Donando mi riñón

9 min de lectura

Darle mi riñón a un extraño fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida.

A la edad de 62 años tuve el privilegio de donar un riñón a un completo extraño, lo cual ha sido una de las experiencias más increíbles de mi vida.

Una persona que sufre de falla renal tiene tres opciones de tratamiento disponibles: diálisis, que le transplanten un riñón de un cadáver o un transplante de un donante vivo. La diálisis es solamente una solución temporal. Pese a que es verdad que las personas pueden permanecer con diálisis durante muchos años, éste es un procedimiento que consume demasiado tiempo y no es realmente una cura. Por otro lado, el número disponible de riñones de cadáveres es bajo en relación a la demanda que existe. Aquí en Israel, más de 700 personas están en lista de espera por un transplante de riñón. Obtener un órgano de un donante vivo es una forma de remediar el déficit.

La tarea principal del riñón es filtrar toxinas y remover el exceso de agua del torrente sanguíneo. Las personas sanas tienen cuatro a cinco veces la capacidad renal que se necesita para hacer esto, así que incluso con un solo riñón habría aún bastante función renal de repuesto y uno podría vivir una vida perfectamente normal.

¿Por qué Dios nos dio dos riñones? Para que tuviésemos uno extra para donar.

Los donantes vivos son generalmente familiares cercanos. En casos de incompatibilidad o donde no hay miembros familiares que sean adecuados o que estén disponibles, quien sufre de falla renal debe buscar en otra parte, a menudo a través de propaganda. En este caso se llama una donación "altruista".

Hace dos años, mi hijo menor me contó sobre Rav Abraham Ravitz ZT''L, un miembro de la Knesset (parlamento israelí) que necesitaba un riñón. Sus 12 hijos se ofrecieron para donar, y el Rav Ravitz posteriormente promovió una ley en la Knesset diseñada para fomentar las donaciones de riñón en Israel. Yo comencé a investigar acerca del tema y descubrí a Jaya Lipschutz y su maravilloso sitio de Internet, KidneyMitzvah.com (sitio en ingles). Jaya es una donante de riñón altruista que ahora trata de ayudar a la mayor cantidad de gente posible, de todas razas y religiones, que tienen necesidad de un riñón. Ella es lo que llamarían una "casamentera de riñón", facilitando un tipo distinto de shiduj.

También me encontré con un excelente artículo en AishLatino.com escrito por Lori Palatnik, otra donante de riñón altruista (a través de un emparejamiento hecho por Jaya Lipschutz). Lori me hizo sentir que de alguna manera me estaba perdiendo de algo si no donaba mi riñón. Ella escribe:

Dios maneja el mundo, y cuando se te presenta una mitzvá, una oportunidad de salvar la vida de alguien, tómala. Puede ser que no vuelva a presentarse. Frenarse y vivir en un mundo de "¿Qué hubiera pasado si...?" podría costar vidas… ¿Cómo puedo negarle mi riñón a otra persona solamente porque no la conozco? Alguien la conoce. Es la esposa de alguien, la hermana, la amiga o la hija".

Shari Kaufman, otra donante de riñón altruista, relata que:

Para mí personalmente, decir que fue una “experiencia especial” es una subestimación. Yo estaba asustada lo cual es normal, pero Dios sostuvo mi mano en cada paso del camino, incentivándome y persuadiéndome en esta oportunidad única… Nunca había experimentado este tipo de felicidad. Qué maravilla que Dios me haya dado un riñón extra para que yo pudiera tener esta increíble experiencia. La conexión que tuve con Dios estos últimos meses es algo a lo que puedo aspirar el resto de mi vida. Me enfrenté a mis miedos y ansiedades y tuve que confiar en Dios. Yo di el regalo de la vida, y recibí el mismo tremendo regalo a cambio.

Teniendo sangre tipo A, aprendí que tenía un 70% de posibilidad de ser una donante compatible para alguien de sangre tipo A.

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La búsqueda ha comenzado

Contacté a Jaya Lipschutz por correo electrónico. Ella me hizo unas cuantas preguntas y me dijo que mi índice de masa corporal debía ser menor a 30, por lo que tenía que perder peso. Dado que ella estaba localizada en Estados Unidos, no sabía en ese momento de nadie adecuado para mí en Israel. Mientras tanto nuestro Rav (Rav David Stein de la Kehila Beit Jatam en Rejovot) me dijo que aunque yo no tenía ninguna obligación de hacerlo, ciertamente era una mitzvá muy grande. Me entusiasmó la idea.

Ciertamente es una mitzvá muy grande. Me entusiasmó la idea.

