Nadando a través del dolor

6 min de lectura

Asael Shabo perdió hace diez años a su madre, tres hermanos y una pierna en manos de terroristas. Ahora, él se encamina rumbo a los Juegos Paralímpicos del 2016.

El ataque terrorista pareció durar una eternidad. Aquel 20 de junio del 2002, Asael Shabo, quien tenía nueve años en ese entonces, se hizo el muerto en el salón de su casa en el poblado de Itamar en Samaria mientras un terrorista árabe asesinaba a su madre y a tres de sus hermanos. Con nueve balas y más de 200 pedazos de metralla en su pierna derecha, Asael no lloró, pero tampoco pudo arrastrarse a un lugar seguro afuera de la casa. Todo lo que podía hacer era esperar a que la matanza acabase, 45 insoportables minutos después.

Después del ataque, los doctores lucharon intensamente para intentar salvar su pierna, pero se vieron obligados a amputarla. Asael se despertó al día siguiente —después de 10 horas de cirugía—, en una habitación llena de personas, entre ellas rabinos, trabajadores sociales y otros miembros de su familia, quienes tenían que comunicar la brutal noticia. Su pierna ya no estaba, al igual que su madre, Rajel Shabo de 39 años, y tres de sus hermanos, Neria de 16 años, Tzvi de 13 y Avishai de 5. Yossi Twyto, un miembro del equipo de seguridad comunitaria que corrió a la escena al escuchar los primeros tiros poco después de las 9 p.m., también fue asesinado. Solamente su padre y un hermano, quienes no estaban en casa en ese momento, sobrevivieron la noche físicamente intactos.

Fuerza interna

Este no es el tipo de comienzo que conduce a un niño a transformarse en un exitoso deportista, pero 10 años después del ataque, Asael es un destacado atleta en el Centro Deportivo de Israel para Discapacitados de Ramat Gan, y está entrenando para los Juegos Paralímpicos del 2016 que se desarrollarán en Río de Janeiro, Brasil. Él es campeón nacional de Israel de los 50 metros estilo libre y es miembro del equipo nacional de baloncesto en silla de ruedas; además, entrena niños en ambos deportes.

Los aspectos físicos de su entrenamiento no fueron nada comparados con los emocionales.

Dado que su cuerpo y familia habían sido destrozados, los deportes le proveyeron a Shabo un marco para un largo y extenuante programa de rehabilitación. Además de aprender a funcionar solamente con una pierna, el proceso incluía ejercitar músculos que se habían atrofiado durante su larga hospitalización y aprender a maniobrar en un principio con muletas y más adelante con una pierna protésica que fue diseñada para él por una firma de Nueva York, la cual fue pagada por donantes privados. Pero él dice que los aspectos físicos de su entrenamiento no fueron nada comparados con los emocionales.

"Llegué al centro por primera vez un año después del ataque, principalmente para realizar hidroterapia", dice Asael. "Aprender a nadar fue difícil, pero una vez que aprendí a nadar bien, estar solo en el agua me dio dos cosas importantes: me dio la tranquilidad y la soledad para digerir e interiorizar lo que había pasado, y me dio una vía física de escape para trabajar el dolor emocional que me causó el ver cómo asesinaban a mi madre y a mis hermanos. Literalmente nadé a través de la confusión emocional por la que estaba pasando y de la angustia mental que sufrí por años después de eso".

Diez años después del ataque —años en los cuales recibió intenso cuidado psicológico—, uno puede ver fácilmente los efectos del ataque y de su rehabilitación física en el rostro y en el cuerpo de Asael. Su rostro —cincelado y sin afeitar— se asienta sobre el musculoso cuerpo de un hombre joven en la flor de su vida, un atleta dedicado que ha pasado años desarrollando la fuerza de su torso. Su presencia física en la piscina es tan fuerte que uno difícilmente nota que al nadador le falta una pierna.

Pero una mirada más profunda a los ojos de Asael muestra el rostro de un traumatizado niño de 9 años que carga las cicatrices emocionales de esa horrible noche. Él habla abiertamente de su madre, de sus hermanos y de su vida familiar posterior a la tragedia, y la conversación emana desde algún cicatrizado lugar en el interior de su ser.

"Conocí a Asael más o menos un año después del ataque", dice Slava Longo, una entrenadora de natación del Centro. "Él no era realmente tímido, pero estaba asustado y actuaba con timidez. No puedo decir que le gustó el agua apenas se metió; al principio era solamente una más de las actividades deportivas que ofrece el centro y él la disfrutó. No pensé mucho en eso, y ciertamente no se me ocurrió que él iba a ser un nadador profesional”.

