La importancia de saber hacer tu cama

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Hay una buena razón de por qué a los oficiales del ejército les interesa que los soldados hagan su cama prolijamente. Al judaísmo también.

Nunca serví en el ejército, la fuerza aérea o la marina. Pero he leído mucho sobre el (extremadamente) exigente entrenamiento y la severa disciplina involucrada.

Ya sea en tierra, aire o mar, en todas las ramas del ejército se enfocan en la importancia de una tarea que nuestras madres intentaron desesperadamente inculcar en nosotros: hacer nuestras camas.

Algunos de mis hijos ignoran la petición, algunos piensan que significa estirar el edredón sobre las sábanas desordenadas, y algunos realmente lo hacen como se espera. Aparentemente en las fuerzas armadas, solamente la tercera opción es aceptable.

Hay una técnica para hacer las camas en el ejército, para que las sábanas queden estiradas (una moneda debería rebotar en ellas) y las esquinas perfectas. Una adherencia a las reglas especificas de cómo hacer una cama se impone estrictamente. Sus madres estarían orgullosas.

¿Pero qué diferencia hace? ¿Luchas mejor o con más fuerza si tu cama está perfecta?

El ejército debe creer eso… y la fuerza aérea… y la marina. Y los infantes de marina…

¿Por qué? Yo creo que la disciplina es algo general. Aquellos que pueden ser disciplinados con las cosas pequeñas también serán disciplinados con las cosas grandes. Aquellos que valoran los pequeños detalles, definitivamente se relacionarán con las cosas más grandes con la seriedad apropiada.

En Pirkei Avot (2:1) se nos aconseja tratar a las mitzvot pequeñas de la misma forma que tratamos a las mitzvot grandes. La razón es que no sabemos cuáles tienen mayor recompensa.

Tampoco dimensionamos el impacto positivo de una actitud como esa. No sabemos cómo el autocontrol y la autodisciplina le darán forma a nuestra vida.

A veces las mitzvot “más grandes” son más fáciles de cumplir. Yo no pienso sobre romper Shabat. Pero estoy tan cansada; ¿realmente tengo que decir Shemá antes de dormir? Estoy tan ocupada; ¿realmente tengo que decir el rezo de la tarde? Por supuesto que esto aplica a todos los ámbitos. He tenido un día largo con los niños; ¿realmente tengo que ser atenta con mi esposo cuando llegue a casa? Tengo un gran proyecto que hacer para mi trabajo; ¿realmente tengo que ser paciente con mi hijo cuando me cuente esa larga historia de un incidente en el colegio?

En el judaísmo nos preocupan las cosas pequeñas. Porque en la vida las cosas pequeñas importan. Todo nos convierte en quienes somos. Es un reflejo de nuestro carácter. Si nos tomamos ese tiempo extra, si hacemos ese esfuerzo extra, si seguimos intentándolo incluso cuando nuestro cuerpo no puede más (¡realmente suena como entrenamiento del ejército!), si ejercitamos autocontrol incluso cuando no tenemos ganas (y especialmente cuando no tenemos ganas), todo eso refleja quienes somos.

Ninguno de nosotros creció ansiando hacer las camas de manera prolija cada mañana. Significa que no hay tiempo para retrasar un poco el despertador, no hay tiempo extra para dormir un poco más. Pero quizás las camas prolijas significan más de lo que imaginamos. Quizás, esa atención extra a los detalles es la que nos convierte en quienes somos.

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