Tres secretos de los campeones olímpicos

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Las claves para el éxito olímpico son también las herramientas que necesitamos para desarrollar nuestro potencial divino.

Los campeones comparten cualidades especiales que trascienden la bendición de los talentos que recibieron.

Todos observamos sorprendidos y asombrados a los campeones olímpicos de los juegos invernales en PyeingChang, y nos preguntamos cómo es posible que seres humanos lleguen a tales niveles de perfección.

Por supuesto que estos atletas fueron dotados con talentos singulares. Ellos tienen aptitudes físicas superiores a las habilidades normales. Sin embargo, cuando investigamos más allá de la superficie de esas habilidades aparentemente sobrehumanas, descubrimos que los campeones comparten unas pocas cualidades especiales que trascienden la bendición de sus talentos. El talento es un don que muchos reciben, pero los campeones son aquellos que agregan los ingredientes especiales necesarios para transformarlos en ganadores.

También nosotros podemos aplicar estas claves del éxito olímpico a nuestras vidas cotidianas para alcanzar la bendición del desarrollo personal, la satisfacción espiritual y la alegría de desarrollar al máximo nuestro potencial divino.

Estos son los tres secretos de los campeones olímpicos:

1. La fuerza del hábito

Malcolm Gladwell, en su best seller Fueras de serie – Por qué unas personas tienen éxito y otras no, revela un sorprendente descubrimiento. “Los investigadores han acordado en lo que creen que es el número mágico para adquirir verdadera pericia: diez mil horas”. Nadie puede llegar a dominar ninguna tarea, llegar a ser verdaderamente experto en ningún ámbito, sin el esmerado esfuerzo de la repetición constante. “La práctica no es lo que se hace cuando uno es bueno. Es lo que haces para llegar a ser bueno”, afirma Gladwell.

Este es el primer mantra de todo entrenador olímpico: practica, practica hasta que te derrumbes, y entonces comienza a practicar realmente. Para este énfasis hay una base tanto física como mental. La fuerza del hábito establece un patrón de comportamiento que se graba en nuestro sistema nervioso. Con el tiempo, este llega a activarse incluso sin que sea necesario tener la intención de hacerlo. Nuestra mente consciente ya no es necesaria para activar el patrón deseado; nuestro sistema nervioso lo activa automáticamente.

William James, en su magnífica obra llamada Hábito, utiliza esta misma idea como una recomendación espiritual. Él recomienda que “convirtamos a nuestro sistema nervioso en nuestro aliado en vez de que sea nuestro enemigo”. Es decir, aprovechar la fuerza del hábito para invalidar el impulso negativo de la tentación inadecuada.

Los hábitos son los arquitectos de nuestro comportamiento e influyen sobre nuestras emociones.

El famoso filósofo norteamericano sin saberlo se hizo eco del gran autor anónimo medieval del Sefer HaJinuj, que escribió: “El corazón va detrás de los actos”. Los hábitos son los arquitectos de nuestro comportamiento e influyen sobre nuestras emociones.

Cuando le preguntaron a Maimónides cómo es preferible dar caridad, si dar 100$ a una persona o dar un dólar a 100 personas necesitadas, él dictaminó que es mejor la última opción, simplemente porque eso crea un mayor hábito de dar caridad.

2. La fuerza de la crítica

Todo el mundo detesta ser criticado. A nadie le gusta que le recuerden sus defectos. Preferimos no tener que admitir que los tenemos.

Es interesante que uno de los roles más importantes de un entrenador para llegar a convertir a un buen atleta en una súper estrella, es encontrar los defectos que lo alejan de la perfección. Esto es algo que Bode Miller reconoce quizás como la principal razón de su éxito. Miller se está preparando ahora para su debut olímpico como analista de TV para la NBC en la competencia del 2018. Miller se retiró en el año 2015 siendo el segundo esquiador norteamericano más condecorado en la historia con seis medallas, incluyendo una de oro.

Para llegar a convertir a un buen atleta en una súper estrella, es necesario encontrar los defectos que lo alejan de la perfección

En sus palabras: “A la gente no le gusta admitir que tiene defectos. En cambio, prefieren focalizarse en sus puntos fuertes. El problema con este enfoque es que debido a que tus puntos fuertes ya son fuertes, te limitas a ti mismo en cuanto a lo que puedes mejorar. Debido a que tengo defectos, sigo buscando la excelencia. Estoy buscando constantemente mis imperfecciones y la forma de mejorarlas. Este enfoque tiene más sentido, porque las debilidades otorgan mucho más lugar para mejorar. Y esa gran mejora es lo que eleva a nuevas alturas el nivel de tu rendimiento, tanto en los deportes, los estudios, las artes, los negocios, como en cualquier otro emprendimiento”.