Comencé a perder peso y miraba periódicamente en Yated Neeman, un periódico religioso en hebreo en el que aparecen de vez en cuando avisos de personas que buscan un donante de riñón. Por supuesto, cuando buscas algo no lo encuentras. Todos los avisos eran por el grupo de sangre equivocado o específicamente para alguien de hasta 45 años. Pero entonces un día, el verano pasado, vi que un hombre joven necesitaba un riñón, grupo de sangre A u O, y ¡sin ningún límite de edad! La información de contacto era de una organización sobre la que nunca había escuchado: Matanat Jaim – Regalo de Vida (página en hebreo e inglés). La organización fue fundada por Rav Abraham Yeshayau Heber, un hombre extraordinario quien había recibido un riñón hace dos años y ahora invertía todo su tiempo y energía (cuando no enseñaba en su Ieshivá) intentando hacer parejas para otras personas. Yo estaba por convertirme en su donante "altruista" numero 48.

Debido al fallecimiento de mi madre, de bendita memoria, y todas las actividades que eso conlleva, me tomó unos cuantos meses finalmente hacer la llamada. El Rav Heber me dijo que ya habían encontrado un donante para el joven, pero que él tenía mucha más gente en su lista a quien le podría donar, por lo que si aún estaba interesada, tenía que hacerme unos estudios de sangre y de orina básicos, y un ultrasonido pélvico, luego de lo cual debía volver a llamar. Mientras tanto, él vería para quién de su lista sería más adecuada.

Durante las conversaciones subsiguientes, Rav Heber sugirió que me probaran para dos hermanas, ambas de 40 años, ambas en tratamiento de diálisis y ambas madres de grandes familias. Los resultados de mi ultrasonido pélvico fueron un poco problemáticos, y los consejeros médicos de Rav Heber me aconsejaron hacer más estudios antes de continuar. Gracias a Dios los siguientes exámenes salieron bien, y poco tiempo después Rav Heber me informó que tenía cita para una prueba de compatibilidad en el Hospital Beilinson, en Petaj Tikva, donde son realizados el 70% de los transplantes en Israel.

Así, un día de Januca, temprano por la mañana, cinco mujeres se reunían en el departamento de pacientes externos del Hospital Beilinson – las dos encantadoras hermanas, su madre (una señora fascinante que era tan sólo un poco mayor que yo), otra potencial donante de riñón (una señora muy especial que desde entonces se ha convertido en mi amiga) y yo. Descubrimos que teníamos tanto en común – todas hablábamos inglés, todas éramos inmigrantes, todas éramos religiosas. Sentí una especie de magia en el aire. La madre me escribió un email después, el cual decía: "Creo que ayer por la mañana fue muy especial. Hubo una maravillosa ‘química’ entre todas y para nosotras fue una experiencia sumamente significativa. De alguna manera, siento que finalmente estamos en buen camino y que no estamos solas".

Después de que nos sacaron sangre para realizar una prueba cruzada y una prueba de tejidos, subimos todas en masa al Departamento de Trasplantación, lugar donde los potenciales donantes y los potenciales receptores deben reunirse por separado con el coordinador de transplantes y con el doctor que dirige el servicio de transplantes de riñón. Ahora que había ingresado oficialmente al sistema como una potencial donante de riñón, me dieron una lista de más exámenes y estudios que debía realizarme. Si realizas con éxito una gran cantidad de exámenes, te "gradúas" y pasas a la etapa de hacerte exámenes más costosos y más difíciles. Si cualquier examen presenta algún problema (es decir, un número fuera de los rangos normales), entonces el tema tiene que ser seguido por separado e investigado. Eso me ocurrió cuatro veces.

Cuando obtuvimos los resultados de los exámenes de compatibilidad, resultó que yo era compatible con la hermana más joven, una madre de nueve hijos que tenía 42 años, a quien llamaré Aviva. Aviva había soportado cinco años de diálisis tres veces por semana, tres horas cada vez. ¡Así que ahora finalmente conocía a la valiente mujer por la que estaba realizando todos estos exámenes! La otra donante probó ser compatible para la hermana mayor.

¿Por qué quieres hacer esto?

En Estados Unidos, un posible donante es generalmente entrevistado por un psicólogo, un asistente social o un psiquiatra. ¡En Israel me enviaron a los tres! El psicólogo me realizó un examen psicológico completo con pruebas de manchas de tinta y una variedad de otros instrumentos de diagnóstico. Para todas estas entrevistas (excepto con el psicólogo) la desafortunada posible receptora también debía presentarse, ser entrevistada por separado y generar todos los papeles necesarios.

La atmósfera recordaba una corte judicial, conmigo en juicio.

Aviva y yo fuimos citadas a aparecer ante el Comité de Transplantes del Ministerio de Salud. Fue toda una experiencia. Luego de una larga espera, me llamaron y me dijeron que está prohibido llevar nada conmigo a la sala del comité, a excepción del anuncio original del periódico, el cual me habían pedido que trajera conmigo. Fui escoltada a una habitación en la que había una mesa enorme rodeada de varias personas, quienes se presentaron a sí mismos – un profesor médico, un psicólogo, un asistente social, un abogado, un representante del Ministerio de Salud, un representante del interés publico, y otras personas que en realidad no recuerdo, todos en presencia de un estenógrafo que apuntaba hasta la ultima palabra. Cada uno tenía un grueso archivo frente a ellos, que presumiblemente contenía todos los resultados de mi variedad de exámenes y evaluaciones. La atmósfera recordaba una corte judicial, conmigo en juicio.

