Fuente de inspiración

Durante muchos años mis noches han sido, digamos, mi momento no tan productivo. Me gusta levantarme temprano, entre las 5 y las 6 a.m., y empezar mi día antes de que comience el caos. Me di cuenta que logro más en las mañanas.

Sin embargo aún no puedo resistir la tentación de una clase nocturna de un charlista inspirador. ¿Será mi miedo de perderme algo? ¿Será mi sincero deseo de aprender y crecer? A veces solamente quiero participar con el resto de la comunidad.

Lo que sea, simplemente no funciona. Me obligo a conducir a una clase (incluso tragando una café extra en medio de la tarde), planeo sentarme atentamente toda la charla, y apenas el charlista abre su boca mis parpados empiezan a cerrarse. Y luego mi cabeza comienza a caer. Sigo sacudiéndome abruptamente para mantenerme despierta (estoy segura de que están familiarizados con la sensación), contando dolorosamente los momentos hasta que puedo irme respetuosamente.

Este no es un fenómeno nuevo para mí. Aún tengo pesadillas sobre quedarme dormida en mi clase de las 2 p.m. en la escuela de derecho, intentando esconderme detrás de mi mano en una pequeña e íntima sala de clases. Sin embargo no he aprendido mi lección.

Quiero escuchar lo que los charlistas tienen para decir y quiero compartir una experiencia comunitaria, pero creo que finalmente estoy llegando a la edad y a la madurez para tomar una decisión y atenerme a ella (no me pongan a prueba). No voy a ir más. De todas maneras no retengo la información, no adquiero la sabiduría ¡y al parecer duermo plácidamente durante cualquier momento inspirador que pueda haber!

Pero creo que la decisión es más que aceptar mis limitaciones (aunque no sea fácil; dado que también tuve problemas con esto en la universidad ¡no admitiré que tiene que ver con la edad!), creo que hay una elección más profunda que tengo que hacer.

Si bien con certeza puedo aprender de muchas personas (de hecho de cualquiera si sigo el dictamen de Pirkei Avot), y si bien otras personas compartirán poderosas y emocionantes historias que no he escuchado antes, mi inspiración tiene que venir desde adentro.

No puedo confiar en la retórica de un charlista de visita para motivarme. No puedo depender de una charla emocionante para seguir creciendo.

Tengo que motivarme yo misma. Y tengo que ser consistente, día tras día, ya sea que me llegue la inspiración o no.

Y realmente no tengo que mirar tan lejos para encontrar modelos a seguir de crecimiento y de carácter. Cualquier que conozco, mis vecinos, amigas, conocidos, pueden enseñarme mejores formas de ser. Algunas son anfitrionas más consideradas. Algunas son esposas altruistas (¿realmente tengo que aprender de ellas?). Algunos son padres más sensibles y vecinos más considerados. Algunos son empleados más leales y miembros de la comunidad más involucrados.

Una amiga me enseñó a poner una canasta de artículos de tocador (nuevos) para los invitados que pasan la noche (¿te preguntaste alguna vez qué hacer con esas pequeñas botellas de shampoo de los hoteles?). Otra siempre deja tentadores bocadillos caseros. Una amiga en mi cuadra mencionó que ella siempre escribe notas de agradecimiento a las maestras de sus hijos. Una mujer en un avión me enseñó sobre apreciar la singularidad de cada niño (ella le permitió a su hijo unirse a una banda de rock en vez de seguir el camino tradicional, ¡y él terminó realmente ganando un Grammy!). Y otra amiga me enseñó como demostrar apreciación por los regalos con sus reacciones cálidas, entusiastas y personalizadas.

La inspiración está en todos lados, ¡particularmente cuando estoy suficientemente despierta para notarla!

De ahora en adelante voy a quedarme en casa en la noche (bonificación agregada: mi esposo e hijos apreciarán esto) y buscaré inspiración a mi alrededor, aprendiendo de aquellos que si bien no están dando discursos inspiradores, siempre dan ese paso extra.