La bendición del sol: Milagros Ocultos, Milagros Revelados

8 min de lectura

La relación entre Birkat Ha-Jamá y Pesaj.

El Talmud (Brajot 59b) establece:

Aquel que ve el sol en su ciclo, la luna en su esplendor, las estrellas en su órbita y las constelaciones en su orden, recita: "Bendito es Él que realiza el acto de la creación". ¿Y cuándo ocurre esto?, Abaye dice: "Cada 28 años, cuando comienza nuevamente el ciclo (solar) y la época de Nisán cae en Saturno, en el cuarto día de la semana".

Birkat Ha-Jamá (La Bendición del Sol) es una bendición que se pronuncia una vez cada 28 años. Cuando el sol vuelve al mismo punto en el que estuvo en el instante en que fue creado, precisamente en el cuarto día de la creación.

Analicemos a continuación en profundidad la esencia de esta bendición, en la cual le agradecemos a Dios por el maravilloso y constante milagro de la creación.

Las Dos Grandes Luminarias

Y Dios dijo: "Que hayan luminarias en el firmamento de los cielos para dividir el día y la noche, y que sirvan como señales, y para las temporadas, y para los días y años. (Génesis 1:14)

Dios creó la luna y el sol para que sirvieran como señales. Pero, ¿señales de qué?

Como todos sabemos, la luna tarda aproximadamente un mes en completar su ciclo, mientras que el sol tarda aproximadamente un año en hacer lo mismo. Por esta razón, comúnmente el ciclo lunar se asocia a los meses, y el ciclo solar se asocia consecuentemente a los años.

Esta idea se refleja en las palabras en hebreo para mes y año respectivamente. La palabra para mes en hebreo es Jodesh, que comparte la misma raíz que la palabra Jadash, nuevo. La luna se renueva constantemente, y esto es algo que podemos percibir claramente, ¡con nuestros propios ojos! Cada mes observamos claramente como la luna aparece, desaparece y vuelve a aparecer. Cada mes pronunciamos una bendición (Kidush Levaná), ya que es un milagro ver como Dios renueva la luna una y otra vez.

Por otra parte, la palabra para año en hebreo es Shaná, que comparte la misma raíz que la palabra Mishná, repetición. Aparentemente el sol no cambia, el sol reiteradamente aparece una y otra vez, sin descanso, sin variaciones, con una constancia abrumadora. Cada año, cada ciclo, el sol permanece inalterable.

La relación entre ambos astros y lo que ellos representan se esconde detrás de esta idea. Si bien ambos fueron creados por Dios, y ambos dependen de influjos constantes de energía Divina, la luna se renueva visiblemente mientras que el sol, aparentemente, permanece inmutable.

Estas dos realidades representan dos órdenes distintos, dos planos diferentes de la realidad. Por una parte el sol representa un mundo en donde Dios está oculto, mientras que la luna representa un mundo en donde los milagros de Dios están revelados. El sol, inalterable, pareciera abogar por la autonomía de la naturaleza, mientras que la luna, renovándose constantemente, da testimonio de la constante re-creación del mundo por parte de Dios.

El sol representa aquellos milagros que entendemos intelectualmente, pero que son imposibles de percibir con nuestros sentidos. 

Dios creó la luna y el sol para que sirvieran como señales. La luna, renovándose constantemente, representa el plano de existencia en el cual existen milagros revelados, milagros que percibimos con facilidad, que percibimos como obvios. La luna representa esos momentos en que vemos con gran claridad la mano de Dios actuando directamente en nuestras vidas.

Por otra parte el sol representa aquellos milagros que entendemos intelectualmente, pero que son imposibles de percibir con nuestros sentidos.

De esta manera, en las bendiciones que recitamos en la mañana antes del Shemá, se señala lo siguiente:

En su bondad Él renueva a diario, continuamente, la obra de la creación. Como está dicho: (Agradézcanle) a Él, que hace las grandes luminarias, pues su benevolencia es eterna. (Brajot del Shemá, Shajarit)

"A diario" representa los milagros revelados, nosotros vemos como cada día es un nuevo día. "Continuamente" representa los milagros ocultos, nosotros entendemos que Dios renueva continuamente la creación, a pesar de que no lo podemos percibir.

