Lo que sé de la vida

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He aquí lo que he aprendido de la vida hasta ahora, mayormente de manera muy dura.

Hace poco me puse al día con una vieja amiga. Hace muchos años que no hablábamos —hablar en serio—, y yo estaba conmovida por su sabiduría. “Creció”, pensé. Y luego me di cuenta: “Yo también crecí”.

Aprendí muchas cosas desde la secundaria, mayormente de manera muy dura. Esto es lo que sé de la vida:

Sobre el respeto:

Trata a los demás con respeto. Nunca te arrepentirás de ello. Si no lo haces, algún día volverá a ti y te perjudicará.

Sobre las decisiones:

Cuando tengas una decisión importante que tomar, no dejes que el CÓMO te distraiga del QUÉ. Primero decide QUÉ debe hacerse, sin enloquecerte por el CÓMO será hecho. Cuando tengas claro el QUÉ, entonces podrás decidir el CÓMO y hacerlo con un compromiso inquebrantable, pues ya sabrás qué es lo correcto de hacer.

Sobre las conversaciones difíciles:

Puedes hablar casi de todo, si piensas cómo decirlo. Piensa en lo que te motiva y te hace sentir bien. Haz que la otra persona se sienta valorada y amada, y la relación podrá sobrevivir el 99% de las conversaciones difíciles.

Sobre el criticismo:

El 99% de las críticas que se te vienen a la mente nunca deberían serles dichas a nadie.

Sobre el peso:

Los últimos cinco kilos no son realmente importantes. Quienes te aman preferirán que te relajes y disfrutes de la vida. Y quienes no te aman no deberían importar.

Sobre las arrugas:

Lleva cada arruga con orgullo y gratitud. Cada una es una medalla de ‘logro’ en el deporte olímpico denominado ‘Vida’.

Sobre el control:

Suelta el control. Tratar de controlar los pensamientos, las decisiones y los sentimientos de los demás es como intentar vencer a un pulpo en una lucha de pulgares. Es agotador, no te dejará respirar y siempre perderás. Respira profundo y repite: me libero a mí misma del inútil intento de controlar a los demás.

Sobre el pesimismo:

El optimismo es algo que se puede aprender. Una forma de hacerlo es decir cosas como: “Podemos lidiar con esto”, “Está bien, quizás fue un error”, “Es sólo dinero”, “Estoy seguro de que hay una solución”, “Esto también pasará”, “Parecerá menos grave en la mañana”, “A veces las personas buenas toman malas decisiones”, “Puedo solucionar esto”, “Esto no es mi responsabilidad” o “Puedo disculparme y comenzar de nuevo”. Casi nada en este mundo es tan terrible como para perder la esperanza, y la desesperanza es nuestro propio error.

Sobre la gratitud:

Agradéceles a los demás constantemente. Nunca asumas que saben que estás agradecido, o que ya lo escucharon lo suficiente.

Sobre Dios:

Dios es lo suficientemente grande. Vio tus problemas, escuchó tus preguntas, vio tus errores, y te sigue queriendo. No hay nada que puedas hacer para que deje de amarte.

Sobre la vergüenza:

No importa cuán raros sean tus pensamientos, cuán vergonzosas sean tus preguntas, cuán disfuncionales sean tus hábitos o cuán asustado, pequeño, feo o despreciable te sientas, hay otros que se sienten exactamente igual que tú. Nunca dejes que la vergüenza te impida encontrarlos, sentirte normal y recibir ayuda. Amate lo suficiente como para permitirte ser vulnerable.

Sobre los rezos:

Reza como si le estuvieses hablando al amigo más inteligente que hayas tenido. Sé abierto y recuerda que más allá de lo que sepas, hay más por saber. Hay una perspectiva más amplia, otra dimensión, más posibilidades. Deja tus problemas en manos de Dios y camina con mayor liviandad.

Sobre saber cosas:

Lo que sea que sepa hoy, puede que sea diferente mañana. Tengo la suficiente humildad y confianza en mí misma para estar abierta a nuevas verdades, y espero permanecer siempre abierta a nuevas verdades.

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