Un riñón para dar

12 min de lectura

¿Por qué doné mi riñón a alguien que no conocía?

Si realmente quieres algo que detenga una conversación, dile a alguien que estás planeando donar un riñón y que ni siquiera sabes a quien se lo estás dando.

Eso es lo que ha estado ocurriendo en mi vida.

Todo comenzó hace tres años en Denver, cuando un buen amigo de mi marido necesitaba un riñón. Ninguno de los miembros de su familia era compatible o podía donar por variadas razones. Si tienes algún historial de enfermedad de riñón, has tenido algunas enfermedades como cáncer, o posees el tipo de sangre equivocado, estás fuera.

Una noche me quedé despierta hasta tarde y le pregunté al "Rabino Google" algunas cosas acerca de la donación de órganos. Solamente quería saber que era lo que él estaba viviendo. Había mucha información disponible, y comencé a ver que en base a los requerimientos y restricciones, yo era una muy buena candidata para donar un riñón.

Mi tipo de sangre es O positivo, lo cual en el mundo de las donaciones de riñón me transforma en una donante universal. Yo solamente puedo recibir de un O, pero puedo darle a cualquiera. Muchos tipos de sangre pueden dar solamente a su mismo tipo. Algunos, como AB, son receptores universales. Ellos solamente pueden dar a su mismo tipo, pero pueden recibir de cualquiera. Yo era una donante universal, y me gustaba como sonaba eso. Ahora tenia que ver si podía estar a la altura del título.

La idea de los trasplantes en el área médica siempre me atrajo. Hay muchas restricciones en las leyes de la Torá acerca de esto, y uno necesita consultar a una autoridad competente en ley judía para saber que es exactamente lo que está permitido y lo que está prohibido.

Años atrás en Toronto conduje campañas de medula ósea para un joven de Nueva Jersey que estaba buscando a alguien compatible para curar su leucemia. Aprendí mucho acerca de este tipo de donación/trasplante, y me convertí en una fuerte defensora de personas que se registran en el banco de medula ósea. (Visiten www.giftolife.org).

Unos cuantos años después, me llamaron como una posible donante para alguien. Me decepcioné mucho cuando después de otros exámenes me descalificaron.

Así que la idea de donar mi riñón cruzó por mi mente. Luego de hablar con mi marido y con nuestro rabino, decidí ofrecerle mi riñón a nuestro amigo. Él estaba sumamente agradecido y conmovido, y comenzamos el proceso de los exámenes médicos. Al comienzo del proceso su equipo medico pensó que debido a su tamaño mi riñón nunca podría sostener su cuerpo. Fui rechazada y me decepcioné mucho.

Unos cuantos meses después nos mudamos al área de Washington D.C. para trabajar para Aish. Vi un correo electrónico que había corrido a través del sistema interno de Aish acerca de un niño de cinco años muy enfermo que necesitaba un riñón. Escribí de vuelta, explicándoles que ya había hecho las investigaciones y que pensaba que era una buena candidata para donar un riñón.

¿Como podría decirle que no a alguien solamente porque no lo conozco?

Unos cuantos días después recibí una respuesta explicándome que resultó ser que el niño estaba demasiado enfermo para el trasplante, pero ¿estaría dispuesta a ser examinada para otras personas?

La persona que me escribió fue Jaya Lipschutz, una mujer judía observante de Nueva York. Ella donó su riñón hace algunos años, y su hermano, Yosef, hizo lo mismo. Ahora ella estaba dedicando su vida a ayudar a otros.

Ese fue mi primer dilema moral. Por nuestro amigo, sí. Por un niño pequeño, sí. Y ahora, ¿Cómo podría decirle que no a alguien solamente porque no lo conozco?

Llené los formularios y comencé el proceso de exámenes nuevamente. Había tres mujeres de Nueva York para las cuales me estaban examinando, entre 30 y 40 años, y cada una con varios niños. Las tres estaban muy enfermas y en desesperada necesidad de un riñón.

Pasé la primera etapa, y me aceptaron como candidata para ser una "donante altruista" (alguien que no tiene conexión con el receptor). Ahora tenia que discutirlo con mi marido.

Le dije que no sabía realmente porque quería hacerlo, pero quería. Le expliqué que los exámenes podían descartarme en cualquier momento. Él no fue muy entusiasta y quiso hablar con nuestro rabino al respecto, pero acordamos continuar.

