El increíble esfuerzo de una compañía de high-tech para cumplir Shabat

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Con cientos de millones de dólares en juego, la empresa matriz exigió que trabajaran ese Shabat.

—Rafi, tengo un problema.

Por la voz de Eli, Rafi entendió que se trataba de algo importante. Era un viernes a la mañana, un caluroso día de agosto en Israel.

Eli era el director ejecutivo de una compañía israelí de alta tecnología que varios años antes había sido adquirida por una compañía mayor norteamericana. Rafi era el vicepresidente de tecnología de la compañía. Eli lo valoraba mucho y confiaba en él. Ambos eran judíos observantes de la Torá.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Rafi.

—Acabo de recibir un llamado de la empresa matriz. Están preocupados por el lanzamiento de nuestro nuevo producto. Quieren que estemos disponibles el próximo viernes a la noche para cambios de emergencia de último minuto en el software, y dicen que debemos asistir a una llamada de conferencia obligatoria… ¡el sábado a la mañana!

Rafi se quedó helado. La compañía norteamericana se encontraba en la costa este de los Estados Unidos. La noche del viernes y la mañana del sábado coincidían con el medio del Shabat en Israel.

—Pero Eli, ¡ellos ya saben todo respecto al Shabat! Siempre pudieron acomodarse con nuestro cronograma, por ejemplo con el hecho de trabajar más tarde el resto de los días. Pero nunca los viernes y sábados. ¿Por qué esta vez no funcionó?

Lo lamento por su Shabat, pero esta vez es una excepción. ¡Hay en juego cientos de millones de dólares!

—Chad, el vicepresidente de la empresa matriz, me dijo que hay demasiado en juego. Él me dijo: “Lo lamento por su Shabat, pero esta vez es una excepción. ¡Hay en juego cientos de millones de dólares!” Rafi, ¡necesitas encontrar un plan!

—¿Un plan? ¿Qué clase de plan? ¡No podemos trabajar en Shabat!

—Ya lo sé, pero si directamente nos negamos eso provocará un daño masivo a la relación con la empresa matriz. Confío en que puedes encontrar una solución que nos permita apegarnos a nuestros principios y no profanar el Shabat.

Rafi estaba estupefacto. ¿Qué clase de solución podía llegar a encontrar?

—Eli, haré todo lo que esté a mi alcance.

Rafi cortó el teléfono y cerró la puerta de su oficina. “Tengo que pensar”, se dijo a sí mismo.

Rafi estaba hace mucho tiempo en el mundo de la alta tecnología. Durante su carrera, había viajado a diversos países del mundo. En una oportunidad se encontraba para un proyecto en Auckland, Nueva Zelandia. El primer viernes por la noche que estuvo allí, le pidieron que dirigiera el servicio de plegarias en la sinagoga.

Cuando terminó el servicio, el rabino le dijo:

—Quiero que sepas que tuviste un mérito especial.

—¿Por qué? —le preguntó Rafi,

—Porque acabas de dirigir el servicio del primer minián del planeta que celebró hoy el Shabat.

—¿De veras?

—¡Sí! Nosotros somos la comunidad que está más cerca de la línea internacional de cambio de fecha. ¡Somos la primera comunidad que recibe el Shabat! Cualquier comunidad judía hacia el este sigue experimentando el jueves.

Al estar en Nueva Zelanda, Rafi llegó a entender el funcionamiento y las ramificaciones de las diversas zonas horarias porque tenía parientes tanto en Israel como en los Estados Unidos, además de la necesidad de conectarse con otras ciudades mientras trabajaba en Auckland.

Ahora, al contemplar la situación actual, de repente comprendió que la solución podía ser utilizar diferentes zonas horarias.

El domingo por la mañana, Rafi reunió a todos los directores de la compañía.

—Tenemos un problema —les dijo, y a continuación explicó los requerimientos de la empresa matriz y lo que estaba en juego.

—¿Quién es el mejor experto técnico para trabajar sobre los asuntos de software el viernes por la noche?

—Anat —fue la respuesta unánime.

—Muy bien —dijo Rafi—. ¿Quién es nuestro mejor director de proyecto para hacerse cargo de la conferencia telefónica el sábado?

—Nir —respondieron. Una vez más, todos estuvieron de acuerdo.

—Por favor, que los dos vengan a mi oficina en otros 15 minutos.

Los directores salieron de la reunión y Rafi se sentó en su escritorio a planificar el siguiente paso. Ahora que habían seleccionado a las personas responsables, ¿adónde debía enviarlas? Las oficinas de la empresa matriz estaban en la costa este de los Estados Unidos. Tenía que enviar a Anat hacia el oeste. Rafi comprendió que la elección perfecta sería Anchorage, Alaska.

Anat viajará a Anchorage y Nir a Hong Kong.

Rafi reservó un hotel para Anat en Anchorage. Ella estaría encargada de hacer los últimos cambios de software el viernes durante el día, cuando el Shabat ya hubiera comenzado en la costa este.

Hasta aquí todo iba sobre ruedas. Ahora debía acomodar la conferencia de la mañana del sábado. Estaba programada para las 8:00 am del sábado, horario de verano. Rafi necesitaba enviar a Nir a una ciudad en la que el Shabat ya hubiese terminado en ese momento.

¿Adónde? Hong Kong tenía el servicio de internet más rápido y confiable del lejano oriente, y su zona horaria era exactamente 12 horas más tarde que la costa este de los Estados Unidos. Rafi buscó a qué hora terminaba el Shabat en Hong Kong… 7:39 pm. Lo cual equivalía a las 7:39 am de la mañana del Shabat en la costa este. Eso le daba a Nir 21 minutos después del Shabat para prepararse para la llamada.

