¿Qué ocurre después de la muerte?

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Los sorprendentes descubrimientos de un estudio israelí hacen eco del misticismo judío.

¿Qué nos ocurre al morir? ¿Es la muerte el final o un nuevo comienzo? En el siglo XXI, la fe sigue siendo nuestra única fuente de información sobre el final de la travesía en la tierra. Los hallazgos científicos aún no ofrecen respuestas.

Sin embargo, un fascinante estudio israelí revela parte del misterio. Realizado por investigadores de la Universidad Hadasa de Jerusalem y publicado en el periódico Consciousness and Cognition, el estudio hace eco de los detalles que recibimos a través de la tradición mística judía.

Elizabeth Kubler Ross dedicó su vida al estudio de la muerte y de quienes están a punto de morir. En base a sus observaciones, escribió que en todos los años que estuvo presente en el momento en que la vida se escabulle, lo que más la conmovió fue ver la repentina calma y serenidad que siempre acompaña el paso de un estado al otro. Ella describió la muerte como "salir de un capullo y emerger como mariposa". Nuestros cuerpos, durante la vida, representan las limitaciones físicas. Sin ellos, podemos por primera vez alcanzar alturas que antes eran inasequibles.

Si bien la Cábala, el misticismo judío, llenó algunos vacíos de nuestro conocimiento con descripciones esotéricas de la muerte y la vida después de ella, la humanidad se enfrentó al misterio de la muerte sin contar con el testimonio personal de ninguna de sus víctimas. Sin importar lo mucho que deseemos penetrar el velo de secreto que bloquea nuestra visión del más allá, reconocemos nuestras limitaciones humanas. La muerte es sólo un viaje de ida que no permite regresar a la tierra para compartir sus secretos con los vivos. Incluso si aceptamos la idea de la supervivencia en otra forma cuando nuestros cuerpos dejan de funcionar, quedamos bloqueados por la carencia de evidencia real, simplemente porque los muertos no pueden hablar.

Pero en los últimos cincuenta años se agregó algo sumamente nuevo a la ecuación. Si bien muchos continúan descartándola por no ser verificable, la vida después de la vida lentamente va ganando terreno entre quienes jamás se identificaron como particularmente religiosos o espirituales. Gracias a los avances en las cada vez más sofisticadas técnicas de resucitación, hubo incontables casos de testimonios de personas que murieron y volvieron para contarlo.

Los profesionales que realizaron un revolucionario trabajo en el área, tales como Elizabeth Kubler Ross y Raymond Moody, acuñaron el nombre ECM, experiencia cercana a la muerte, para describir el fenómeno.

Podemos argumentar (y muchos lo han hecho) que, por definición, quien ahora está vivo jamás ha muerto. Sin embargo, lo que nos permite considerar que quienes vivieron esta clase de experiencias estuvieron más cerca del otro lado es que, clínicamente, estuvieron muertos. Sus cerebros no mostraron ni la más mínima actividad. Sus corazones dejaron de latir. Es imposible que hayan registrado sensaciones, que hayan grabado imágenes ni sonidos. Pero de todas formas, esas personas pudieron recordar lo que ocurrió en los cuartos donde descansaban sus cuerpos, describir quién había entrado y salido después de escuchar que los declararan muertos. Hasta pudieron repetir, con gran detalle, conversaciones que ocurrieron en presencia de sus cuerpos sin vida.

¿Con qué parte de sus cerebros inactivos recordaron? ¿Cómo pudieron ver y escuchar? Sus cuerpos físicos ya no eran capaces de realizar esas tareas. Llama la atención que casi todos los que atravesaron una ECM, tanto si antes eran creyentes, escépticos, agnósticos o ateos, terminaron creyendo firmemente en la existencia de un alma no física que sobrevive la muerte del cuerpo.

La muerte es acompañada por una revisión fundamental de la vida que nos da una perspectiva completa sobre la vida que vivimos.