Muy poca gente en esta etapa sabía lo que yo pensaba hacer. Sus reacciones fueron, en conjunto, uniformemente negativas. ¿Cómo podía poner mi vida en riesgo? Tenía hijos, un esposo y responsabilidades. ¿En que estaba pensando? ¿Qué pasaría si necesitaba un riñón algún día? ¿Que pasaría si alguno de mis hijos necesitara uno y yo no pudiera donarlo?

Intenté explicarles que para el donante los riesgos son muy bajos, casi los mismos que cualquier cirugía en la que hay anestesia general. El tiempo de recuperación es casi el mismo que una cesárea (sin un bebé recién nacido que cuidar las 24 horas). Sí, estaba pensando, y había realizado una amplia investigación sobre el tema. Y si tú donas un riñón, y por alguna razón luego tú necesitas uno, en vez de esperar en una lista (que en el caso de Nueva York es un promedio de ocho años), eres ubicada en el primer puesto de la lista. ¡Eso si que es un seguro médico! (La Clínica de trasplantes de riñón en el centro médico Montefiore había tenido solamente un caso de estos en los 20 años que llevan haciendo trasplantes).

Le pregunté a Pat, la maravillosa mujer que administra la clínica, ¿que ocurre si alguno de mis hijos o alguno de mis padres necesita alguna vez un riñón? Ella me dijo que seis meses después de haber aceptado el trabajo de administrar la clínica de trasplantes, su propio hermano se enfermó y necesitó un riñón. Ella pudo donar su riñón y salvar su vida. Años después, ella desarrolló un cáncer y luego se recuperó. Ella me explicó que si hubiese dudado y hubiera esperado para donar su riñón ahora, ella hubiera estado descalificada como donante debido al cáncer. En otras palabras, Dios maneja el mundo, y cuando se te presenta una mitzvá, una oportunidad de salvar la vida de alguien, tómala. Puede ser que no vuelva a presentarse. Frenarse y vivir en un mundo de "¿Qué hubiera pasado si...?" podría costar vidas.

También les expliqué a las personas que me sentía mucho más cómoda donando mi riñón a alguien a quien no conocía, en vez de alguien a quien sí. Imaginen que le dono mi riñón a una amiga y meses después le pido que me haga un favor y cubra mi turno de llevar a los niños al colegio. Ella me dice que está demasiado ocupada para hacerlo. ¿Qué voy a estar pensando yo? ¿Te doné mi riñón y tú no puedes cubrir mi turno?

Probando 1-2-3

A través de correos electrónicos y llamadas telefónicas, la clínica de trasplantes me entregó una larga lista de exámenes médicos que tenía que pasar para que se pudiera llevar a cabo la operación – mamografía, una tomografía, escáner renal... Ellos me dijeron que podía ser eliminada en cualquier momento. Yo aún no le había contado a mi familia cercana. No quería que se preocuparan, ¿para qué?, si yo podía ser descalificada en cualquier momento.

Algunos de los exámenes podía realizarlos cerca de casa, pero otros tenían que hacerse en Montefiore, que queda en el Bronx. En un viaje de vuelta a casa desde Israel tuve una conexión ahí, así que arreglé quedarme por dos días para realizar la mayor cantidad de exámenes posible.

Mi amiga Rebeca, que había viajado conmigo a Israel en mi misión anual, se quedó conmigo en Nueva York. Ella había sido muy aprensiva acerca de todo este "asunto del riñón" como lo llamaba ella, pero es tan buena amiga que accedió a acompañarme para darme apoyo moral.

Al final, fue más que moral. Uno de los procedimientos era un examen de 24 horas de duración, que me restringía al sillón, para que ningún movimiento influyera en los resultados del examen. Así que Rebeca tuvo que salir a buscar comida casher y esperarme 24 horas.

Pero la parte más intensa fue cuando llegamos. Recién habíamos cruzado todo el globo terráqueo desde Israel después de una gira muy acelerada y necesitábamos una buena ducha. Aterrizamos en el aeropuerto JFK temprano en la mañana, justo en el día en que un extraño tornado había aparecido en Brooklyn.

