieron de varias enfermedades teniendo apenas 60 años. Otros miembros familiares, incluyendo hijos y nietos, sufrieron muertes prematuras, divorcios e imposibilidad de tener hijos, mientras que otros sufrieron el dolor de tener hijos que no se podían casar y de tener adolescentes en riesgo social. Luego, Barry, el hijo de uno de los combatientes principales, contrajo meningitis y cayó en coma. Los doctores no tenían ninguna esperanza.

En ese momento, Yossi, uno de los primos, quien entendía la realidad espiritual de que la hostilidad mata, se propuso terminar la contienda familiar. Redactó un documento oficial de perdón, fue donde los 32 primos y les rogó: “Barry va a morir si no firmas”. Luego de varios días de intentar persuadirlos y convencerlos, Yossi logró que cada uno de sus primos firmara el documento, concediendo perdón a cada pariente.

Etty, la hija de Barry, llevó el documento con las firmas a la habitación de su padre en la UCI y lo leyó en voz alta junto a su cuerpo en coma. Mientras ella estaba leyendo, un doctor entró a la habitación y preguntó, “¿Qué está pasando aquí? Los monitores afuera muestran que la actividad cerebral de tu padre comenzó a normalizarse”.

Barry tuvo una completa recuperación. Dentro del siguiente año varias mujeres mayores de la familia se comprometieron y una pareja que no había tenido hijos durante 13 años tuvo un bebé.

Obviamente quejarse por el mal servicio del restaurante no es igual de tóxico que una contienda familiar. Pero si debes decidir dónde quieres vivir, ¿escogerías incluso las remotas afueras de un sitio de eliminación de desechos nucleares? Cualquiera que realmente se preocupe por su bienestar, sería lo suficientemente sabio como para desviarse incluso miles de kilómetros con tal de no tener que bordear la frontera del Estado de la negatividad.

*La historia, con todos sus detalles, fue reportada en la revista Mishpacha.

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