En Alabanza a las Amas de Casa

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A veces lo obvio necesita ser dicho.

Hay un nuevo libro titulado "In Praise of Stay-At-Home Moms" (En alabanza a las amas de casa). Estoy intrigada por este concepto. Nos hemos convertido en una sociedad en la que lo obvio necesita ser dicho, y luego probado a través de caros estudios. (¿Sabían que los hombres y las mujeres son diferentes?).

Por supuesto que las amas de casa merecen alabanza. La mayoría de las madres (y los padres también, para esos efectos) merecen alabanza.

Desgraciadamente, al menos desde el advenimiento de Betty Friedan y "The Feminine Mystique" (El Misticismo Femenino), las madres que se quedan en casa han sido degradadas y devaluadas.

Ellas son consideradas como desinformadas (en el mejor caso), e incapaces de estar informadas (en el peor caso), incultas, incompetentes, tontas y por decir lo menos, “las ricas malcriadas”. Si no es así, ¿por qué alguien tomaría esa decisión? Cuando mujeres con un MBA dejan sus trabajos para quedarse en casa con sus hijos, la historia se convierte en un popular artículo en el periódico “NY Times”.

Tenemos que alabar a las amas de casa porque no es una decisión fácil; es una decisión que la sociedad en general mira en menos. No vale ni la pena hablar con una mujer sin al menos un título universitario y una carrera ambiciosa. Todos conocen esa clásica escena en un cocktail. “¿Qué haces tú?” “Soy ama de casa y cuido a mis hijos”. “Ah, muy bien... perdóname, necesito dar una vuelta”.

Tenemos que alabar a las amas de casa porque nadie mas lo hace.

Tenemos que alabar a las amas de casa porque nadie mas lo hace. Sus hijos definitivamente no lo hacen. Y a veces sus esposos también se sienten inseguros, influenciados negativamente por el ruido del mundo alrededor.

Tenemos que alabar a las amas de casa porque es un trabajo solitario. Los niños son dulces pero la necesidad de compañía adulta es fuerte y frecuentemente insatisfecha. Aceptar la soledad para darles a tus hijos estabilidad y seguridad es una decisión valiente. Yo solía recibir muchas alabanzas por tener una casa llena de invitados para Shabat cuando tenía muchos niños pequeños a mi cargo. Ellos no se daban cuenta de que era un acto completamente egoísta. ¡Al final de la semana yo necesitaba desesperadamente la conversación y la compañía de adultos!

Tenemos que alabar a las amas de casa porque no es un trabajo fácil. Es físicamente agotador – tienes que operar a máxima potencia con poco sueño. Te ensucias, tus hijos se ensucian, tu casa se ensucia… y tus hijos no paran de moverse.

Tenemos que alabar a las amas de casa porque ellas están trabajando constantemente en su carácter. Las oportunidades para impaciencia, frustración y perder el control son frecuentes, quizás cada pocos minutos. (Aunque algunas carreras puedan presentar desafíos similares, si son tan frecuentes como es en el cuidado de niños, ¡probablemente es tiempo de buscar un trabajo nuevo!).

Tenemos que alabar a las amas de casa porque ellas están creando el futuro. Ellas están concientes de lo que está en riesgo y están dispuestas a hacer los sacrificios necesarios.

De hecho la única cosa que le quita méritos a la alabanza de las amas de casa es el hecho de que entre todo el esfuerzo y el trabajo duro, hay mucho placer disponible.

Entre la imagen borrosa de desorden y agotamiento, está la alegría de ver a tus hijos explorar el mundo – una flor, un pajarito, un amigo nuevo. Está la emoción de sus primeros pasos y de sus consecuentes aventuras de descubrimiento. Está la emoción de su primera palabra y los pensamientos y frases que siguen. Está la gratificación de ver como se desarrolla su carácter – de verlos compartir con otros, jugar con otros, e incluso consolar a otros. Si pones atención, esos placeres nunca cesan.

Todos necesitan alabanza. Pero quizás las amas de casa solamente necesitan cambiar su foco. Nosotras tenemos que enfocarnos en los beneficios y no en los desafíos y las frustraciones, no en la falta de validación externa (lo sé, no es una tarea fácil). Nosotras podemos ver los ojos de nuestros hijos iluminarse cuando nos ven, podemos tomar sus pequeñas manitos mientras jugamos en el parque con ellos, empujándolos en los columpios y atajándolos al final del tobogán. Y recibimos esos besos y abrazos y un "Te quiero mami" al final del día. Además, ¿quién necesita cocktails después de todo?

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