Milagros Revelados: La Conexión con Pesaj

El Rambam, Maimónides, señala lo siguiente con respecto al precepto de relatar el Éxodo de Egipto:

De acuerdo al nivel de entendimiento del niño, el padre debe explicarle (acerca del Éxodo). Si es pequeño o tiene dificultad para entender, entonces debe decirle: "Hijo, todos nosotros fuimos esclavos en Egipto, así como esa sirvienta o ese trabajador que ves ahí, y en esta noche Dios nos redimió y salimos en libertad". Y si el niño ya es grande e inteligente, debe explicarle lo que nos aconteció en Egipto, los milagros que fueron hechos para nosotros a través de Moshé Rabenu; Todo de acuerdo al entendimiento del niño. (Maimónides, Hiljot Jametz Umatzá 7:3)

Todos sabemos que en la festividad de Pesaj recordamos la salida del pueblo judío de Egipto, pero si analizamos las palabras de Maimónides descubrimos algo asombroso.

El Éxodo marca el establecimiento de un nuevo orden en el mundo, un nuevo orden en donde la mano de Dios es evidente.

Maimónides establece que sólo un niño pequeño o una persona que carece de entendimiento puede relacionarse con la idea de que el Éxodo es simplemente un hecho histórico que marca la salida del pueblo judío de Egipto. Una persona con inteligencia en cambio, debe entender que el Éxodo de Egipto es realmente un hecho histórico que marca la revelación de Dios a través de los milagros que todo el mundo presenció. El Éxodo marca el establecimiento de un nuevo orden en el mundo, un nuevo orden en donde la mano de Dios es evidente.

Este traspaso de una realidad en donde Dios estaba oculto a una realidad en donde Dios está revelado fue el hecho que marcó el nacimiento del pueblo judío. Dios no nos sacó de un país para conducirnos hacia otro, más bien nos sacó de un plano de existencia en donde Él estaba oculto para trasladarnos a un plano distinto en donde Su mano era claramente visible.

Cuando el pueblo judío estaba a las puertas del Éxodo, Dios les ordenó el primer precepto en conjunto como pueblo, el precepto de establecer un calendario:

"Este mes será para ustedes el inicio de los meses, será para ustedes el primero de los meses del año". (Éxodo 12:2)

Sobre esta frase Rashi comenta lo siguiente:

Dios le mostró la luna a Moshé en el momento en que se renueva y le dijo: "Cuando la luna se renueve, tal día será para ti el inicio del mes (Rosh Jodesh)". (Rashi, Comentario a Éxodo 12:2)

Todos sabemos que existen dos ciclos a partir de los cuales se establece el orden del calendario. El "ciclo lunar" y el "ciclo solar". Y si bien ambos operan en conjunto dentro de una misma realidad temporal, cada uno de ellos establece un orden único que es absolutamente incompatible con el otro.

Este es precisamente el primer mandamiento de Dios para el pueblo judío como una entidad. Este precepto es muy significativo ya que representa el nacimiento del pueblo judío. Egipto y el resto del mundo, adoraban al dios del sol, adoraban la idea de un mundo en donde Dios está oculto, pero, ¡desde este momento en adelante el pueblo judío deja de regirse por un calendario solar y comienza a regirse por un calendario lunar! Esto es lo que marca el nacimiento del pueblo, el nacimiento de un nuevo orden, un orden en donde Dios está revelado, una realidad en donde los milagros de Dios son evidentes. Todo esto está representado por la luna, el astro que desde ese momento en adelante regirá la vida del pueblo judío, el astro que representa los milagros revelados de Dios.

Milagros Ocultos: Birkat Ha-Jamá

Si bien el Éxodo de Egipto marcó el inicio de una nueva etapa y de un nuevo orden en la historia del mundo, eso no terminó ahí.

El Rambán, Najmánides, declara lo siguiente:

"A partir de los milagros grandiosos y revelados el hombre reconoce los milagros ocultos, que son la base y la esencia de toda la Torá... el hombre no tiene parte en la Torá de Moshé Rabenu a menos que crea que todo lo que ocurre es un milagro..." (Najmánides, comentario a la Torá, Éxodo 13:16)

Najmánides declara que no basta creer solamente en los milagros revelados, ellos no son importantes en si mismos, ellos simplemente nos ayudan a creer en los milagros ocultos que no somos capaces de percibir, y que al mismo tiempo son la base y la esencia de toda la Torá.