La ciudad estaba en caos y el tráfico era una pesadilla. Nos tomó cinco horas llegar desde el aeropuerto al Bronx. En el viaje, intentamos alentar a nuestro conductor quien se veía más exhausto y mareado que nosotras. Él claramente no quería estar en la ruta ese día, y yo tenia miedo de que se detuviera y dijera, olvídenlo, así que jugué la "carta del riñón" con esperanzas de ganar su simpatía.

"¿Por qué Dios nos dio dos riñones si solamente necesitamos uno?" Respondí, "Él nos dio uno para conservar y uno para donar".

Él estaba bastante fascinado y me preguntó, "¿Por qué Dios nos dio dos riñones si solamente necesitamos uno?" Yo respondí, citando al Dr. Greenstein, un doctor observante de la clínica, "Él nos dio uno para conservar y uno para donar".

Cuando finalmente llegó, despeinado, exhausto y debilitado por nuestro pesado equipaje, los coordinadores del trasplante vinieron al lobby a recibirnos. Ellos miraron a Rebeca y le preguntaron, "¿Es usted la receptora?".

Pasé toda la tarde donando sangre y haciéndome exámenes, mientras Rebeca nos acomodó en la habitación de un hotel-apartamento que nos proveyeron a una cuadra del hospital. Más tarde esa noche nos reímos acerca de como la confundieron con la receptora de mi riñón.

"Sabes Rebeca", le dije con repentina seriedad, "si tú necesitaras un riñón, yo te daría el mío".

"Sí", dijo ella. "Lo sé".

"¿Entonces como puedo negarle mi riñón a otra persona, solamente porque no la conozco? Alguien la conoce. Es la esposa de alguien, la hermana, la amiga o la hija".

"Ok", dijo ella. "Lo entiendo".

De los exámenes al trasplante

Continué atravesando un gran número de exámenes y estaba agradecida de haber pasado a la siguiente etapa. También era reconfortante saber que yo era, gracias a Dios, sana de pies a cabeza. Me dijeron que había habido muchas ocasiones en que la vida de un potencial donante había sido salvada, habiendo descubierto cosas malas que no se habían detectado antes.

Mi marido no estaba aún completamente convencido. Él estaba haciendo su propia investigación, había hablado con un nefrólogo y con nuestro rabino. El doctor le dijo que las personas pueden llevar vidas perfectamente normales y sanas con un solo riñón. Nuestro rabino le dijo que salvar una vida era un mitzvá muy grande y que él debería apoyarme en todo sentido. Mi marido viajó a la clínica, se reunió con el equipo de trasplante, y me dio su apoyo 100%.

La clínica de trasplante me llamó para informarme que le habían avisado a la receptora que tenía un donante y que el trasplante se llevaría a cabo dentro de dos semanas. Esperan hasta el ultimo minuto para decirle al receptor – puede ser devastador pensar que tienes un donante y, que por cualquier razón, se caiga la posibilidad.

¿Por qué ocurre esto? En primer lugar la gente se arrepiente, debido a sus propias dudas, miedos y a la presión negativa que ejercen sus familiares y amigos. En dos ocasiones diferentes, personas con buenas intenciones se sentaron conmigo e intentaron convencerme de no llevar a cabo este "asunto del riñón". Si no hubiera hecho tanta investigación para refutar sus miedos, y si no me hubiera sentido completamente comprometida con lo que estaba haciendo, hubiera cedido también.

La clínica quería saber si yo deseaba hablar con la mujer que sería mi receptora. "Sí... en verdad no... ¡o quizás sí!"

Claramente tenía sentimientos encontrados. ¿Qué pasaría si ella no me agradaba? ¿Y si ella era prejuiciosa? O, como me advirtió una amiga ¿Qué sentirías si ella es fumadora? La verdad yo estaba más preocupada de que fuera una situación increíblemente incomoda.

Finalmente decidí que sí quería hablar con ella, pero solamente si ella se sentía cómoda de hablar conmigo. Les dije que le dieran mi número, pero que ella no debía sentirse obligada a llamar.

Durante los siguientes dos días mantuve mi teléfono celular encendido, incluso cuando estaba haciendo clases. Mi corazón literalmente saltaba cada vez que sonaba el teléfono. Pero nunca era ella. Finalmente, en la tercera noche, mientras estaba entrando a clases, mi teléfono sonó y era ella.

Acordamos hablar después de mi clase. Completamente distraída, di la clase, y luego me fui a mi oficina y recibí su llamada. Hablamos durante cuatro horas.

