Botar basura en el jardín del otro

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¿Por qué la gente tira todos los días su basura en los arbustos de nuestro jardín?

Hay unos arbustos grandes frente a mi casa, cerca de la calle. En realidad, son grandes y puntiagudos cactus. Hay de todos tipos y algunos de ellos se ven como plantas que comen personas de las viejas películas de terror. Pero también son limpios, originales y nos gustan. Los cuidamos e intentamos mantenerlos limpios y podados. El desafío es que cada día, sin exageración, pasan personas por ahí y les tiran basura encima; tazas de café, latas de refresco, envoltorios de dulce, bolsas de colación y así.

Si pasara una vez en mucho tiempo podría entenderlo; siempre hay personas despreocupadas de los derechos o necesidades de los otros o de cuidar el vecindario. Pero pasa todos los días. ¡Unas cuantas veces al día! ¿Cómo puedo justificar racionalmente esta situación? Y si no puedo, ¿qué dice esto de mi comunidad o al menos de las personas que pasan frente a mi casa?

Mi esposo y yo bajamos regularmente y limpiamos los arbustos. Pero es una tarea un poco desagradable, y es aún peor gracias al “aporte” de nuestros “vecinos” quienes tratan nuestros arbustos como un basurero. Y no puedo evitar reflexionar sobre lo que esto dice de la sociedad. Como el postulado de la famosa “Broken Window” (ventana rota) política de la policía, la incivilidad comienza con las cosas pequeñas. Un vecindario que cuida sus jardines, que limpiar los grafitis, que arregla las ventanas rotas, es un vecindario en donde las personas se preocupan de sí mismas y de los demás, y por ende se convierte en un vecindario en donde las personas aspiran a más y se esfuerzan más.

Y lo opuesto también es cierto, en un vecindario donde las ventanas permanecen rotas por mucho tiempo y las casas están tapiadas, en donde las luces de la calle no funcionan y las fachadas de los edificios están cubiertas de grafiti, eso refleja que los residentes se han dado por vencidos. A ellos ya no les importa.

Quizás lo mismo es cierto cuando las personas tiran su basura en los arbustos de otro, o en la acera o en la calle. Es indiferencia hacia cualquiera o hacia cualquier cosa. Por supuesto, dado que son mis arbustos, estoy obligada a reflexionar no solamente sobre la mala conducta de aquellos que avientan su basura sobre mis cactus, sino sobre cuál es la lección para mí.

¿En qué área de mi vida estoy siendo despreocupada sobre las necesidades de otros? ¿En dónde yo, figurativamente, estoy tirando mi basura sobre los arbustos de otros? (creo que quizás estoy llevando la analogía demasiado lejos; ¡no puedo pensar en nada que yo haga que corresponda a esa acción!). Pero todos podemos ser casualmente indiferentes a medida que vamos por la vida asegurándonos de llevar a cabo nuestras tareas y hacerlas primero (¿Me apuré hacia la fila para meter mi carrito primero? ¿Saqué esa última caja de golosinas del estante antes que otro lo hiciera? ¿Hice planes sociales para mis amigas o esposo basándome en las actividades que yo prefiero en vez de las que ellos prefieren? ¿Vamos a salir a cenar a mi restaurante favorito o al de mi esposo? ¿Cuelgo mi ropa en el armario o la dejo tirada en el suelo? ¿Regreso esa cosa que no quiero comprar en el supermercado en donde corresponde? ¿Regreso el carrito al lugar adecuado?), los ejemplos son aparentemente interminables.

Es bastante poco atractivo —por decir lo menos— ver la basura en mis arbustos. Es incluso menos atractivo limpiarla. Pero quizás ese es el punto. Mientras limpio puedo reflexionar sobre mi propio carácter y las formas en las que yo “tiro mi basura en los arbustos de otras personas” metafóricamente. Y quizás, solamente quizás, si soy exitosa en cambiar mi propio carácter, las tazas y las botellas y sí, los pañales, desaparecerán “mágicamente” de mi antejardín.

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