Un soldado en busca de su destino

6 min de lectura

La corta vida y heroica muerte de Max Steinberg.

Todas mis suposiciones eran falsas.

Yo supuse que dado que Max Steinberg, asesinado en acción en Gaza hace unos días, era un “soldado solitario” de California que no tenía familia en Israel, solamente unos cuantos cientos de americanos israelíes asistirían a su funeral. Yo quería brindar mi apoyo a sus afligidos padres, y por lo tanto, mi esposo y yo decidimos ir al funeral en el Cementerio Militar de Har Herzl en Jerusalem.

Cuando nos subimos al tren ligero en dirección a Har Herzl, todavía había algunos asientos libres. Por supuesto, muchas personas se subieron en las siguientes tres estaciones. Pero cuando el tren llegó a la Estación Central de Buses, me di cuenta que algo extraño ocurría. Multitudes de personas se subieron al tren y aparentemente nadie se bajó. En la parada siguiente, incluso más personas empujaron para entrar al ya repleto tren —ancianos y jóvenes, hombres usando diferentes kipot representando diferentes grupos religiosos y también sin kipot, o con colas, mujeres con mangas largas o mangas cortas o sin mangas y jeans—. Lo entendí: todos estos judíos se dirigían al funeral de Max.

En hebreo, le pregunté a un joven junto a mí que no llevaba kipá cómo pudo tomarse el día libre. Él dijo que trabaja en un banco, y muchos empleados se habían tomado el día libre para asistir al funeral.

“¿Por qué?”, pregunté perpleja.

30.000 israelíes asistieron al funeral de un americano que no conocieron, pero que dio su vida por ellos.

Él respondió que se había corrido la voz por WhatsApp y por correo electrónico que los padres de Max esperaban que muchas personas asistieran al funeral. Gesticulando con su cabeza y apuntando hacia el repleto tren, el respondió simplemente, “Así que todos vinimos”.

Y sí que vinieron. Cientos, miles, decenas de miles de judíos israelíes, asistieron al funeral de un joven estadounidense que no conocieron, pero que dio su vida por ellos. Se estima que más de 30.000 judíos acudieron —bajo el ardiente sol de mediodía— a rendir homenaje a Max Steinberg.

Yo asumí que, dado que los padres de Max nunca antes habían visitado Israel, ellos no eran sionistas —quizás ni siquiera judíos afiliados—, y por lo tanto, debían estar llenos de amargos remordimientos por la imprudente decisión de Max de unirse a las FDI, decisión que le costó finalmente su joven vida. Max tenía solamente 24 años. Él nunca se casaría, nunca les daría nietos, o tendría éxito de la forma que los estadounidenses valoran.

“¿Tenemos algún remordimiento de que Max se haya enrolado en las FDI como soldado solitario? Mi respuesta es un rotundo ¡No!”.

Sin embargo la impactante afirmación de Stuart Steinberg, el padre de Max, en el funeral fue: “Queremos responder la pregunta que probablemente está en la mente de muchas personas: ¿Tenemos algún remordimiento de que Max se haya enrolado en las FDI como soldado solitario? Mi respuesta es un rotundo ¡No!”.

Mientras Stuart, su esposa Evie y sus otros dos hijos Paige y Jake decían sus palabras de despedida, ellos resolvieron el misterio de cómo Max, quien fue criado en la lujosa ciudad de Woodland Hills en el Valle de San Fernando, y quien aparentemente no había pertenecido a ningún grupo juvenil judío o sionista, había decidido dedicar su vida a proteger al pueblo judío en Israel. La madre de Max, Evie, describió cómo, a pesar de que él era bajo y delgado, Max se distinguió en deportes y era un buen estudiante. Él asistía a clases en Pierce College, pero “en Los Ángeles nunca encontró un propósito más elevado”.

Hace dos años, Max vino a Israel en un viaje de Birthright con sus hermanos menores Paige y Jake. Aquí, en el Cementerio de Har Herzl, Max vio la tumba de un soldado solitario de Estados Unidos que había sido asesinado en acción. Le afectó profundamente. Después de diez días en Israel, él regresó a casa y anunció que regresaría a Israel para enrolarse en las FDI.

Gran entusiasmo

¿Qué había transformado a Max en ese encuentro en la tumba de aquel soldado en Har Herzl? ¿Podía ser que, quien fue criado en una cultura egocéntrica de auto-gratificación, repentinamente se dio cuenta de la posibilidad opuesta: el auto-sacrificio por una causa noble? ¿Podía ser que, quien había vivido en el entorno de realidad virtual de Hollywood, en donde los amigos de Facebook no son realmente amigos, los súper héroes no son en realidad héroes, y los reality shows muestran las realidades más superficiales, repentinamente encontró la posibilidad de vivir por un ideal verdaderamente real?