Rav Jaim David HaLevi, quien fue gran rabino sefaradí de Tel Aviv, en su clásica obra maestra Asé lejá rav, escribió una extensa comparación entre la creencia judía tal como es registrada en el Talmud, el Midrash y las fuentes cabalísticas, y los reportes más recientes de ECM. En su opinión, es muy importante el despertar del mundo secular a una crucial verdad espiritual: la existencia del alma, cuya existencia continua no puede negarse con la muerte del cuerpo físico.

Ahora se descubrió otra parte de la historia. El misticismo judío también enseña que la muerte es acompañada por un importante análisis de la vida. Al acercarnos a una existencia no terrenal, se nos permite mirar hacia atrás y apreciar plenamente tanto nuestros pecados como nuestros logros, nuestros fracasos y nuestros triunfos. Antes de dejar esta tierra, recibimos la oportunidad de reflexionar sobre el significado de nuestra vida pasada y el legado que les transmitimos a quienes dejamos detrás.

Interesantemente, este nuevo estudio del hospital Hadasa, liderado por la Dra. Judith Katz, neuróloga de la Universidad Hadasa de Jerusalem, descubrió que las experiencias de revisión de la vida que acompañan el proceso de la muerte son frecuentes y tienen muchos elementos en común.

Las personas vieron sus vidas como si estuvieran mirando una película, pero el orden de los eventos que recordaron no era cronológico. Un participante dijo:

"No hay una progresión linear, faltan los límites del tiempo… fue como estar en la escena durante siglos. No había una limitación de tiempo/espacio, por lo que esa pregunta también parece imposible de responder. Un momento, mil años… ambos y ninguno. Todo pasó al mismo tiempo, algunas vivencias de mi experiencia cercana a la muerte ocurrían al mismo tiempo que otras, aunque mi mente humana las separa en eventos diferentes".

La mayoría de los participantes en la investigación de ECM manifestaron una profunda empatía por las personas con las que compartieron momentos importantes en la vida. Un elemento común de las ECM fue la inclusión de vivencias profundamente emocionales, desde la perspectiva de seres cercanos a ellos. Esto es lo que dijo un participante: "Podía ir a cada una de las personas y sentir el dolor que tenían en su vida… se me permitió ver esa parte de ellas y sentir yo mismo lo que ellas sentían".

Otra persona dijo: "Estaba viendo, sintiendo esas cosas sobre él [mi padre], y él estaba compartiendo conmigo las cosas de su infancia y por qué le resultaron difíciles".

Quizás la conclusión más importante sea que "todos los entrevistados en el estudio dijeron que después de su ECM, experimentaron un cambio fundamental en su perspectiva respecto a las personas y a los eventos importantes de su vida".

Los investigadores que registraron sus descubrimientos prefirieron no analizarlos desde una perspectiva espiritual, ni ligarlos a antiguos conocimientos rabínicos sobre el alma ni tampoco a explicaciones religiosas sobre nuestra última travesía. Los científicos no desean que la ciencia se convierta en súbdito de la creencia tradicional. En cambio, intentaron ofrecer otras explicaciones para sus hallazgos: cómo el lóbulo parietal, el temporal y la corteza prefrontal son particularmente vulnerables a la hipoxia y a la pérdida de sangre resultante de las ECM traumáticas.

Por supuesto que eso es posible. Pero en mi opinión, es mucho más probable lo que la sabiduría de nuestra tradición entendió durante miles de años. La muerte, como lo explica el Rabino de Kotzk, "es tan sólo pasar de un cuarto a otro, desde una especie de casucha a un domicilio magnífico en el cielo". Y, como cortesía final, antes de partir hacia ese viaje Dios nos permite mirar atrás, para ver la película de nuestra vida.

Puede ser que en ese momento nos sintamos repletos de arrepentimiento o de alegría. Quizás, saber esto de antemano sea la mayor inspiración para vivir una vida plena de sentido y propósito.

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