Mi trastorno de ansiedad

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5 actividades diarias para ayudar a manejar el estrés severo y alcanzar la paz mental.

No somos transparentes. Nuestros temores y problemas se ocultan bajo la fachada de la confianza y la despreocupación. Una conocida me dijo una vez: "Tú eres la persona más tranquila y más relajada que he conocido!".

¡Si sólo ella supiera! ¡Me dije a mí misma! Yo soy la que sufre de colon irritable, insomnio, fatiga, pensamientos acelerados y palpitaciones del corazón. Yo soy la que agarra la pequeña botella de píldoras ocultas muy dentro de mi bolsillo mientras lucho por respirar profundamente y tomarme las cosas con calma.

Mi psiquiatra explicó que la ansiedad es producto de un desequilibrio químico en el cerebro que involucra una deficiencia en los neurotransmisores que regulan el estado de ánimo. Muchos factores contribuyen a este desequilibrio, pero el factor principal es una historia de abuso o trauma.

Mi pesadilla personal comenzó mucho antes de que el divorcio de mis padres ocurriera realmente. Por desgracia, en mi caso, la tensión no terminó cuando mi madre se fue de la casa conmigo y mis otros hermanos y hermanas menores. El dinero de manutención para los hijos era mínimo o inexistente, y mi madre tuvo que trabajar muchas horas para poder pagar las cuentas. Yo me quedaba sola, y debía cuidar a mis tres hermanos y dos hermanas. Aparte de mi tierna edad, mi personalidad era muy inadecuada para esta tarea. Mis dos rasgos dominantes de sensibilidad y perfeccionismo peleaban entre ellos dentro de mí como dos gatos en una pelea de callejón.

Tomé mi nuevo rol de madre sustituta con la responsabilidad de un adulto, pero la niña dentro de mí se sentía abrumada, asustada e insegura.

Tomé mi nuevo rol de madre sustituta con la responsabilidad de un adulto, pero la niña dentro de mí se sentía abrumada, asustada e insegura. Me acuerdo de las mariposas en el estómago y las náuseas que me invadían cuando la puerta se cerraba y yo quedaba a cargo de vestir y alimentar a los niños y meterlos a ellos y a mí en el autobús escolar.

Recuerdo haberme parado de cabeza, literalmente, haciendo muecas para que mi hermano pequeño, que era muy quisquilloso con la comida, abriera la boca y terminara su sándwich de huevo. Recuerdo haber lavado la blusa color pastel de mi hermanita con un cepillo de dientes, después de que ella se untara a sí misma con salsa de tomates. Ninguna otra blusa era suficientemente buena para ella y la limpieza era algo incuestionable. A medida que pasaron los años las cosas se hicieron más fáciles, pero las cicatrices quedaron.

Las citas y el matrimonio proveyeron un corto respiro, pero mi experiencia previa me hizo esperar un “final feliz” que nunca llegaría. Cuando nacieron mis hijos, la ansiedad que sufrí cuando pequeña resurgió. Empecé el viaje de la maternidad queriendo ser perfecta en todos los aspectos. Yo quería proteger a mis hijos de cualquier semblanza del dolor que yo había sufrido cuando pequeña. Mi esposo, una persona tímida y reservada, no sabía cómo manejar a esta persona alterada en la que su esposa se había convertido y se retiró emocionalmente. Esto obviamente sólo agravó la situación.

Todavía me acuerdo de cuando sucedió. En un momento yo estaba de pie en la cocina lavando platos, y un momento después, yo estaba tratando de recuperar el aliento. Todo mi cuerpo empezó a temblar. El corazón me latía tan fuerte que pensé que iba a estallar fuera de mi pecho. Yo estaba convencida de que estaba teniendo un ataque al corazón. Me las arreglé para ir corriendo hasta la casa de un vecino que llamó al 911. Me llevaron al hospital, y me pusieron una máscara de oxígeno que cubría mi cara.

En la sala de urgencias el médico me diagnosticó con crisis de pánico y me instó a buscar ayuda profesional. También me dieron una pequeña píldora amarilla llamada Klonopin. Visitando a un terapeuta tras otro llegué a entender un poco más las raíces de mi trastorno y obtuve una prescripción de Klonopin, que utilizo cada vez que es necesario. Sin embargo, en términos generales, me quedé sola contando con mis propios recursos, mientras luchaba por hacer frente y superar mi enfermedad.

