¿Celebras tu cumpleaños?

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Es un momento muy poderoso para reflexionar.

Una profesora me enseñó una vez que la única persona cuyo cumpleaños es mencionado en la Torá, es el Faraón. No estoy realmente segura de qué implica eso. ¿Deberíamos ignorar nuestros cumpleaños? ¿Deberíamos renunciar a la torta, el helado y los regalos?

Otra profesora sugirió que la entrega de regalos debería ser al revés. No deberíamos recibir regalos en nuestro cumpleaños, sino que deberíamos dar regalos a todos los que nos ayudaron a llegar a este día. Esa fue una hermosa idea que ciertamente resonó conmigo y la cual intento cumplir (de forma imperfecta) en los cumpleaños más destacados: mis 40, mis 50, etc.

No estoy segura si los cumpleaños son despreciados por la Torá ni por qué habrían de serlo; creo que pueden ser un momento poderoso para reflexionar.

A medida que me acerco a otro cumpleaños más, estoy agradecida por la oportunidad de celebrar, apreciar, encontrar la forma de seguir adelante y obtener el mayor provecho de lo que queda de mi vida. En este momento, independientemente de con cuántos años sea bendecida, mi vida está a menos de la mitad de su término (ay, ¡fue un poco fuerte poner eso en papel!). A pesar de que eso no me motiva a buscar los gorritos de cumpleaños y los pitos, sí despierta algunos pensamientos importantes. ¿Qué quiero hacer con el tiempo restante que se me ha concedido? ¿Estoy en un camino que me da placer significativo a mí y a otros? ¿Estoy sacando el máximo provecho a los regalos y oportunidades que Dios me ha concedido? (¡como extraño los días en que lo único que se requería era la habilidad de soplar las velas de mi pastel!).

Estas son, obviamente, preguntas que debería estar intentando resolver todos los días. No hay nada santo o sagrado sobre el día en que nací, pero si lo uso como un catalizador para conocerme más a fondo, para profundizar mi relación con aquellos que quiero y con mi Creador, entonces ciertamente lo habré imbuido de trascendencia.

Es tentador simplemente ignorar el día del todo, pero esas imágenes de las tarjetas de cumpleaños son demasiado poderosas. Así que necesito encontrar la forma de sacarle el máximo provecho, tratarlo como un “mini Rosh HaShaná”, pensar en cómo invertir en el año que viene y reflexionar sobre el año que termina.

Ciertamente Dios me ha concedido muchos deafíos y bendiciones, pero ambas cosas están fuera de mi control. Cómo reacciono ante ellas, si pierdo la compostura o no, si estoy a la altura de la situación o me caigo, si muestro la mejor o la peor versión de mi misma… esas son las opciones que están en mi control y que representan la definición de quién soy realmente.

Un cumpleaños es por lo tanto un momento de gratitud y de enfocarse en los logros, y sí, también en los errores del pasado y en las metas para el futuro. Siendo así, no creo que debiera ser ignorado (¡y no estoy en contra de recibir un regalito o dos!), sino que, por el contrario, debiéramos aprovechar la oportunidad para reflexionar y crecer. ¡Estoy segura que esa no es la forma cómo el Faraón pasaba su día!

Ahora, sírvanme un pedazo de pastel por favor…

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