La mitzvá de tzedaká: La generosidad y los judíos

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La Tzedaká es uno de los sellos distintivos de la tradición judía. Y no necesitas dinero para poder cumplirlo.

La ayuda social, la idea de que cada sociedad tiene una obligación de ayudar al pobre y al débil, no siempre ha sido tan aceptada como lo es hoy en día. En tiempos pasados, y en muchas sociedades no occidentales incluso hasta el día de hoy, la familia es el sistema de manutención económica primario, y los hijos de una persona son su única red de seguridad.

En la Inglaterra del siglo XVI, existía la "Ley de los Pobres", la cual "castigaba a los vagabundos, marcándolos con la letra "V", los asignaba como esclavos a aquellos que los quisieran y les dieran pan, agua y sobras de carne...los esclavizaba de por vida si escapaban durante el primer año, y los mataba como criminales si escapaban nuevamente".

Incluso durante las primeras décadas del siglo XX, el "Darwinismo Social", la aplicación de la doctrina Darwiniana de supervivencia del más fuerte a la sociedad humana, estuvo de moda en los círculos intelectuales. Se creía que el progreso evolutivo implicaba que los miembros más débiles de la sociedad quedarían marginados, dando paso a los más fuertes para forjar el futuro. Tal era el clima de opinión en la época que un prominente filósofo, A.G. Warner, podía defender la "castración y permanente aislamiento de las personas incompetentes".

El enfoque judaico hacia la pobreza no podría ser más diferente: una compasión activa, y organizada, por los necesitados ha sido uno de los sellos distintivos de la tradición judía.

Como dice el Midrash: "La Tzedaká (caridad) estaba dormida y Abraham la despertó. ¿Cómo lo hizo? Construyó una tienda con aperturas en todas las direcciones y estaba abierto a recibir viajeros" (Shojer Tov 110).

La preocupación por el dar no terminó con Abraham; él impartió en su descendencia un altruismo profundo. En el libro "A History of the Jews", Paul Johnson escribe: "Desde los tiempos del Templo, la kupá o caja de recolección, era uno de los ejes principales alrededor del cual giraba la ayuda social de la comunidad judía".

En efecto, esta escrito en la ley judía que los líderes comunitarios son responsables por las necesidades de los pobres. Hace aproximadamente 800 años, Maimónides escribió: "No hemos visto o escuchado nunca de una comunidad judía que no tenga una kupá de tzedaká".

Y así ha continuado hasta el día de hoy; los innumerables fondos para comida, vestimenta, educación, gastos matrimoniales, tratamientos médicos, y cualquier otra necesidad, son comunes a lo largo del mundo judío. Durante la última mitad del siglo, en las campañas para recolectar fondos de ayuda para el Estado de Israel, judíos de todo el mundo han establecido un record de generosidad que no tiene precedentes. La presencia constante de la actividad filantrópica es una parte básica de nuestra tradición judía.

Tres formas de dar

No es necesario tener dinero para ser una persona que da a las demás. El clásico libro de ética,"Paths of the Righteous", enumera tres categorías principales de generosidad: dar de nuestra fortuna, dar de nosotros físicamente, y dar de nuestra sabiduría.

Esforzarse físicamente para ayudar a otros es algo que casi cualquiera puede hacer; usualmente lo único que se necesita es la voluntad de hacer un esfuerzo. Todos los momentos importantes de la vida – desde alegrar a los novios en el día de su matrimonio, curar y visitar enfermos, y hasta enterrar a los muertos – son oportunidades para ser bondadoso. Las actividades mundanas de la vida diaria también están repletas de oportunidades para involucrarnos y dar; y puede tomar casi cualquier forma, tanto como prepararle una taza de café a un amigo o abrir la puerta para que alguien pase.

Las oportunidades son infinitas, pero nos perdemos muchas de ellas. Se cuenta un historia de un estudiante que llegó a la clase y vio que no quedaban asientos libres. Entonces, fue a otro salón y regresó con una silla para sentarse. El profesor, el Rabino Shraga Feivel Mendelowitz, un renombrado estudioso de Torá del último siglo, lo reprendió: "Shleper" exclamó, usando la palabra en idish para alguien que lleva cosas como bestia de carga.