Aunque los trastornos de ansiedad son muy comunes, no conozco personalmente a otros enfermos. Esto no me debería sorprender dado el hecho de que la mayoría de las personas que me conocen, no tienen idea de mi lucha interna.

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5 actividades diarias que traen paz mental

Quiero compartir con ustedes cinco actividades diarias que traen paz mental. Si tú también estás sufriendo de un trastorno de ansiedad, es mi ferviente esperanza que juntos, podamos utilizar las siguientes ideas para sentirnos realizados y obtener tranquilidad mental.

1. Rezar:

No necesitamos computadoras, teléfonos móviles o faxes. Dios está siempre disponible y esperando nuestra llamada.

Así es como son mis diálogos con Dios. "Por favor, Dios, ayúdame a encontrar la manera en que mis hijos coman la sopa de brócoli que yo tan amorosamente he cocinado para ellos. Por favor, ayúdame a encontrar el zapato perdido de mi hija, ¡y de paso ayuda a su maestra para que tenga la paciencia suficiente hoy como para lidiar con su extravagante personalidad! (¡Ella heredó eso de mí!)

Después de correr de un terapeuta a otro y descubrir que ningún terapeuta realmente me entendía, me di cuenta de que sólo Aquel que me creó a mí y a mis ataques de ansiedad puede ver dentro de mi corazón y conocer mi lucha interna. Él me ayuda y me da ánimo.

(Por cierto, si quieres hablar con Dios en público, simplemente utiliza tu auricular bluetooth y todos pensaran que simplemente estás hablando por teléfono)

2. Actividad física:

Sal a correr, caminar o nadar. Adquiere máquinas de ejercicio para tu hogar. Conoce tu cuerpo y averigua qué hora del día funciona mejor para ti. Escucha música o encuentra un compañero para mantener tu energía arriba. Activa esas endorfinas. Tu salud mental te lo agradecerá.

3. Aceptación:

El primer paso hacia la aceptación para mí fue dejar atrás esa visión de la vida de ensueño que yo había imaginado ingenuamente, conmigo misma como la madre y esposa de ensueño. Comencé a trabajar en la aceptación de la filosofía de "yo estoy bien, tú estás bien".

Cuando comencé a aceptar las limitaciones de mi marido, él se sentía menos amenazado y no sentía la necesidad de retirarse emocionalmente. Él fue capaz poco a poco de expresar los sentimientos de culpa, confusión e impotencia que lo habían aquejado al sentirse incapaz de cumplir con mis necesidades emocionales. Él comenzó a buscar pequeñas maneras de apoyarme hablando con calma y diciendo cosas como: "¿Qué puedo hacer por ti?" O "¿Cómo puedo ayudar?".

Acepta la realidad de una situación determinada, y a continuación toma medidas para mejorar tu vida. Haz lo que tengas que hacer para sentirte protegida y segura. Enciende una vela perfumada de lavanda. Respira profundamente. Relájate.

4. Disfruta:

Disfruta. Enciérrate en un cuarto con una barra de chocolate y acurrúcate con tu libro favorito.

(Para todos los que están a dieta, he aquí una alternativa:)

Consume alimentos que te hagan sentir calmado y feliz.

Una vez escuché: Un plátano al día mantiene alejado al psiquiatra. Los plátanos contienen triptófano, un aminoácido que se convierte en serotonina, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo. Así que compra un plátano y a disfrutar. Aquí hay una lista de otros alimentos que contienen triptófano: tomates, chocolate negro, leche, huevos de alta calidad, frutos secos, yogurt, pescado, pavo, queso y carne.

5. Honestidad emocional:

Honestidad emocional significa estar en contacto con tus sentimientos subyacentes. Escribir, meditar o hablar con un terapeuta comprensivo. En situaciones donde necesites revelar que tienes un trastorno de ansiedad, sé realista. No te pongas a la defensiva o actúes apologéticamente. Sé consciente de tus limitaciones, comunícaselas a los demás y trabaja en ellas.

Aunque los seres humanos no somos transparentes, Dios nos conoce mejor que nosotros mismos. Él conoce cada pensamiento y acción. Él es consciente de las molestias más pequeñas y de los momentos más oscuros, cuando parece que no podemos encontrarle sentido a nada. Para algunos de nosotros, los desafíos parecen enormes. Por eso nosotros, tal vez más que otros, debemos recordar que con Su ayuda podemos, un día a la vez, alcanzar la paz y la serenidad.

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