Llamaron a la puerta, Anat y Nir entraron a la oficina.

—¿Nos mandaste a llamar?

—Por favor, siéntense

Rafi les explicó el desafío y la solución que había pensado.

—Ustedes saben cuán importante es el Shabat para la dirección de la compañía. La única forma de solucionarlo es que ustedes preparen sus maletas. Anat, tú viajarás a Anchorage y tú, Nir, a Hong Kong.

Anat también observaba el Shabat y lo entendió. Ella estaba feliz de poder ayudar a la compañía de una forma que se apegara estrictamente a las leyes del Shabat. Pero con Nir era otra historia.

—Rafi, esto es ridículo. Tú sabes que yo no cuido Shabat. ¿Por qué te vuelves loco con todos estos planes para Hong Kong? Yo no tengo ningún problema de responder la llamada desde mi casa en Tel Aviv.

Rafi sonrió.

—Nir, lo que tú haces con tu propio tiempo no es mi asunto. Pero esto lo harás para la compañía. Shabat es más importante que nuestros negocios. Yo nunca le pediría a uno de nuestros empleados que haga algún trabajo en Shabat. Lo que tú hagas durante todo el día en Hong Kong no es mi problema. Mi única preocupación es que yo no te pida trabajar en Shabat.

Nir se sorprendió. Él nunca había comprendido cuán importante era el Shabat para los líderes de su compañía. Se sintió orgulloso.

Nir aceptó efectuar el largo viaje y Rafi les agradeció a ambos.

Cuando Rafi le contó a Eli la solución, le pareció genial.

Rafi llamó a la empresa matriz.

—Habla Chad —dijo la voz en el otro lado de la línea.

—Hola Chad, habla Rafi.

Chad carraspeó. Él era un protestante no observante y siempre trataba de ser sensible hacia las necesidades religiosas de sus empleados. Pero esto era diferente.

—Rafi, ¿cómo estás? Mira, realmente lamento el pedido para el próximo fin de semana. Yo sé que a ustedes les gusta celebrar el Shabat cuando pueden.

—Chad, no hay ningún problema. Vamos a satisfacer las necesidades de la compañía. Contamos con nuestro mejor equipo.

Chad suspiró aliviado.

—Rafi, por favor dile a Eli que estamos muy agradecidos. Nunca olvidaremos que están dispuestos a dejar de lado su Shabat en beneficio de los objetivos de la compañía.

Podemos responder a los objetivos de la compañía sin comprometer en lo más mínimo nuestro Shabat.

—Chad, logramos solucionar todo para responder a los objetivos de la compañía sin comprometer en lo más mínimo nuestro Shabat.

— ¿Es una broma? Esto tengo que oírlo.

— Voy a enviar a nuestra mejor programadora a Anchorage. Ella estará disponible para solucionar los detalles de software de último momento el viernes por la noche. Ella podrá resolver todo incluso cuando ya sea Shabat en la costa este, porque para ella todavía será el viernes, antes del comienzo del Shabat. Mi mejor director de proyecto viajará a Hong Kong. Él participará en la conferencia telefónica del sábado por la mañana, pero para él el Shabat habrá terminado 21 minutos antes.

Chad seguía confundido.

—¿Acaso no están quebrando las reglas? Shabat es Shabat. No me malentiendas. Me alegra que puedan resolver el trabajo, pero suena como si estuvieran haciendo trampa —dijo Chad riendo.

—En verdad estamos cumpliendo por completo con las leyes del Shabat, porque el Shabat comienza y termina en cada lugar a otra hora, dependiendo de la zona horaria —le explicó Rafi, agregando más detalles sobre la diferencia en los husos horarios. Chad se maravilló ante la solución y dio luz verde para los dos viajes.

El jueves por la mañana Anat y Nir partieron hacia el aeropuerto para asegurarse de llegar con suficiente tiempo para acomodar sus laptops y el resto del equipo. Cuando comenzó el viernes, todos estaban muy ansiosos. Rafi y Eli elevaron una plegaria y luego apagaron sus laptops y sus teléfonos para sumergirse en la espiritualidad del Shabat, confiando en que Dios bendeciría sus enormes esfuerzos para resolver ese inconveniente.

Como temían, hubo muchas dificultades con el software, pero no hubo ningún problema; Anat estaba preparada. Ella estaba conectada en Anchorage y llegó al centro del problema. Cuando estaba por comenzar el Shabat en Alaska, Anat había resuelto más de cien problemas y permitió que el producto saliera al mercado. Ahora era su turno de desconectarse y disfrutar del Shabat. Ella había llevado vino, jalá y una pequeña pero deliciosa comida.

El sábado por la mañana, a las 8 am de la costa este de los Estados Unidos, comenzó la llamada de conferencia.

—Muy bien, necesito una actualización de los cambios de software —dijo Chad muy nervioso.

—Seguro —respondió Nir desde Hong Kong, a las 8:01 pm hora local. Él comenzó a explicar todo lo que Anat había resuelto la noche anterior y analizó los siguientes pasos del lanzamiento del producto.

Chad y el resto de los ejecutivos estaban maravillados por el resultado y elogiaron a la empresa israelí por su eficiencia.

Cuando terminó el Shabat en Israel, Eli y Rafi encendieron sus teléfonos para revisar sus e-mails. ¡Con alivio descubrieron que la delicada operación había sido un gran éxito! La empresa matriz estaba feliz con los resultados.

Todos sintieron que debido a que defendieron la importancia del Shabat, Dios hizo que todo marchara a la perfección.

Como un reloj.

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