"No hay palabras", comenzó ella.

En un punto de la conversación ella me preguntó, "¿Quien eres?"

"¿Estás en tu computadora?" le pregunté. "Ingresa a Aish.com".

La guié a "Lori Almost Live", un video blog semanal que hago para Aish.com. "Esa soy yo".

Queríamos saber todo acerca de la vida de la otra – nuestros hijos, nuestro trabajo, todo. Fue una de las conversaciones más significativas de mi vida.

Ella era una mujer increíblemente valiente, con siete hijos. Era un año mayor que yo, y hace medio año atrás durante unos exámenes de sangre rutinarios para corregir una hernia, se enteró que tenía una enfermedad mortal al riñón, KPD.

Aproximadamente 70.000 personas en los Estados Unidos están actualmente esperando un riñón. Solamente hay 6.700 riñones disponibles cada año.

Un trasplante de riñón es la única cura. La diálisis, que puede sostener a una persona entre cinco y siete años, destruye el sistema inmunológico y los condena a una vida terrible. Aproximadamente 70.000 personas en los Estados Unidos están actualmente esperando un riñón. Y la lista crece cada año. Solamente hay 6.700 riñones disponibles cada año a través de donaciones de personas muertas y de personas con vida. Las donaciones de riñones en vida le dan a la persona el doble de posibilidad de recuperación, debido a que está sano y fresco. Y si una persona recibe un riñón antes de someterse a diálisis, su posibilidad de recuperación también se dobla. Miles mueren cada año esperando.

Viajé con Rebeca a Nueva York para el trasplante, ella se ofreció a venir conmigo para que mi esposo pudiese cuidar de nuestros hijos. Nuestra comunidad de alumnos y de amigos se organizó y prepararon cenas y turnos de autos para que yo no tuviera que preocuparme. Muchas personas estaban ahora conmigo y me apoyaban.

La cirugía estaba programada para un jueves. Me necesitaban ahí tres días antes para más exámenes. Llegamos un lunes, la receptora del riñón llamó y nos invitó a cenar a su casa esa noche. Yo estaba entusiasmada y nerviosa al mismo tiempo. Me sentía como si estuviera a punto de conocer a mi hermana gemela separada de mí al nacer. Pasamos la más increíble velada con ella y su esposo.

Éramos tan parecidas en tantos aspectos, ¡y su esposo incluso me recordó a mi esposo! Claramente este era un emparejamiento hecho en el cielo. Ella nos preparó la cena más increíble, saludable y gourmet, y por supuesto ella no podía comer ni un bocado. La única forma en la que podía evitar tener que hacer diálisis era siendo cuidadosa con su dieta. Desde el día en que fue diagnosticada, no había consumido ni un gramo de proteínas, lácteos, cítricos, potasio, y tantos otros alimentos. Me dijo que el almuerzo para ella era una galleta de arroz con lechuga. Para darse un gusto, le ponía un poco de mayonesa al medio.

La reunión fue incomoda en algunos sentidos, pero fue también muy inspiradora. Durante el año y medio que ella había estado enferma, casó a tres hijos. Me mostró los álbumes de bodas, y luego yo le pregunté en que estaba pensando durante las bodas, sabiendo que el tiempo se estaba acabando. "Con cada boda sabía que ese niño estaría bien. Se habían casado con una buena persona. Si tenía que morirme, sería difícil para ellos, pero podrían seguir adelante. Solamente quería vivir lo suficiente como para casar a mis últimos dos hijos. Entonces me podría ir".

Ni siquiera podía imaginarme ser tan fuerte. Frente a su nefasta situación, siempre mantuvo una sonrisa en su cara. Su fe en Dios nunca flaqueó, solamente se fortaleció. Ella continuó trabajando tiempo completo, y era claramente el "motor" de su familia.

La noche anterior a la cirugía ella me llamó para decirme que no tenía que hacerlo. "Lori, estás tomando un riesgo y quiero que sepas que puedes cambiar de opinión. Yo entenderé completamente".

Me conmovió tanto, pero la tranquilicé asegurándole que estaría ahí a la mañana siguiente a las 6 a.m. en el hospital, como estaba planeado.

Llamé a mis padres y hermanos esa noche para decirles por primera vez lo que estaba haciendo. Ellos se sorprendieron pero me apoyaron mucho. Me disculpé por avisarles a último momento, pero no quería que se preocuparan.