El alma de Max estaba apagándose, seca por la falta de una misión significativa. Una visita al estado judío encendió una llama de exaltado propósito en Max, de modo que decidió con entusiasmo enlistarse en una unidad de combate de las FDI. El ejército, por otro lado, no quería aceptar a este flacuchento estadounidense que apenas hablaba hebreo en una exclusiva unidad de combate. En la entrevista del ejército, el interrogador le preguntó a Max tres veces en qué cargo le gustaría servir. Max respondió obstinadamente que quería ser un soldado de combate. Después de todo —insistió Max— él no era un conscripto sino un voluntario, y él se estaba ofreciendo para combatir.

Las FDI cedieron ante su determinación. Él fue aceptado en el batallón elite Golani y se convirtió en un francotirador. Así como su madre declaró en su funeral: “Estamos asombrados de lo que Max logró desde el momento en que dijo “voy a regresar a Israel”. Como padres estamos llenos de orgullo por el hombre en que se convirtió nuestro hijo y la vida que vivió… no hay duda en nuestras mentes que nuestro hijo fue puesto en esta tierra para una misión”.

La familia

Jake Steinberg, el hermano menor de Max, comenzó y terminó su discurso con una cita de Bob Marley: “Vive por ti y habrás vivido en vano. Vive por otros y vivirás otra vez”.

El retrato de Max pintando por Jake y Paige fue de un hermano mayor cariñoso, generoso y comprensivo. Aunque nadie es tan grosero como para admitir peleas entre hermanos en un funeral, claramente el amor de Max por sus hermanos fue genuino y constante. Jake describió cómo “Max estaba orgulloso de todos mis logros y se aseguró de que yo lo supiera”.

Paige, la “hermana pequeña”, con lágrimas se refirió a Max como su “héroe”. Ella declaró, “Nunca imaginé que estaría aquí en este funeral junto a miles de personas que también consideran a mi hermano un héroe”.

En vez del dolor amargo que yo había anticipado, los padres de Max, con un sentido de asombro y sorpresa, expresaron repetidamente que se sentían abrazados por la familia ampliada del pueblo de Israel. Como comentó Paige: “Venimos de una familia muy pequeña. Pero eso cambió rápidamente después de conocer a personas en Israel quienes inmediatamente nos hicieron sentir como una gran familia”.

Stuart comenzó el discurso para su hijo agradeciendo a una larga lista de israelíes, incluyendo oficiales del consulado en Los Ángeles, el comandante de la brigada Golani, el alcalde de Jerusalem, y los muchos miles de personas —su nueva familia— quienes habían venido al funeral. La madre de Max declaró, “Ahora sabemos por qué Max se enamoró de Israel. Todo fue debido a su gente. Él fue recibido con brazos abiertos y fue tratado como familia, y por eso estamos agradecidos”.

Sus padres estaban agradecidos de que Max “encontró su misión en la vida” y un ideal por el que valía la pena luchar.

El suave Stuart Steinberg, rodeado de muerte, concluyó su discurso con una fuerte y robusta declaración en hebreo: Am Israel jai. ‘El pueblo de Israel vive’.

Encontrando su misión

El sentido de apreciación y agradecimiento de los Steinberg fue el leit motif del funeral. Ellos estaban agradecidos, por sobre todo, de que Max hubiese “encontrado su misión en la vida” y un ideal por el que valía la pena luchar.

Esto fue lo opuesto del rencoroso artículo en la revista online Slate.com que apareció después de la muerte de Max. En ese artículo la autora declaró:

Hay muchos culpables por la muerte de Steinberg. Está el combatiente de Hamás que lo asesinó. Están los líderes, de ambos lados, quienes lo pusieron en Gaza, y los líderes detrás de todas las guerras entre Israel y los palestinos… Pero no tengo duda en mi mente que entre todos ellos, Birthright comparte alguna medida de culpa.

La autora del artículo, Allison Benedikt, que también participó en Birthright, continuó:

¿Qué hace que un niño estadounidense con mal hebreo y sin lazos con el estado de Israel repentinamente decida que está listo para hacer este sacrificio? Quizás Max estaba especialmente perdido, o era especialmente susceptible, o quizás él simplemente estaba buscando hacer algo de bien y se convenció con su experiencia de Birthright de que ponerse un uniforme de las FDI y agarrar un arma era la forma de hacerlo. Que servir y proteger al pueblo judío era la cosa correctamente moral de hacer, y que la mejor forma de lograrlo era ir a pelear por el estado judío. Resulta que no es tan difícil persuadir a las personas jóvenes para que vean el mundo de cierta forma y Birthright es muy bueno haciéndolo. Si gastas miles de millones de dólares para convencer a jóvenes judíos que ellos están profundamente conectados a un país que desesperadamente necesita su apoyo, entonces, esto es lo que recibes a cambio.

Si Allison, eso es lo que recibes: un judío que rechaza los valores vanos de la egocéntrica “generación yo”, que no se conforma con sentarse en una torre de marfil y conversar sobre los males del mundo mientras come sushi, sino quien en vez pone su vida en riesgo por sus convicciones: el derecho de los judíos de vivir seguros en su tierra ancestral.

Rav Noaj Weinberg solía decir: “Descubre por qué estás dispuesto a morir, y luego vive por eso”. Max Steinberg encontró precisamente aquello. Y luego vivió por eso. Y luego murió por eso.

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