El cambio llegó unos cuantos años después de que Asael comenzó a nadar. La entrenadora Longo se había tomado un descanso de 18 meses de entrenar, dejando que Asael probara otros deportes. "Cuando regresé de mi tiempo sabático, él obviamente había hecho mucho trabajo duro y comenzó a pasar muchas horas en la piscina. En esa época empezamos a ver una notoria diferencia en su comportamiento y en su forma de ver la vida. Su extraordinaria fuerza interior se hizo cargo, por lo que comenzó a digerir la tragedia por la que había pasado y a visualizar un futuro real para sí mismo. Fue un proceso fenomenal de ver y ser parte", dijo Slava.

Haciendo las paces con Dios

El Centro Deportivo de Israel para Discapacitados tiene instalaciones para casi cualquier deporte imaginable. Mas de 3.000 niños y adultos, con al menos una discapacidad significativa, participan en más de 20 actividades deportivas, las cuales incluyen natación, básquetbol y tenis, entre otras.

El mensaje del Centro es claro y potente: los niños tienen la capacidad de superar sus limitaciones físicas y de tener éxito, tanto en los deportes como en la vida. Los niños y el personal irradian un sentimiento de logro y optimismo.

El centro también le ha servido a Asael como un suelo neutral en el cual hacer las paces con Dios. Para sus padres, Boaz y Rajel Shabo, vivir en la Tierra de Israel de acuerdo a los mandatos de la Torá y construir el pueblo judío era la piedra angular de su fe y familia. Luego del ataque terrorista, cada uno de los miembros de la familia que sobrevivieron tuvieron sus propias discusiones con la pregunta: ¿Cómo puede haber permitido Dios que ocurriera una ataque como ese?

"Eventualmente, no tuve otra opción que dejar esas preguntas de lado y sacar fuerzas del judaísmo".

"Obviamente hay preguntas sobre Dios que nosotros no podemos contestar", dice Asael al referirse a la lucha interna que comenzó cuando era sólo un niño de 9 años. "¿Qué tipo de respuesta podría obtener que fuese suficiente? Para bien o para mal, esa es la forma en que Dios creó el mundo. Hay muchas preguntas sobre las que no conocemos las respuestas, pero eso no significa que no haya respuestas. Eventualmente, no tuve otra opción que dejar esas preguntas de lado y sacar fuerzas del judaísmo y del cumplimiento de las mitzvot".

"Obviamente me tomó un tiempo llegar a ese punto. Mi papá y mi hermano mayor fueron modelos fenomenales; aún encuentro mucho consuelo en ponerme tefilín, cumplir shabat y vivir en la Tierra de Israel", dijo Asael.

Una mirada hacia el futuro

Asael planea en el futuro continuar entrenando e instruyendo en el Centro, pero sus ojos están enfocados en llegar a Río de Janeiro en cuatro años más. Hace un año agregó el básquetbol en silla de ruedas a su currículum y ha representado a Israel en ambos deportes en competencias en Europa y en Norte América. Ahora trabaja como entrenador de niños en el Centro, y reconoce que probablemente su historia es "más dramática" que la de los niños que perdieron miembros en accidentes de tráfico o que nacieron con condiciones congénitas. Pero rápidamente agrega que su rol es proveer un ejemplo vivo de que las discapacidades físicas y emocionales no tienen por qué ser un obstáculo que impida vivir la vida al máximo.

Al igual que otros adolescentes israelíes, él será reclutado en las FDI este año, en el Cuerpo de Inteligencia. Ese rol le permitirá continuar su trabajo instruyendo y entrenando en Ramat Gan, aunque de forma más limitada, y también le permitirá tener la libertad para soñar y planificar un futuro en educación física o quizás en negocios. Sin importar a donde lo lleve la vida, Asael dice que está agradecido por las herramientas emocionales que le han permitido tener éxito y enorgullecer a su padre y a su madre.

"Mi padre ha tenido mucha fortaleza para enfrentar todo lo que hemos atravesado, y siento la presencia de mi madre y mis hermanos en mi vida todo el tiempo. El apoyo y guía de ellos me han acompañado a lo largo de todo lo que he vivido, y me han dado las herramientas que necesito para tener éxito. Esa es una receta para muchos logros. Estoy agradecido de poder decir que hay mucho que anhelo lograr".

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