Los Padres Saben Más

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Protégenos de esos amigos, maestros y terapeutas bien intencionados que creen que conocen a nuestros hijos mejor que nosotros.

¿Recuerdas la escena en El Violinista en el Tejado cuando le preguntan al rabino si hay una bendición para el Zar? “Que Dios bendiga y mantenga al Zar - ¡lejos de nosotros!”. Es la apasionada e inteligente réplica.

Me gustaría sugerir una bendición similar para una situación muy diferente. “Que Dios bendiga y mantenga, ¡lejos de nosotros!, a todos esos amigos, maestros, directores, doctores, vecinos, terapeutas "bien intencionados", quienes dicen conocer a nuestros hijos mejor que nosotros y luego proceden a darles consejo potencialmente destructivo”.

Nuestros hijos presentan una imagen diferente fuera de casa que dentro de ella. En general, eso es algo bueno. Las insignificantes riñas y las peleas a gritos, los celos e inseguridades usualmente se quedan detrás de las puertas del hogar. Así es como debe ser. Es usualmente un signo de socialización saludable. Demuestra un apropiado sentido de límites. Es incluso tranquilizador para los padres, ya que implica que todo está básicamente bien.

Todos los niños tienen algunas riñas con sus padres y hermanos. Con el roce constante y a veces con necesidades en conflicto, es inevitable. Y el hogar puede ser un lugar seguro para trabajar problemas y a veces dejar salir las frustraciones. Es un lugar de seguridad y amor.

Bastante a menudo sus consejos están basados en una imagen distorsionada del niño y de la situación.

También significa que los padres frecuentemente ven un lado de sus hijos que el resto del mundo rara vez ve. Significa que la perspectiva de su maestra es limitada. Significa que la visión de su vecino es unidimensional. Significa que el terapeuta solamente escucha la mitad de la historia. Y significa que sus consejos están basados en una imagen distorsionada del niño y de la situación.

Desgraciadamente, eso rara vez detiene a estos individuos de aconsejar a los hijos de otras personas (es decir, nuestros hijos) sobre cambiarse de escuela, abandonar a sus amigos, terminar relaciones románticas, e ignorar los deseos de sus padres. Todo esto sin una completa apreciación de las consecuencias. Asumiendo que ellos saben más. Bajo la ilusión de que ellos están mejor equipados que los padres para lidiar con la situación. Todo esto sabiendo que ellos no serán los que tendrán que recoger los pedazos.

Es una increíble jutzpá (insolencia). Y he escuchado muchas historias últimamente…

Una maestra le dijo a una conocida mía que las amigas de su hija eran una mala influencia y procedió a alentar a la niña a evitar todo contacto con aquel grupo. Buscando la aprobación de su maestra, la hija lo hizo. Desgraciadamente al consejo de la maestra le faltaban unos cuantos puntos clave de conocimiento – un reconocimiento de las limitadas opciones de esta niña en su vecindario y una prescripción de una forma sana de llenar el vacío en donde solían estar sus amigas. Al vacío entro un grupo mucho peor, uno involucrado con fumar, alcohol y drogas. Los padres están fuera de sí mismos intentando lidiar con sus nuevos desafíos, en una situación que podría y debería haber sido evitada. Sabemos que la maestra tenía buenas intenciones pero…

Otra amiga tiene un hijo que está batallando en la escuela. Los padres fueron de mucho apoyo y él tiene tutores y otros profesionales ayudando a facilitar su camino. Pero el director sintió que el niño consumía demasiado sus (muy) limitados recursos y quería expulsarlo de la escuela. Sin consultar a los padres, ellos comenzaron a discutir sobre una escuela fuera del estado con el niño. El niño estaba emocionado sobre la posible aventura y la oportunidad que tenía por delante pero los padres se mostraron atónitos cuando se enteraron.

La escuela no pidió ver las recomendaciones del terapeuta, una de las cuales era que el niño debía permanecer en casa lo máximo posible. Ellos no habían visto la situación financiera de la familia para ver si la escuela era una posibilidad razonable. Ahora ellos habían creado una tensión adicional en la familia del niño. Él ahora siente que sus padres no están de su lado porque no lo van a enviar a esa escuela y los padres están furiosos con el director por su extralimitación.

En un ejemplo aún más indignante, el hijo de mi amiga estaba por comprometerse. Él estaba muy nervioso por eso (sí, ¡los hombres también se ponen nerviosos!) y fue a hablar con uno de sus maestros. Él niño era un joven brillante y competente y su ansiedad parecía fuera de lugar. Su maestro tomó esto como un signo de que había algo malo con la pareja y sugirió que él rompiera en vez de avanzar.

Los padres se indignaron. El maestro solamente había visto un aspecto de aquel joven. Solamente sus padres y sus hermanos fueron testigos en casa de la expresión de algunos de sus temores e inseguridades. A los ojos de ellos, aquella ansiedad no estaba en lo más mínimo fuera de lugar. Afortunadamente, ellos prevalecieron (aunque no sin una lucha) y su hijo es un feliz y floreciente padre de cinco. ¡Él a menudo le dice a su esposa cuán agradecido está de no haber escuchado a ese maestro! Y sus padres están de acuerdo.

Necesitamos la opinión de otras personas y otras perspectivas, pero como padres, también debemos confiar en nuestros instintos y nuestro conocimiento de nuestros hijos. También debemos utilizar estas historias y nuestras propias experiencias para saber cómo dirigirnos a otros padres.

En base a estos ejemplos, debemos ser muy sensibles y considerados. De hecho, básicamente debemos mantener nuestras bocas cerradas. Y si hay alguna situación en la que sentimos que no podemos ejercitar ese nivel de auto-control, debemos pedirle a Dios que nos de la sabiduría para actuar cuidadosamente y que las palabras sean efectivas y amables.

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