Cumplir 60

Los más vistos

2 min de lectura

Estoy nerviosa.

La semana pasada fui a una cena por el cumpleaños número 60 de una amiga. Anoche organicé una pequeña fiesta sorpresa para el cumpleaños número 60 de otra amiga, ¡cumpleaños número 60! Estoy nerviosa; ¡mis amigas están cumpliendo 60!

“También me organizaste una fiesta para mi cumpleaños número 40”, me dijo ella. (No sé que pasó con el 50) No me acordaba (¿es eso parte de estar cerca de los 60?), pero le prometí otra fiesta para su cumpleaños número 80, si Dios quiere. Y si el tiempo pasa tan rápido como los últimos 20 años, ¡mejor empiezo a preparar los pasteles pronto!

Quería compartir algunas palabras de Torá con ella en honor a la ocasión, pero cuando revisé Pirkei Avot, encontré la idea de que 60 es por zikná, ¡ser viejo! Simplemente no pude seguir leyendo. Sí, yo sé que en realidad se refiere a ser parte de los ‘sabios de la comunidad’, ya sé que puedes dividirlo en “ze kaná”, esto adquirió, y descubrir que a los 60 hemos adquirido sabiduría, a través de problemas y dificultades, altos y bajos, a través de lo que ahora puede ser llamada la experiencia de toda una vida. Es bueno tener sabiduría, y ciertamente es bueno haber crecido durante los últimos 60 años. ¡¡Pero 60 años!! ¡Dios mío!

Estaba compartiendo con mi clase el otro día la hermosa parábola sobre un barco. En la época en que empezaron a navegar barcos se hacía una celebración cuando un barco zarpaba, se cortaba una cinta o se rompía una botella de champaña. Nuestros sabios sugieren que lo entendimos todo al revés. La celebración no debería realizarse cuando el barco sale al mar, sino cuando regresa exitosamente, es decir intacto; habiendo prevalecido ante tormentas, piratas, sol, granizo y una amotinada tripulación.

Lo mismo es cierto en relación a nuestras vidas. La verdadera celebración, el verdadero “Mazel Tov” no debería ocurrir en el nacimiento de un niño. En ese momento, todo es potencial. Nada ha sido alcanzado todavía por este nuevo ser humano. El verdadero regocijo debería ocurrir al final de nuestras vidas cuando hemos (si Dios quiere) navegado las tormentosas aguas de la vida con una tranquila sabiduría y hemos llegado a puerto sin arrepentimiento, con nuestra humanidad intacta y con nuestra relación con Dios floreciendo. Eso sería realmente un “Mazel Tov”.

Aunque algunos pueden pensar que “los 60 son los nuevos 40”, yo prefiero no fingir. Yo prefiero celebrar los logros de mi amiga de 60, la sabiduría adquirida, las buenas acciones realizadas, la familia criada, los alumnos enseñados, la relación con Dios desarrollada. 60 es en realidad una oportunidad de mirar tanto para atrás como para adelante, de asegurarnos que realmente seremos capaces de decir “¡Mazel Tov!” al final de nuestras vidas y para comprometernos a utilizar el tiempo que queda para profundizar, ampliar y enriquecer todos esos logros.

Sí, todas estamos un poco más grises y un poco más arrugadas (hablo por mí misma ahora no por mi amiga). Sí, estamos un poco más frágiles y un poco más lentas (¡ahora solamente juego juegos que no requieren agudeza y rapidez!). Sí, las cosas no funcionan de la forma en que solían hacerlo alguna vez. Pero al menos tenemos zikná, o si Dios quiere la tendré cuando tenga 60 (planifico recordarle a mi amiga que ella es mayor que yo por los siguientes dos años y medio), tenemos experiencia, tenemos sabiduría, hemos adquirido el estatus de un ‘anciano de la comunidad’. ¡Y es algo por lo que estar agradecido y celebrar! ¡Pásame el pastel de chocolate! (y la medicina para el colesterol…)

EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.