El niño quedó desconcertado por la inesperada reacción. Entonces, el Rabino Mendelovitz le explicó, que por solamente preocuparse por su propia necesidad de una silla, era un shleper. Si se hubiera preocupado de pensar en los demás y hubiera traído una segunda silla con él, su esfuerzo hubiera sido por una intención mucho más noble.

La tercera categoría del dar es mediante la sabiduría. Compartir el conocimiento y entendimiento propio con otras personas, es una gran bondad y una parte importante de la tradición judía. La manifestación más común de esto es la enseñanza; pero no es estrictamente necesario que te pares frente a una clase para compartir lo que sabes.

Dar consejo es otra forma de hacerlo. Puede ser en la forma de un consejo médico, de negocios o de asuntos legales, áreas en las que una cierta experiencia es necesaria. Hay una gran cantidad de información útil en nuestras experiencias del día a día. Un amigo mío se transformó en un centro de información andante anotando en un pequeño cuaderno todos los nombres, números y recorridos de buses, trenes, taxis y básicamente todo lo que necesitarías saber para llegar de un lugar a otro.

La cuarta dimensión del dar

Abraham se destacó en las tres categorías de generosidad. Usó su fortuna para hospedar viajeros (Génesis, 21:33); arriesgó su seguridad física para rescatar a su sobrino, Lot, que había sido secuestrado; y con sabiduría, enfrento su visión monoteísta al mundo pagano que lo rodeaba.

Sin embargo, la tienda de Abraham tenía cuatro entradas. Si tres de ellas pueden asociarse con la representación de las tres dimensiones de dar que hemos descrito ¿Cuál es el significado de la cuarta entrada?

Antes de sugerir una respuesta, consideremos una declaración de nuestros Sabios que garantiza la reflexión: "Cualquiera que se va a dormir y piensa, mañana me levantaré y le haré un favor a tal y tal persona, está destinado a disfrutar con los justos en el Gan Eden" (Midrash Mishlei 12). Ciertamente, es un lindo pensamiento. ¿Pero por qué tiene una recompensa tan grandiosa? Además está implícito que ganas la vida eterna solamente por el pensamiento, ¡incluso si nada se concreta después!

Quizás podemos encontrar la respuesta a ambas preguntas en un aspecto intrigante de las leyes judías de tzedaká. Digamos que tienes 100 dólares que quieres dar a los necesitados. ¿Sería mejor dar la suma total a un individuo que lo necesita? O ¿es mejor separarla en cantidad más pequeñas, digamos 10 dólares y donarlo a 10 personas diferentes?

La tradición judía nos enseña que es mejor dar pequeñas sumas en vez de una grande. La razón es que haciéndolo de esta manera uno se acostumbra a si mismo a dar. El ideal de dar para el judaísmo es que no basta con practicar la bondad; uno debe apuntar a convertirse en una persona cuya esencia es la bondad.

Este mismo ideal es la clave a la enigmática frase sobre tener buenas acciones en la cabeza a la hora de dormir. ¿Qué tipo de persona tiene esos pensamientos en la privacidad de su habitación y al final del día? Solamente alguien que se preocupa profundamente por los demás; alguien para quien esta preocupación es parte de su esencia. Ese tipo de persona merece el Gan Eden – aún si no consigue llevar a cabo algún plan de ayudar a alguien – porque de eso se trata toda su vida.

Este concepto es considerado como la cuarta entrada a la tienda de Abraham. El ejemplificó lo que significa vivir una vida judía, entregando a los otros de todas las formas substanciales. Las entradas a su tienda simbolizan las formas que esta entrega tomó. Tres de las entradas corresponden a las tres dimensiones de dar descritas anteriormente. Pero Abraham fue más allá, alcanzó la cuarta dimensión del dar – él mismo estaba empapado con la característica de dar. No era solamente una persona que daba, él era en esencia un dador.

Por lo tanto, la cuarta entrada representa la perfección de personalidad que Abraham alcanzó, y que nosotros, sus descendientes, luchamos por alcanzar.


Fuentes:

Paul Johnson, A History of the Jews, pág. 203; Yad Hilchos Matanas Aniyim 9:3; Lawrence Kelemen, Permision to receive, pág. 151, cita de John J. Clarke, Social Administration Including the Poor Laws, pág. 24; y pág. 151, cita de Warner, American Charities, pág. 31; Orchos Tsadikim, Sha'ar HaNedivus.

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