Esta es una idea que Rav Noaj Weinberg analizó brillantemente en “Los 48 caminos a la sabiduría”. Él señala que es muy extraño que la mayoría de las personas vean a la crítica como un ataque personal, lo que despierta de forma inmediata toda clase de mecanismos de defensa. En la Torá, la instrucción de dar una crítica se encuentra junto al mandamiento de “amar al prójimo como a ti mismo”, así como de la prohibición de permanecer indiferente cuando otra persona necesita algo. (Ver Levítico 19:16-18). Haciendo eco de las palabras de Bode Miller, Rav Weinberg escribe: “La crítica no es un ataque personal, sino una forma de desarrollar tu potencial a nivel olímpico”.

¿Qué es la introspección de Iom Kipur y el significado de sus plegarias por reflexión y conciencia personal, sino una versión espiritual de este método para buscar la perfección? Los defectos no diagnosticados se mantienen como fallas permanentes. Tener el coraje de reconocerlos nos convierte en verdaderos campeones.

3. La fuerza de la imaginación

El Kuzari, una de las obras más famosas del filósofo y poeta judío medieval Iehudá Halevi, enseña que la definición de una persona realmente grandiosa es aquella que tiene completo control sobre su mente, con la capacidad de visualizar eventos a través del planeamiento. Con esto él se refiere al ensayo mental anticipado de obstáculos inesperados en la vida; prepararse no sólo para lo esperable sino entrenarse para lo impredecible que invariablemente formará parte del guion no deseado de nuestras vidas.

Bob Bowman fue entrenador de natación de Michael Phelps, ganador de 23 medallas olímpicas de oro. Bajo su tutelaje, Phelps ganó cinco medallas de oro en campeonatos mundiales y fue nominado como el nadador norteamericano del año desde el 2001 al 2004. Lo que Bowman más resaltó a su estudiante estrella fue el concepto de la visualización mental. Cuando las cosas marchan mal, como invariablemente a veces ocurre, un atleta tiene dos opciones. Él dijo: “Uno puede ver la situación como un desastre y mentalmente castigarse y sacarse por completo de la pista pensando en eso todo el tiempo, o puede ver la situación como un desafío que se puede superar y de esa manera llegar a ser mejor. Al anticipar cosas malas que puedan llegar a ocurrir y pensar exactamente cómo serías capaz de enfrentarlas con éxito, llevas tu juego mental al siguiente nivel. Esta clase de práctica mejora tu confianza y te mantiene calmo al estar bajo presión”.

Bowman no tenía manera de saber lo que ocurriría en Beijing en el 2008. Phelps ya había ganado siete medallas de oro y estaba en la cúspide, a punto de lograr algo que nunca nadie había hecho: ganar ocho medallas de oro en una sola Olimpíada. Pero cuando se sumergió al agua al comienzo de la carrera, comenzó a entrarle agua en sus antiparras. Muy pronto estas estuvieron repletas de agua y él quedó literalmente ciego. Al borde del desastre, Phelps decidió cambiar de dirección y considerar mentalmente lo que sucedía simplemente como otro desafío, un desafío para el cual se había preparado mentalmente. Phelps había anticipado precisamente esa posibilidad. Con calma, comenzó a concentrarse en contar sus brazadas. A partir de sus innumerables prácticas sabía exactamente cuántas frazadas precisaba para cruzar la piscina de la forma más eficaz posible. Él sabía exactamente qué hacer y su visión mental se transformó en la realidad de su octava medalla de oro.

“Si lo desean, no es un sueño”, fueron las inspiradoras palabras de Teodoro Hertzl, lo cual en gran medida transformó un sueño de 2000 años en una realidad. “La realidad está equivocada, los sueños son reales”, es la manera contemporánea de expresar la idea que motivó a los profetas de Israel, los voceros de Dios que predijeron una era mesiánica para un mundo en el cual en ese momento se idolatraba la guerra y la violencia.

Creer en Dios, en uno mismo y en el potencial para el bien puede producir resultados que están más allá no sólo de lo esperable sino incluso de lo posible.

Estas tres ideas pueden ayudar a crear campeones olímpicos. Y nos pueden convertir en campeones en la carrera de la vida.

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