El profesor era el presidente de la comisión, y adoptó un acercamiento agresivo. ¿Por qué quieres hacer esto? ¡No tiene sentido! ¡Sencillamente no entiendo! Y luego todos por turno me dispararon preguntas. Todos se referían a mi edad y el número de mis nietos, como si nadie de mi edad o con mi cuota de nietos debiera siquiera pensar en hacer una cosa así. Rav Heber me había aconsejado mantenerme firme y no demostrar ninguna inseguridad, y eso es justamente lo que intenté hacer.

Poco antes del transplante conocí al cirujano Evgeny Solomonov, quien me explicó todo el procedimiento; tengo gran gratitud hacia ese doctor por sus habilidades quirúrgicas, las que indudablemente contribuyeron a mi rápida y casi indolora recuperación.

Dos semanas después de Purim obtuvimos finalmente la autorización del Ministerio de Salud, por lo que fue fijada una fecha para la semana siguiente, lo que era una semana antes de Pesaj. Tuvimos que ir al hospital en la noche del domingo. Justo antes de que mi esposo y yo saliéramos de casa, nuestro Rav vino y me dio una hermosa bendición. También me dijo que sabía que habíamos estado manteniendo el potencial transplante confidencial, pero me aconsejó que después debiera hablar de eso libremente, para que otros se animaran a seguir mi ejemplo.

Cirugía

El domingo por la tarde, Aviva y todas las enfermeras me dieron una gran despedida. Yo había pedido que me sedaran antes de ir la sala de operaciones, y estaba muy agradecida por eso. Mi esposo, quien me acompañó hasta la puerta de la sala de operaciones, se veía como si a él también le vendría bien un poco de anestesia. Aviva debía bajar más tarde y se suponía que sería anestesiada en una sala de operaciones contigua para esperar la transferencia directa de mi riñón. Pero mi propia cirugía salió tan bien y tan rápido, que Aviva todavía estaba en la sala de espera cuando fue llamada. Ella me contó después que literalmente corrieron con ella en su cama hacia el ascensor, para bajar a la sala de operaciones.

"Debe estar funcionando – sin diálisis estaría arrastrándome por el suelo a estas alturas".

Cuando desperté me sentí increíble y no sentía ningún dolor; aparentemente, los doctores dejan un anestésico de liberación lenta adentro, el cual dura por dos días. Mi esposo estaba conmigo cuando fui llevada de vuelta a la sala, y en la noche vino mi hijo mayor a dormir y a cuidarme el día siguiente ya que mi esposo tenía que ir a trabajar (y mis hijas estaban ocupadas preparando Pesaj). Después de pasar la noche en la sala de recuperación, Aviva volvió al día siguiente, y compartimos habitación hasta mi liberación el miércoles. Durante el primer día o algo así, había un poco de preocupación de si el riñón transplantado estaba funcionado apropiadamente, pero en la mañana del miércoles, mientras esperábamos el resultado de mas exámenes, Aviva me miró y dijo: "Debe estar funcionando – me hice diálisis la última vez el domingo en la mañana y normalmente a estas alturas ya estaría arrastrándome por el suelo". De hecho, los exámenes de sangre mostraron después que su nivel de creatinina, cuya presencia suele indicar problemas renales, estaba muy bajo, casi a niveles normales.

Aviva fue liberada del hospital a tiempo para el Seder de Pesaj, no ha necesitado ninguna diálisis más y si Dios quiere, seguirá con buena salud por muchos años más. Me llama periódicamente para reportar su progreso y para saber cómo estoy yo; su madre dice que nos hemos convertido en familia.

La saga ha sido una experiencia más que maravillosa para mí – de un similar nivel de alegría y maravilla que el dar a luz. Recé todo el tiempo que yo tuviese el mérito de pasar todas las vallas y que se me permitiera ser una donante de riñón; estoy tan agradecida a Dios que en realidad me permitió hacer esta mitzvá.

Una nota final: El otro día mi hija mayor me llamó y me dijo que había tenido un sueño sumamente extraño. Soñó que yo le había dicho ¡que iba a donar una cavidad de mi corazón!, a lo que ella me decía que era demasiado pronto después de la cirugía de riñón, y yo le respondía que no había problema – que podía recuperarme de ambas cirugías al mismo tiempo. Mi hija estaba muy preocupada porque todo esto estaba ocurriendo en un solo día, incluyendo la audiencia del Ministerio de Salud, y ella sabia que para el transplante de riñón yo había investigado el tema durante meses.

Cuando Aviva escuchó la historia anterior me dijo que yo en realidad sí le di un pedazo de mi corazón.

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