Coraje israelí

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Un encuentro con un judío que puso su vida en riesgo por su pueblo.

Mi prima y su esposo hicieron aliá recientemente. Prominentes en sus campos laborales, se retiraron para cumplir su sueño de toda la vida de mudarse a Israel. Ahora, ellos viven continuamente asombrados por las pequeñas experiencias diarias que se convierten en historias de coraje y valor, por la oportunidad de conectarse a diario con judíos que realmente han puesto su vida en riesgo por el pueblo judío.

Y así, después de una caminata turística en la ciudad vieja de Yafo, ellos se encontraron con otro “veterano judío” que los deslumbró. Esta es su historia:

Mientras caminábamos junto al mar de regreso a nuestro coche, nos encontramos con un pequeño e interesante edificio, y cuando llegamos al costado, vimos que era el Museo Etzel (Etzel es un acrónimo para Irgún Tzvaí-Leumí, o Irgún, la organización militar judía fundada por Menájem Begin y dedicada a “alentar” a los británicos a irse de Palestina). Dado que acabábamos de llegar a Israel y queríamos conocer todos los rincones de nuestra tierra, decidimos entrar por unos minutos. En el escritorio de recepción estaba sentado un señor mayor quien nos vendió los boletos y luego fue a buscarlos para nosotros. Lo vi hablando con algunas personas en el museo y le pregunté si él iba a dar un tour. Él dijo que no, pero que si teníamos tiempo, le gustaría que viéramos una película de 20 minutos.

Así que entramos a una sala de proyección y él estaba parado al frente jugando con una laptop intentando reproducir la película. Nos quejamos internamente pero luego la magia comenzó; durante los siguientes 15 minutos él nos contó su historia. Él, Yosef, se había enrolado en el ejército británico a la edad de 14 años. Miles de jóvenes israelíes hicieron lo mismo porque sabían que el Mufti apoyaba a Hitler y tenía planes de crear campos de concentración para los judíos de Palestina. Para luchar contra los nazis, ellos tenían que unirse al ejército británico a pesar de los problemas que estaba causando el Libro Blanco de 1939. Además, pensaron que debían obtener entrenamiento para el conflicto que se avecinaba con los árabes.

Él sirvió en el ejército británico durante cuatro años y estuvo involucrado en la invasión aliada de Sicilia y la Operación Torch. Al mismo tiempo que servía en el ejército británico, él era también un miembro de Leji (el nombre en hebreo para el Grupo Stern, otra organización militar que compartía las metas del Irgún). Dado que hablaba hebreo, inglés, árabe, español, alemán y portugués, tanto el ejército británico como el Leji lo usaban para misiones clandestinas. Él mencionó que, para facilitar su trabajo encubierto, se sacó un diente sano y lo reemplazó por un diente de oro, porque los árabes tenían un diente de oro como símbolo de fortaleza y eso le permitía moverse libremente vestido de árabe.

Él estuvo involucrado en el secuestro de dos oficiales británicos. Lo atraparon, lo enjuiciaron, lo condenaron y lo sentenciaron a muerte, pero la sentencia fue conmutada a 15 años cuando los oficiales fueron liberados. Él estuvo en prisión en Akko por más de un año hasta que escapó en el famoso escape de la prisión de Akko. Más adelante él y su esposa abordaron el Altalena al norte de Tel-Aviv con Menájem Begin. Yosef dijo que Ben Gurion le había dado al Irgún permiso de llevar a bordo las armas, pero luego retiró el permiso para que cuando el barco llegara al muelle en Tel-Aviv, fuera atacado por el Palmaj y la Haganá. Y a pesar de que estaban bajo ataque, Begin les ordenó a sus hombres no devolver el fuego. Begin dijo que el Segundo Templo fue destruido debido a sinat jinam (odio infundado) y se negó a que el estado naciente fuera destruido porque los judíos luchaban contra judíos.

El Irgún no regresó el fuego, y ellos fueron presa de pesada artillería y finalmente el barco fue dañado. Cuando fue evidente que el barco se hundía, Begin insistió en ser la última persona en bajar, pero Yosef y otros le pusieron a la fuerza un chaleco salvavidas, diciendo que él no era solamente el capitán de un barco sino el líder de un movimiento, y lo lanzaron por la borda. Yosef y su esposa saltaron al agua, nadaron hasta un pequeño bote y fueron a rescatar a cinco voluntarios cubanos.

Después de la creación del Estado de Israel, Yosef trabajó para El-Al y se convirtió en jefe de todas las azafatas. Él siempre era parte de la tripulación cuando los primeros ministros de Israel volaban. Muchos años más tarde, cuando el Primer Ministro Begin voló a Estados Unidos para firmar el tratado de paz con Egipto, Yosef hizo una cama para Begin en el cuarto de la tripulación y le ofreció recostarse a descansar. Begin preguntó si había una cama para todos en el avión y cuando la respuesta fue negativa, Begin se rehusó a moverse de su asiento. Después de cinco horas, Yosef se acercó nuevamente y le ofreció la oportunidad de dormir un poco para que estuviera descansado cuando llegara a Estados Unidos. La respuesta de Begin siguió siendo “no”, y además agregó: “¡Y no pienses que me olvidé que tú me lanzaste al agua!”.

A veces olvidamos quiénes somos. A veces nos quedamos estancados en los feos titulares, los que atacan a Israel o que detallan otro nuevo escándalo financiero. Pero la historia de Yosef es también parte de nuestra identidad nacional, de un pueblo que arriesga su vida por su país y por los demás. Cada historia debe ser contada. Cada una es una nueva cuota de inspiración y una nueva oportunidad para sentir gratitud. 

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