Las coincidencias y el judaísmo

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Una de las formas más poderosas en que experimentamos la cercanía de Dios es a través de las coincidencias.

Una de las formas más poderosas en que experimentamos la cercanía de Dios es a través de las coincidencias.

Claramente este es el caso para mí. Todo el tiempo me pasan cosas que no puedo explicar.

Aquí hay dos ejemplos:

Un viernes a la noche estaba en el shul y mi mente comenzó a divagar. Me di cuenta de que era el aniversario de la primera vez que había respetado Shabat. De hecho, habían pasado exactamente 20 años. Me pregunté cuántos Shabatot eran. Hice el cálculo y multipliqué 20 (años) por 52 (semanas), lo que da 1040 Shabatot. Luego me di cuenta de algo que me dejó anonadado. Esa misma semana había comenzado en un trabajo nuevo. La dirección era 1040 N. Las Palmas Ave.

Otra historia.

Uno de mis comentaristas favoritos de la Torá es Rav Itzjak Javer, un impresionante erudito en Torá y cabalista del siglo XIX, de la escuela del Gaón de Vilna. El libro de él que había estado estudiando se llamaba Or Torá, la luz de la Torá. Cuando me enteré que también había escrito un comentario sobre las Agadetas, las secciones más esotéricas del Talmud, también lo encargué. Cuando llegaron los libros estaba lleno de emoción. Me senté en mi silla favorita, puse los libros cerca de mi corazón y los abracé. En ese momento sonó el teléfono. Mi hija corrió para decirme que alguien me llamaba.

“¿Quién es?”, le pregunté.

“Or Torá”, respondió mi hija.

“¡¿Qué?!”.

Hay un shul en la comunidad llamado Torá Or, pero el identificador de llamadas de nuestro teléfono invierte el orden de los nombres, por lo que en la pantalla decía ‘Or Torá’, el nombre del comentario que escribió el Rav Javer, cuyos libros yo estaba abrazando en ese preciso momento.

El significado de las coincidencias

¿Cómo explicas ocurrencias como estas, y qué se supone que debemos hacer cuando ocurren?

Por lo general hacemos un gesto de incredulidad y decimos: “¡Qué increíble!”. Pero lo milagroso de los eventos siempre me deja con la sensación de que no pude apreciar lo suficiente su importancia.

Así que durante años busqué la respuesta apropiada para las coincidencias. O, dicho de otra forma, dado que simplemente “ocurrió”, ¿qué debo hacer ahora?

Una vez escuché que las coincidencias son una de las maneras en que Dios te dice “¡Hola!”.

Si bien es una idea hermosa, tiene un problema: ¡Dios está diciendo “hola” todo el tiempo! Entonces, ¿cuál es la diferencia entre las coincidencias y cualquier otro momento?

La pregunta me tuvo perplejo hasta que reflexioné sobre la siguiente enseñanza.

En Ética de nuestros padres, Rabí Akiva dice: “Amado es el hombre, que fue creado a imagen de Dios; y un mayor indicador de amor es que le fue informado que fue creado a imagen de Dios, como está escrito: ‘Porque a imagen de Dios hizo al hombre’” (3:18).

Rabí Akiva nos está diciendo aquí algo asombroso. Puede que algo sea cierto, pero si Dios nos dice que es cierto, eso demuestra aún más amor.

Imagina este diálogo entre un padre y un hijo:

Hijo: “¿Me amas?”.

Padre: “Por supuesto que te amo”.

Hijo: “¿Entonces, por qué nunca me lo dices?”.

El padre ama al hijo. Pero cuando se lo hace saber, demuestra que su amor es aún mayor.

Sí, Dios está en todos lados.

Sí, Dios nos dice “hola” en cada nanosegundo de nuestra vida.

Pero cuando vivimos una coincidencia, Dios está, por así decir, saliéndose de su camino para decirnos que está presente en nuestra vida.

¡Piensa lo asombroso que es esto! Dios está literalmente organizando los eventos a tu medida, para que sepas lo cerca que está en ese momento.

¡Huau!

En Torá, eso es lo que llamamos un et ratzón, un ‘momento propicio para rezar’. Pero si traducimos el hebreo literalmente, es aún más fuerte. Significa: ‘un tiempo de deseo’, un momento en el que Dios está expresando su anhelo por nosotros.

Durante esos momentos, nuestros sabios nos enseñan que las Puertas del Cielo están abiertas para nuestras plegarias.

¡Ahora sabemos qué hacer la próxima vez que ocurra una coincidencia!

Reza.

Vierte tu corazón y pídele a Dios por todo.

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