Rosh HaShaná: sin distracciones

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Al escuchar el shofar desaparecen todas las distracciones. Es el momento de escoger la vida.

Ir a la sinagoga en Rosh HaShaná puede distraer nuestra atención. A nuestro alrededor pasan muchas cosas. Está la pareja recién casada sonriéndose mutuamente, deslumbrados… Y está la pareja que lleva mucho tiempo casada, también mirándose el uno al otro, pero con menos deslumbramiento. Hay personas que no hemos visto durante el año y nos observamos: quién subió o perdió peso, quién tiene más arrugas o usó Botox, a quién se le puso el pelo gris o se lo tiñó… Nuestra mente parece estar atrapada por lo más opuesto posible a los pensamientos elevados.

Nos damos cuenta quién usa ropa nueva y evaluamos la calidad, el estilo y si le queda bien. Notamos las joyas nuevas y oímos una conversación sobre autos nuevos y casas nuevas. Advertimos quién tiene un hijo recién casado y quién adorables nietos corriendo por la sinagoga molestando a todos los que están rezando (¡Un minuto! ¡Creo que son los míos!).

Miramos alrededor de la sinagoga y comentamos sobre la alfombra raída, las manchas de jugo de uva y la necesidad de pintar las paredes. Las flores son hermosas, pero hay unas cuantas marchitas que arruinan el efecto. ¿Cuándo fue la última vez que limpiaron los vidrios?

Nuestra habilidad para concentrarnos es muy débil; somos sumamente susceptibles a la distracción. Es muy difícil concentrarse.

Sin embargo, es Rosh HaShaná. Estamos suplicando por otro año de vida. Estamos comunicándonos con el Rey de reyes. ¿Cómo podemos permitirnos pensar en la falda nueva de otra persona? ¿Cómo logramos redireccionar nuestros pensamientos?

Tal como es imposible ignorar el llanto de un bebé, así también ocurre con el sonido del shofar.

Dios, eternamente bondadoso, nos ayuda. Él ordenó que el toque del shofar sea parte del servicio de Rosh HaShaná. El llanto del shofar es penetrante. Llega directo a nuestros corazones. Nos despierta. Tal como es imposible ignorar el llanto de un bebé, así también ocurre con el sonido del shofar. Simplemente es imposible cerrar nuestros oídos.

Cuando escuchamos el shofar, desaparecen todas las distracciones. Estoy sólo yo y mi relación con Dios. Nada más es importante. Nada más cuenta. El shofar es mi momento de elección. Es el único momento en el cual todo lo que existe soy yo mismo y mi Creador; yo afirmo mi relación con Dios y la realidad de Su presencia. Me enfoco en mi capacidad de crear una relación con Dios y en mi responsabilidad de nutrir y cultivar esa relación.

En ese momento, elijo la vida. Elijo la realidad y no un cuento de hadas. Elijo enfrentar la verdad cara a cara y responder como corresponde. Elijo tomar responsabilidad por mis elecciones.

Para la mayoría de nosotros los reyes solamente existen en nuestra imaginación. Ellos tienen barbas largas y están ocupados en obtener más poder. Pero nuestro Padre, nuestro Rey en el Cielo sólo quiere nuestro bien, solamente desea que nosotros prosperemos y crezcamos. Esto es Rosh HaShaná.

La Rabanit Feigue Twerski con frecuencia menciona la forma especial en que su suegro regañaba a sus hijos. Él les decía en idish: Es pajt er nijt, ‘eso no es apropiado para ti’. Así deberíamos sentirnos cuando somos indulgentes con nuestro ser y nuestros deseos más bajos, cuando no estamos a la altura de nuestro potencial, cuando decepcionamos a otras personas. No es apropiado para nosotros. Somos los hijos del Rey.

El sonido del shofar nos recuerda comportarnos como la realeza, concentrarnos en vivir a la altura de nuestro magnífico potencial, aprovechar nuestros días y nuestras vidas al máximo, escoger vida.

¡Realmente necesitamos despertar!

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