¿Por Qué Besar la Mezuzá?

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Cómo la Mezuzá provee una conexión espiritual diaria.

Yo estaba sentado en un café esperando a un amigo, y había elegido una mesa con vista estratégica para poder ver cuando él llegara. Cada vez que la puerta se abría, miraba para ver si era mi amigo el que había entrado. En un momento la puerta se abrió y una alta, atractiva e inmodestamente vestida mujer entró al café. Parecía como si fuese una modelo.

Antes de desviar mi mirada y volver al menú, esta mujer hizo algo que me sorprendió: elevó su mano, tocó la Mezuzá que se encontraba fuera de la puerta, y luego besó sus dedos. Este era un gesto que yo había presenciado miles de veces; sin embargo, sentí una disonancia por la incongruencia de su falta externa de identificación religiosa y el gesto religioso que realizó cuando entró al edificio.

El retraso de mi amigo me permitió realizar un experimento sociológico durante los siguientes minutos; rápidamente noté que no había absolutamente ninguna correlación entre la apariencia externa y el acto de besar una Mezuzá, cuando se entra o se sale de una habitación.

Mentalmente, archivé esto como una anécdota interesante de mi vida en Israel, junto con varios otros episodios sorprendentes. Algunos años atrás, durante un periodo particularmente tenso en Israel, el guardia de seguridad en la entrada de mi banco aplicó el régimen de seguridad más inédito que he visto: Recibía a los clientes en la puerta con un paquete de especias en la mano. Todo quien sabía la bendición correcta podía entrar; y el que no, era sometido a una inspección más convencional. En esa ocasión también me sorprendí bastante de ver cuánta gente “vestida no religiosamente” sabía la bendición correcta. Hice una segunda nota mental: nunca juzgues a la gente basado en las apariencias externas.

¿Por qué, sin embargo, esta mujer, y muchos otros clientes del restaurante ese día, besaron la Mezuzá? De hecho, ¿por qué los judíos besan la Mezuzá?

Algunos lo podrán ver como un gesto supersticioso: Buscan protección en los elementos, tanto del daño físico como del daño espiritual que los espera más allá de la seguridad del hogar (1). Sin embargo, para muchos besar la Mezuzá puede ser una expresión de fe, simple y honesta. Buscan una conexión con Dios, y ven la Mezuzá como una expresión de esta conexión.

En la edad media, una gran cantidad de autoridades rabínicas expresó su aprobación por la costumbre de tocar la Mezuzá cuando se sale del hogar mientras se eleva una plegaria a Dios pidiéndole protección (2). Los místicos enseñaron que cuando se toca la Mezuzá, se debe tocar específicamente el nombre de Dios de tres letras, Sha-dai, que está impreso en la parte externa del pergamino, y luego el dedo que lo tocó debe ser besado (3).

¿Qué tiene de especial el nombre Sha-dai que otorga protección y nos da fuerza para enfrentar los desafíos del mundo? ¿Por qué este nombre de Dios en particular está asociado con la Mezuzá, a tal punto que algunos dicen que el nombre Sha-dai es de hecho un acrónimo para Shomer dlatot Yisrael – “Protector de las puertas de Israel”? (4).

Este nombre de Dios está asociado a la habilidad de controlar la naturaleza o de domar los instintos.

El Talmud (5) explica que este nombre está entrelazado con el proceso mismo de la creación: Antes de la creación, no había nada. El acto de la creación fue un acto de expansión, el cual progresó hasta el punto en que Dios le dijo a la naturaleza, “dai” – “suficiente”, deja de expandirte. Este nombre, por lo tanto, está asociado con la habilidad de controlar la naturaleza o de domar los instintos.

El nombre Sha-dai se encuentra en la Torá por primera vez cuando Dios le da a Abraham el mandamiento de la circuncisión, lo que pareciera expresar el siguiente concepto: a pesar de que el hombre es una criatura de impulso natural y está dominado regularmente por sus instintos, la naturaleza puede y debe ser domada. Tal como Dios controla la naturaleza, y crea los límites para que el mundo no se expanda hasta desaparecer, así mismo el hombre puede controlar su propia naturaleza y trazar límites dentro de los cuales puede alcanzar su potencial y llegar a la perfección.

El personaje bíblico que más cercanamente se identifica con estas características es Yosef; el nombre divino Sha-dai se utiliza en conexión con él más que con cualquier otro personaje bíblico. Yosef controló heroicamente su propio instinto e impulsos cuando la esposa de su jefe Potifar intentó seducirlo. Él se resistió, creando y respetando los límites de lo que abarca el comportamiento moral. Él conocía el secreto de Sha-dai (6).

Aunque la costumbre original era tocar o besar la Mezuzá cuando uno salía de su hogar, muchos judíos extendieron esta práctica a todas las puertas que tienen Mezuzá. Parecen haber decidido que proferir una plegaria silenciosa y pedir por protección Divina es una maravillosa manera de enfatizar el día con pequeños eventos de elevación espiritual.

Pero el gesto verdaderamente “Divino” no es meramente levantar la mano hacia el marco de la puerta; sino saber cómo y cuándo decir “basta” - dai, practicando el autocontrol. La moderación que aprendemos del acto mismo de la creación debe ser un principio guía en nuestras vidas, un principio que nos ayude a perfeccionar todas nuestras relaciones interpersonales.

El autocontrol – el control del impulso humano de expandirse, de controlar, de conquistar – nos ayudará tanto cuando estemos en el trabajo como cuando estemos en nuestro tiempo libre. Incluso será de ayuda la próxima vez que veamos a una mujer que parece ser una supermodelo entrando a una cafetería – sólo imagínala besando la Mezuzá y di “dai” – suficiente.


  1. Esta asociación puede provenir de la puesta de sangre en los marcos de las puertas durante el éxodo, un acto que protegió a los israelitas mientras Dios “pasó” por sobre sus hogares. Ver Mejilta Bo, final de la sección 11, la cual asocia la Mezuzá con este rito. Ver Responsa Divrei Yatziv, Yoreh Deah 191.

  2. Ver costumbres de Mahril sección 91.

  3. Birki Yosef Yoreh Deah 285:3.

  4. Libro EtzJaim, Shaar HaKlalim.

  5. Talmud Bavli, Jagiga 12a.

  6. Para más sobre esta idea ver “Exploraciones” (Jerusalem: Targum Press, 2001), p. 87 ff.

 

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