Mi "hermana de riñón" también le dijo a sus hijos a último momento. Meses atrás pensaron que tenían un donante, pero dos días antes de la cirugía se canceló. Habían encontrado proteína en la orina del donante, lo cual eliminó la posibilidad del trasplante. La familia estuvo muy mal.

El gran día

Muchas personas me han preguntado si alguna vez tuve dudas. Solamente hubo un momento en el que dudé. Fue cuando estaba caminando con la enfermera hacia la sala de operaciones. Había un vestíbulo semi-estéril en el que entramos, antes de ingresar a la verdadera sala de operaciones.

"Aquí vamos", dijo ella.

"Un momento", dije yo. "Necesito decir una plegaria".

Así que me paré ahí y dije el Shemá, y le pedí a Dios que me dejara vivir y que la operación fuera un gran éxito, y que ella viviera también.

"Ok", dije, "estoy lista".

Vi las luces, la larga mesa de operaciones con las correas, y me congelé. "¿Qué estoy haciendo?"

Entonces ella abrió las puertas de la sala de operaciones y me quedé en shock de ver a tanta gente ahí, todos corriendo de un lado para otro haciendo todo tipo de cosas con materiales y máquinas. Vi las luces, la larga mesa de operaciones con las correas, y me congelé. "¿Qué estoy haciendo?" Luego cerré mis ojos y me dije a mi misma, "Sólo hazlo. Sólo hazlo".

Me acosté en la mesa, y lo próximo que supe es que estaba en la sala de recuperación y me estaban diciendo que fue un éxito y que todo estaba bien.

Había terminado. Pero en realidad sólo estaba comenzando.

La vida que me dio a mi

La cirugía fue laparoscópica y estuve en el hospital sólo unos pocos días recuperándome. Durante este tiempo, los hijos grandes de mi "hermana de riñón" y su familia cercana entraron a mi habitación, llorando y agradeciéndome por salvar su vida. Cuando me estaba sintiendo mejor, caminaba por el pasillo para ir a visitarla. Ella estaba muy bien, y me dijo nuevamente, que no hay palabras. La única forma en que podía describir sus sentimientos era que ella sentía que un camión estaba acercándose a ella a toda velocidad, y que yo, de la nada, me había puesto enfrente con mis brazos extendidos, deteniendo al camión.

Dios me dio la oportunidad de darle vida, y la gratitud que ella y su familia sienten hacia mí es inmensa. Me di cuenta de que yo debería sentir esa misma gratitud hacia mis padres, quienes me dieron la vida. Fue una experiencia enriquecedora darme cuenta cuan casualmente aceptamos que estamos aquí, y cuan poco aprecio tenemos por la gente que lo hizo posible.

Aún estoy procesando toda la experiencia y me siento muy pequeña en comparación con la enormidad y la fragilidad de la vida y la muerte.

Donar tu riñón no es para cualquiera. Algunas personas literalmente no pueden hacerlo debido a su historial personal o familiar. Pero como una persona me dijo justo antes de que me fuera para Nueva York, "Lori, puede que yo no pueda donar mi riñón, pero gracias a lo que tú estás haciendo, ahora seré más bondadoso".

Gracias a Dios ya me he recuperado y estoy planificando un turno de auto para mañana, regresando de a poco a mi vida. Hablo con mi "hermana de riñón" casi todos los días, y ella está muy bien. El indicador para los pacientes de riñón es su nivel de creatinina. Si tienes 10, debes hacerte diálisis. Al entrar a la cirugía ella estaba en 9. A las 24 horas después del trasplante, ella estaba en dos. El día en que dejó el hospital estaba en 1.6. Dios hizo nuestros cuerpos maravillosos. Es difícil para mí, y para ella, ver a personas comiendo basura o fumando. ¿Cómo podríamos abusar de un cuerpo que es tan milagroso y valioso?

Los seres humanos construyeron enormes máquinas de diálisis para filtrar las impurezas que nuestros riñones no pueden filtrar. Sin embargo ellas solamente pueden hacer un 15% de lo que hace un riñón de cuatro onzas que Dios creó.

Ten placer en tu vida. Pero cuida la vida que tienes. Y por favor haz lo que puedas para ayudar a otros a hacer lo mismo.

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