El hombre en busca de sentido

4 min de lectura

¿De qué se trata todo esto? ¿Para qué hacerlo? ¿Cuál es el propósito de la vida?

Victor Frankl fue un psiquiatra vienés secular que apenas sabía que era judío. Los nazis hicieron que su identidad quedara clara cuando lo deportaron a un campo de concentración.

Después de la guerra, escribió un libro titulado El hombre en busca de sentido. El libro tiene dos partes. La primera trata acerca de la vida en los campos de concentración. Describe cómo intentó salirse de la existencia del día a día y analizar la vida en los campos desde un punto de vista imparcial. Es una lectura espeluznante.

La segunda parte del libro es igual de interesante. En ella, Frankl describe lo que fue la vida para él después de la guerra. Poco después de haber pasado un tiempo en un campo para sobrevivientes de guerra, llegó a los Estados Unidos y abrió una clínica en el Upper East Side de Manhattan. Por haber sido un psiquiatra mundialmente famoso, su consultorio se llenó rápidamente. Sin embargo, él explica que los casos que trataba ahora no eran para nada parecidos a los que estaba acostumbrado a tratar. Una mujer llegaba a su oficina y él comenzaba la entrevista preliminar:

—Señora, ¿en qué puedo ayudarle?

—Es que, doctor, estoy deprimida.

—Ya veo. ¿Es su matrimonio?

—No. Eso va muy bien.

—¿Son sus hijos?

—No, ellos también están bien.

—¿Se trata de su trabajo?

—No, eso está muy bien.

—Entonces, ¿qué es? ¿Por qué está usted deprimida?

—No lo sé, doctor. Por eso estoy aquí.

Él describe que, paciente tras paciente, llegaban deprimidos, pero sin ninguna causa atribuible. Ningún trauma. Ninguna pérdida de un ser querido. No habían perdido su trabajo ni su fuente de ingresos. Su conclusión: estas personas estaban deprimidas porque les faltaba un significado en su vida; les faltaba dirección y propósito. Un hombre de cuarenta y cinco años se despertaba y se decía a sí mismo: “Me va muy bien. Estoy ganando montones de dinero, mi compañía está floreciendo. Pero, ¿de qué se trata todo esto? ¿Para qué hacerlo? ¿Cuál es el propósito de todo?”.

La conclusión de Victor Frankl, desde un punto de vista psiquiátrico, es que el hombre sin sentido se deprime y, de hecho, debe deprimirse, porque en el núcleo de su esencia está vacío. Su única esperanza es encontrar significado y propósito en su vida. Solamente entonces encontrará la felicidad.

¿Por qué el hombre no puede satisfacerse?

Él estaba en lo correcto. La razón es que Dios creó al hombre para un propósito más elevado, y le dio una neshamá, la cual no permite al hombre estar tranquilo. No le permite ser mediocre. Le exige demasiado. Le exige vivir con un propósito; le exige dar a los demás; le exige hacer contribuciones significativas; y si sus necesidades no son cumplidas, lo deja triste e infeliz.

Una de las paradojas de la vida es que puedes tener todo y ser pobre, o no tener nada y ser rico. Pero no se trata de una cuestión de actitud. No es solamente un asunto de apreciar lo que tenemos. Es algo mucho más profundo que eso, que corta la fibra misma de la personalidad humana.

El hombre tiene dos partes dentro de él. Cuando satisface las necesidades de las dos, logra un estado de balance y armonía. Está en paz consigo mismo. Cuando eso sucede, todo es hermoso. El sol brilla, los pájaros cantan y todo es maravilloso. Puede ser que esté lloviendo afuera y que no pueda pagar la hipoteca, pero está bien, porque las cosas tienen sentido. Comprende la vida. Entiende lo que está haciendo aquí. Y siente verdadera alegría y satisfacción. Está feliz.

El propósito de la vida no es la felicidad, y la Torá no es una “guía para ayudarte a ser feliz”. Pero una consecuencia directa de llevar un estilo de vida de Torá es que serás feliz. La Torá es la guía para llevar una vida exitosa. Fue escrita por el Único que entiende realmente al hombre: su Creador. Cuando una persona sigue Sus caminos, está en paz consigo mismo. Ambas partes tienen sus necesidades satisfechas, y está en sintonía consigo mismo.

Permitiendo que tu parte física gobierne

Sin embargo, cuando la persona no sigue los lineamientos de la Torá para lograr el éxito, invariablemente permite que su cuerpo gobierne. Por un tiempo, eso está bien; está ocupado acumulando su fortuna y divirtiéndose. Pero parte de él está infeliz y simplemente no puede disfrutar de la vida, sin importar lo que tenga, sin importar lo bien que le vaya en la vida. Todas las posesiones del mundo, toda la belleza de la Creación, no significan nada para él porque en el núcleo de su esencia hay una voz gritando su descontento.

“Pero, ¿por qué no soy feliz? ¿Por qué no me siento satisfecho?”. Simplemente al hacernos esta pregunta tenemos la respuesta. Dios nos creó para un destino que es mucho más grande que sólo vivir, ganarse la vida, caminar por este camino que llamamos vida. Y es debido a eso que no puedo sentirme satisfecho con sólo pasar el tiempo. No necesito más dinero o lujos o autos. Más significado. Más sustancia. Más relevancia. Parte de mí está diciendo: “No puedo creer que Dios me puso en este planeta solamente para hacer las cosas insignificantes que hago. Tiene que haber un propósito más elevado. Tiene que haber un significado en todo esto”.

Si una persona quiere vivir una vida significativa y llena de satisfacción, necesita entenderse a sí misma. Tiene que relacionarse con las necesidades de su alma. La única manera de hacerlo es encontrando su misión en la vida, investigando por qué Dios lo creó y por qué Dios lo colocó en esto llamado vida.

La actividad que da más felicidad al hombre

Una vez que la persona se entiende a sí misma, puede dedicarse a la experiencia que le da más felicidad: el crecimiento. Para eso nos puso Dios en este mundo. Ese es el propósito de toda la Creación. Y Dios implantó dentro de nosotros todos los impulsos e instintos que necesitamos para crecer.

El reto de la vida es que existe la otra parte de mí. Hay una parte física que clama sus necesidades y deseos. Si la persona sigue esa voz, por un tiempo estará ocupado, encontrará algo de satisfacción, pero desaparece rápidamente dejándolo más vacío que antes.

Dios quiere que seamos felices

Dios quiere que seamos felices. Dios creó todo para darnos Su bondad. A pesar de que el propósito de la vida es nuestra estancia en el Mundo Venidero, Dios quiere que seamos felices en este mundo también. Por esa razón, Él creó muchas alternativas estrictamente para que lo disfrutemos. Pero para disfrutarlas, debemos aprender a usar este mundo de manera adecuada.

Cuando el hombre sigue el camino de la Torá, crece, consigue y logra su propósito en la Creación… y está feliz. En ese estado, puede disfrutar de toda la belleza de este mundo. No lo distrae; es una herramienta que él utiliza para servir más a su Creador y realzar su crecimiento. El reto de la vida es no perderse, no dejarse atrapar en el aquí y el ahora, tanto, que olvidamos que existe un mañana.

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