Pongamos en perspectiva la idea del Éxodo de Egipto. La Torá establece:

Y sucederá que cuando tu hijo te pregunte el día de mañana diciendo: "¿Qué es esto?", le dirás: "Con mano fuerte nos sacó Dios de Egipto, de casa de esclavos. Y cuando el Faraón se obstinó en no enviarnos fuera, Dios mató a todos los primogénitos de la tierra de Egipto... Por eso yo redimiré a todo primogénito de mis hijos. Y será señal sobre tu mano y señal entre tus ojos, pues con mano fuerte Dios nos sacó de Egipto". (Éxodo 13:14-16)

A través de haber presenciado milagros revelados, el Éxodo nos ayuda a conectarnos con los milagros ocultos, tal como comenta Najmánides. Todos los milagros revelados de Egipto permanecerán como una señal para las generaciones, para que en base a ellos creamos en los milagros que no somos capaces de percibir.

Esta es la conexión que existe entre el Éxodo de Egipto y Birkat Ha-Jamá. El Éxodo de Egipto estableció un nuevo orden de milagros revelados, un orden lunar, y gracias a eso, nosotros somos capaces hoy en día de creer en milagros ocultos, en milagros representados por el orden solar.

Esta es la esencia de Birkat Ha-Jamá, si bien el sol aparentemente no cambia, nosotros podemos entender, intelectualmente, que en cada segundo y segundo Dios re-crea y renueva al sol, cada segundo es un nuevo sol, a pesar de que no lo percibamos, cada rayo de luz es distinto al rayo de luz inmediatamente anterior.

Una vez cada 28 años, nos detenemos un instante, observamos el sol, y le agradecemos a Dios por los milagros ocultos.

Así como una vela. Nosotros vemos que la llama arde durante horas, y aparentemente es la misma llama, pero realmente cada instante es una nueva llama, porque la combustión que ocurrió hace un instante consumió una parte de la vela que ya no existe, y lo que veo ahora es una llama absolutamente distinta a la llama que observé hace sólo un instante.

Así mismo, una vez cada 28 años, nos detenemos un instante, observamos el sol, y le agradecemos a Dios por los milagros ocultos, por los milagros que entendemos intelectualmente pero que al mismo tiempo no podemos percibir.

Una Vez Cada 28 Años

¿Por qué 28 años? ¿Donde encontramos el número 28 en la Torá? La respuesta es sorprendente. ¡El número 28 aparece precisamente en el primer versículo de la Torá!

Bereshit Bará Elokim et ha-shamaim ve et ha-aretz. (Génesis 1:1)

Si uno cuenta la cantidad de letras en hebreo que aparecen en el primer versículo de la Torá estas suman 28 letras. Nuestros Sabios enseñan que con la palabra "Bereshit" Dios creó la dimensión del "Tiempo", que es una dimensión del mundo físico.

La guematria (equivalencia numérica) de 28 es kaf-jet, "koaj", que significa "fuerza", en este caso la fuerza de la creación. De esta manera, cada 28 años se renueva la fuerza de la creación y todo vuelve al instante del Génesis.

También encontramos el número 28 cada vez que recitamos Kadish. Cada vez que respondemos:

Yehé shemé rabá mevoraj lealam ulealmei almayá.

Si contamos las letras en hebreo de esta frase, éstas también suman 28. Cada vez que respondemos Kadish estamos declarando con absoluta convicción que Dios renueva constantemente la creación, estamos declarando con absoluta convicción que nosotros creemos ciegamente en los milagros ocultos de Dios.

Finalmente Kohelet enumera la existencia de 28 "tiempos" en este mundo, una vez que estos tiempos concluyen, entonces comienza un nuevo ciclo. Así se expresa Kohelet:

Cada cosa tiene su momento, y cada propósito tiene su tiempo debajo de los cielos: Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo para plantar, y tiempo para cosechar lo que se ha plantado; tiempo de matar, y tiempo de sanar; tiempo de destruir, y tiempo de construir; tiempo para llorar, y tiempo para reír; tiempo para estar de duelo, y tiempo para bailar; tiempo para arrojar piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo para abrazar, y tiempo para alejar; tiempo para buscar, y tiempo para perder; tiempo para guardar, y tiempo para soltar; tiempo para rasgar, y tiempo para coser; tiempo para el silencio, y tiempo para hablar; tiempo para amar, y tiempo para odiar; tiempo para la guerra, y tiempo para la paz. (Kohelet 3:1-8)

Que sea la voluntad de Dios que el último de los tiempos sea un tiempo de paz para el pueblo judío y que pronto presenciemos la reconstrucción de Jerusalem y la llegada del Mashiaj.

 

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