Aprendiendo de Uber

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Tres oportunas lecciones sobre bondad, impartidas por los conductores de Uber (en serio).

Ema Bombeck aprendió todo lo que necesitaba saber sobre la conducta animal en el vestidor de la tienda Loehmann’s. Robert Fulghum aprendió todo lo que necesitaba saber en el jardín de infantes (lo cual llevó a muchas horas aburridas y perdidas en la escuela). Hace poco, mi propia educación se ha visto mejorada por los conductores de Uber (¡esperen el libro!), particularmente en el área de la bondad.

Parece un foro improbable, pero como dice en Pirkei Avot: el hombre sabio es aquel que aprende de todos.

Comenzó con lo básico. “¿Puedo ofrecerle una botella de agua? ¿Subir o bajar el aire? ¿Le gustaría escuchar música, las noticias o prefiere silencio?”. En verdad estos gestos no son tan básicos como parecen ser. Por lo general yo no ofrezco las mismas opciones a mis pasajeros. ¿No sería agradable si lo hiciera?

El siguiente nivel. El otro día, mi conductor de Uber estaba furioso por los recargos impuestos por la compañía durante las horas de mayor demanda (eso parece oponerse al propósito de usar Uber en vez de taxis normales, pero esa es otra historia). Por eso él apagó el taxímetro una vez que llegamos a la tarifa normal. Yo no pedí ni sugerí una tarifa reducida. Todo fue su iniciativa. Otra lección para mí.

Para ser justa, debo reconocer que yo también fui amable con él. Él era un aspirante a escritor que maneja para Uber para suplementar su ingreso (supongo que Uber es la opción moderna de “ser mesero”) y para tener una oportunidad de socializar, ya que su vocación es solitaria. A pesar de que era muy temprano y de que yo no estaba demasiado animada, lo dejé hablar y hablar… e incluso agregué mi propio comentario cuando fue apropiado. De todas formas, mi oído receptivo no tuvo nada que ver con su generosidad, la que ofreció apenas entré al auto.

La tercera experiencia fue la más inspiradora e impresionante de todas. La conductora de Uber de mi esposo trabaja en el área de gestión de una gran compañía. Su salario es suficiente para sus necesidades pero no le permite hacer el tipo de donaciones de caridad que ella desea, así que en su tiempo libre ella conduce para Uber ¡y dona TODAS sus ganancias a caridad!

¡Huau! Al oír eso me quedé sin palabras. Ella nos hizo avergonzar y nos permitió entender lo que es posible llegar a hacer, así como la profundidad del deseo de los seres humanos de realizar buenas acciones.

En el mundo actual de constante terrorismo y violencia, este fue un mensaje refrescante. En un principio yo pensé que estas personas eran “solamente” conductores de Uber, pero en realidad ellos se han convertido en mis maestros...

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